xoves, 26 de decembro de 2019

La natalidad, una cuestión de Estado


Una madre cuida de su bebé en su casa, en Madrid. / JOSÉ LUIS ROCA

Olga Pereda

La longevidad sumada a la baja natalidad es una fórmula matemática que, en el 2050, dará el siguiente resultado: España será junto con Japón el país más envejecido del mundo. Tenemos pocos niños, advierten todas las estadísticas oficiales. ¿Por qué? No solo por motivos demográficos y culturales sino también económicos. En un país donde solo están emancipadas el 18,5% de las personas entre de 16 y 29 años, donde alquilar un piso en solitario implica para la gente joven dedicar el 94% del salario neto, donde la edad media para tener hijo supera los 30 (lo que los expertos llaman fecundidad tardía), donde apenas hay ayudas a la crianza porque los hijos se consideran algo privado, donde la maternidad frena en seco la carrera laboral y donde los hombres no han asumido la corresponsabilidad de los cuidados, la verdadera pregunta no es por qué no tenemos hijos sino por qué los tenemos.
Las españolas tienen de media 1,26 niños, según el INE. Estamos en el furgón de cola del mundo y ya han saltado todas las alarmas. ¿Queremos cambiar las cosas? No miremos a las mujeres -que bastante hacen- sino señalemos con el dedo acusador a los políticos y miremos otros países de nuestro entorno, donde los niños y las niñas son "una cuestión de Estado", subraya Ayuso.Los sociólogos han llegado a la conclusión de que, a pesar de que el 66% de los españoles consideran a los hijos como una carga económica, los niños se siguen teniendo por motivos emocionales. "Los españoles, mejor dicho las españolas, saben que los bebés quitan libertad, deterioran las relaciones de pareja y perjudican la vida laboral. Pero quieren vivir la experiencia. Es una cuestión emocional", afirma el sociólogo Luis Ayuso, profesor titular de la universidad de Málaga y especialista en sociología de la familia.

En otros países

En Suecia, los permisos de maternidad y paternidad suman 16 meses compartidos entre padre y madre. Después, los progenitores tienen hasta 180 días al año que se pueden coger para ocuparse de sus peques cuando están enfermos (algo que en la primera infancia sucede día sí y día no) y hay ayudas directas hasta los 16 años. En Francia las bajas médicas se conceden un mes antes de dar a luz. En Holanda, hay enfermeras que acuden a las casas de las mamás recientes para ayudar con la crianza las primeras semanas. En toda Europa, los hijos son “del Estado”, resume Ayuso.

"No haberlos tenido"

Sin embargo, en España, los hijos se consideran algo privado. Al menor problema que surja en la crianza la respuesta es "no haberlos tenido", critica el sociólogo. Más allá del efímero cheque bebé del expresidente Zapatero (PSOE) y de la desgravación durante los tres primeros años de vida del bebé, España es un desierto en ayudas a la crianza. Muchos partidos prometen en sus programas la gratuidad de la escolarización hasta los tres años, pero, de momento, la medida brilla por su ausencia, así que las guarderías privadas -con cuotas mensuales que rondan los 400 euros o más- son prohibitivas para muchas familias.
Hay también un factor demográfico que explica la baja natalidad en España. En la década de los 90 el índice era todavía peor. En 1998, las españolas tenían de media 1,18 hijos (frente a los 1,26 actuales). Eso implica, explica el profesor de la universidad de Málaga, que esas niñas que nacieron en esa década son hoy mujeres que están en edad fértil, pero hay muy pocas. Es más, el 25% de las mujeres nacidas en 1975 renunciarán a tener hijos. "Eso ya no se recupera nunca", subraya Ayuso.

Reflexión social

Los datos llaman a la reflexión. Toda la sociedad lo debe hacer y, sobre todo, el Estado, enfatiza el profesor universitario. "¿Qué modelo de sociedad queremos? ¿Quién nos va a cuidar cuando lleguemos a ancianos? ¿Cómo se va a sostener la economía? ¿Deberíamos planificar el sistema de cuidados con trabajadores?"
Si se quiere revertir la situación, los sociólogos claman al Estado y le piden que empiece a considerar a los críos y las crías como algo más que un asunto privado de las familias. Es algo que también compete a las empresas. "No puede ser que, en España, el comodín para la conciliación sean las abuelas", destaca el sociólogo. De hecho, las razones laborales o de falta de conciliación es lo que lleva a muchas mujeres a rechazar la maternidad. En la franja de los 30 a los 34 años, según el INE, el porcentaje es casi del 19%. Mientras que el 20% argumenta como principal motivo no haber encontrado la pareja adecuada.
No solo el Estado y el mundo empresarial sino también los hombres deben mover ficha. "Muchas mujeres son conscientes de que parir les penalizará laboralmente. Y después saben que la crianza es cosa, mayoritariamente, suya", concluye Ayuso.

