Varias mujeres buscan entre los escombros en Madrid tras la Guerra Civil. Shutterstock/Everett Historical
Dolores Ruiz Berdún y Alberto Gomis
Universidad de Alcalá
A veces pensamos que en las guerras solo participan los hombres. Ellos aparecen en las fotos de época en el campo de batalla. Ellas en la retaguardia, en las colas para comprar el pan. Como mucho trabajando en las fábricas mientras sus maridos regresan del frente. Es una visión muy simplista de la realidad.
De la misma forma se ha simplificado la represión que sufrieron. Se las describe como víctimas pasivas que estaban en el lugar inapropiado, en el momento inadecuado. O bien como víctimas subsidiarias, por su parentesco con algún varón perseguido.
Poco a poco se publican más y más investigaciones centradas en el papel de las mujeres en la Guerra Civil española.
Muchas mujeres fueron perseguidas debido a su labor profesional antes o durante la guerra. El caso más conocido es el de las las maestras republicanas. Mujeres a las que la dictadura consideró peligrosas por su posible influencia sobre las mentes infantiles. Sus vidas fueron reflejadas en el documental Las maestras de la república, ganador del premio Goya en 2014.
Nosotros hemos estudiado el caso de las matronas, un grupo de mujeres bastante desconocido; investigación que ha dado lugar a artículos y libros.
Encargadas de cuidar de la salud femenina, el trabajo habitual consistía en atender partos a domicilio. También jugaron un papel fundamental para la puesta en marcha del Seguro de Maternidad durante la Segunda República.
Las matronas eran bastante diferentes de la mayoría de mujeres de su época. Por ejemplo, tenían una mayor libertad de movimientos porque los partos pueden suceder a cualquier hora del día o de la noche.
También contaban con una formación superior a la media. Fueron las primeras que pudieron matricularse en la universidad, desde 1845. Por eso pudieron aprovechar los nuevos puesto laborales que trajo la Segunda República.
Se incorporaron a puestos muy diferentes de los habituales. Algunas como funcionarias de prisiones. Otras en diversos puestos de las facultades de Medicina. Muchas en el recién aprobado Seguro Obligatorio de Maternidad.
Sus ingresos las liberaban de depender económicamente de un varón. Muchas matronas eran solteras. Otras aprovecharon las nuevas leyes republicanas para divorciarse.
Fueron pioneras al fundar los primeros colegios profesionales exclusivamente femeninos, que dirigían ellas mismas, a finales del siglo XIX. Contaban con líderes y secciones sindicales dentro de sindicatos mayoritarios. Probablemente estaban entre las pocas mujeres que podían negociar sus propias condiciones de trabajo.
Durante la guerra, muchas matronas fueron movilizadas y tuvieron cargos militares en el ejército republicano. Otras, a pesar de las dificultades, pudieron seguir con su actividad habitual. Algunas fueron asesinadas por uno u otro ejército. Pero lo peor aún estaba por llegar.
Conocimiento sospechoso
Al finalizar la guerra cientos de matronas fueron represaliadas. Sus conocimientos sobre la anatomía y fisiología femenina las convertía en sospechosas para el régimen. Sospechosas de provocar abortos y de difundir prácticas anticonceptivas.
En general, las matronas se alejaban mucho del modelo de mujer al que aspiraba el franquismo.
Algunas pudieron huir al exilio. Como tantas otras personas, tuvieron que dejar a sus seres queridos atrás e iniciar una nueva etapa en sus países de acogida.
Otras muchas fueron detenidas y encarceladas mientras esperaban un juicio sin garantías. Algunas murieron durante la espera, debido a las torturas recibidas. Las más afortunadas fueron absueltas. El resto tuvo condenas que oscilaron entre la pena de muerte y los tres años de prisión.
La mayoría de las matronas encarceladas fueron destinadas a las enfermerías de la prisión. Fueron testigos involuntarios de las violaciones y torturas varias cometidas contra sus compañeras de presidio.
Su utilidad dentro de prisión también jugó en su contra. En muchos casos, se les denegó la conmutación de la pena original en los sucesivos indultos para descongestionar las cárceles.
Salir de prisión tampoco representaba un futuro esperanzador. La dictadura se había encargado de embargar sus bienes. Algunas sufrieron destierro o no les fue permitido volver a trabajar. Unas pocas participaron en la resistencia política durante los largos años de la dictadura.
Todas las que quisieron volver a trabajar tuvieron que someterse a una depuración profesional por parte de los colegios médicos, en lugar de por sus propios colegios. Una muestra de la minoría de edad perpetua a la que el franquismo destinaba a las mujeres.
Muchas matronas sufrieron las consecuencias de la guerra, pero no fueron únicamente víctimas pasivas. Utilizaron los medios que tenían a su alcance para defender los tímidos avances que les había proporcionado la República.
Empuñaron armas, ocultaron perseguidos, usaron la palabra hablada y escrita y atendieron partos. La vida, a pesar de la guerra, continuaba. Algunas pagaron con la suya su osadía.
Esta investigación sigue abierta. Recientemente hemos encontrado más casos de matronas asesinadas en la guerra y en la posguerra.
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