Conquistas del feminismo

Las mujeres españolas del siglo XXI ya no tienen ‘La pata quebrada’, documental que repasa cómo el cine ha reflejado la vida femenina desde la segunda República. Ahora, son más libres. No han nacido exclusivamente para vivir en sus casas y parir. "Todo esto tiene un punto liberador", recuerda Silvia Nanclares, periodista, activista y autora de 'Quién quiere ser madre' (Alfaguara). Sin embargo, al mismo tiempo, esa libertad conlleva una penalización. "Las hijas de la Transición [Nanclares nació en 1975] fuimos educadas en la cultura de que la maternidad nos iba a penalizar, como así es. El embarazo joven era un fracaso, e hicimos caso a esa prevención. Cuando estábamos en edad fértil nadie nos animó a tener hijos. Nuestro objetivo era otro, conseguir un buen trabajo y desarrollarnos profesionalmente. Nos planteamos ser madres, sí, pero pensábamos que ya lo seríamos más adelante. Nadie nos contó que a partir de los 35 años nuestros úteros ya no iban a concebir fácilmente. Cuando hemos querido tener hijos, ya era tarde. Ahora somos un país pionero en fecundidad asistida".
Madre de un niño, Nanclares advierte que hay que pensárselo mucho para ampliar la familia. No es egoísmo sino sentido común. "Los sueldos son de risa, no hay ayudas públicas, el mundo laboral nos penaliza, los horarios laborales españoles son delirantes e incompatibles con la crianza y, además, sabemos que los hombres no han conquistado el espacio de los cuidados".
La autora pide que cada vez que el INE publique datos sobre la natalidad no se ponga el foco en las mujeres. "No hay que preguntar por qué las españolas no tienen hijos sino por qué España no tiene hijos. Debemos hacer un examen de conciencia social", reflexiona.

Precariedad laboral

La periodista Noemí López Trujillo, autora del ensayo 'El vientre vacío' (Capitán Swing), despotrica del sistema capitalista que nos lleva a pensar que el trabajo es el centro de la vida mientras que los cuidados han sido desplazados. Su libro constata cómo en España la precariedad laboral está directamente relacionada con la baja natalidad. Y culpabiliza a los políticos. "Necesitamos gobernantes que tomen medidas para que los jóvenes confiemos en el futuro. Y hablo de medidas respecto a las pensiones, el precio del alquiler de la vivienda, así como la derogación de la reforma laboral y el establecimiento de ayudas directas a las familias. La situación actual es incompatible con la vida". López Trujillo asegura que lo único en lo que la política no debería meterse es con la decisión "libre y estrictamente personal" de algunas mujeres de no querer ser madres.
En España es más habitual que una mujer tenga un hijo a los 40 años que a los 25. Ser madre rozando los 40 podría considerarse como una conquista del feminismo. "Decidimos priorizar otras cuestiones frente a la maternidad. Y ese retraso es una forma de imponer nuestra agenda, nuestras decisiones. El problema es que la edad de nuestros ovarios no atiende a batallas ganadas", escribe López Trujillo en 'El vientre vacío' mencionando, precisamente, a Nanclares.

Ellos trabajan, ellas cuidan

Autoras feministas, Nanclares y López Trujillo ponen el acento en los hombres, a los que piden que se sumen al carro de los cuidados. La investigadora Marga Torre recuerda en el libro de López Trujillo cómo suele ser habitual que sean ellas las que soliciten una reducción de jornada cuando son madres o, incluso, abandonen el mercado de trabajo. "Al bajar el salario del hogar, el hombre empieza a trabajar más horas y tiene un efecto catalizador mientras que para ella es la sepultura". Ella está realizando un trabajo importantísimo: criar a los hombres y mujeres del mañana. Pero los cuidados no ganan puntos en la actual sociedad, centrada exclusivamente en el mundo laboral.

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