Generalmente solo conocemos una realidad sobre el oficio más antiguo del mundo, pero, ¿quiénes son sus clientes? Y, especialmente, ¿cuáles son sus motivaciones?
ADA NUÑO
Se la conoce popularmente como la profesión más antigua del mundo, y cuando pensamos en la prostitución es inevitable que acudan a nuestra cabeza imágenes de las mujeres que se dedican al oficio. Sin embargo, son ellos, los clientes, los que verdaderamente importan. En la actualidad el debate está servido tanto en Europa como en España (si debería legalizarse es una cuestión muy frecuente) y la frase de conclusión suele ser siempre la misma: sin clientes no habría prostitución.
Es incuestionable. Una investigación publicada hace un par de años en la revista 'Sexualities', realizada por Susann Huschke, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica y Dirk Schubotz, de la Universidad Queen's de Belfast, desmontó los estereotipos predominantes sobre los hombres que pagan por sexo. No son simplemente "explotadores y abusadores sexuales", sino que recurren a la prostitución por un amplio rango de razones, que abarcan desde la experimentación hasta la incapacidad de encontrar pareja, pasando por aquellos que quieren mantener relaciones con mujeres sin compromiso o que no encuentran satisfacción sexual con sus parejas.
'Gentleman's club'
Quizá el problema está en que nunca le vemos la cara. Por ello, en cualquier debate sobre prostitución, el cliente es un ser abstracto y misógino. El estudio, sin embargo, revelaba que no existe un "putero" típico. Y eso también es lo que defiende la fotógrafa Cristina de Middel, que desde 2015 hasta 2019 decidió retratar con su cámara a los clientes de las prostitutas, un tema que rara vez se cubre en fotoperiodismo, informa 'BBC'.
Tomadas en Brasil, Cuba y Tailandia, las fotografías de Middel querían mostrar "el otro lado". Según cuenta ella: "La prostitución no es solamente mujeres desnudas en habitaciones sucias, también hay hombres en esas habitaciones pero nunca los vemos". Su lente ha decidido, por tanto, plasmar a estos hombres; la serie de fotografías titulada 'Gentleman's Club', plasman las miradas perdidas de hombres tumbados en sucias camas de prostíbulos en tres países del mundo. Son habitaciones pobremente decoradas, sucias, donde todo se encuentra roto. Una toalla tirada en un suelo, la luz que entra por una ventana y golpea de frente a un chico de expresión seria, sentado en una silla, una cama sin sábanas ni fundas en las almohadas. Esa es la prostitución a los ojos de Middel.
Pude entender que muchos de los "puteros" lo único que buscan es alguien que les abrace o que charle con ellos
"Me gusta imaginar cómo sería el mundo si no hubiera un lenguaje escrito y solo tuviéramos imágenes para entender las cosas", cuenta. "Con esta serie de fotografías pude darle la vuelta a la tortilla. Les pedí que posaran para mí a cambio de dinero, fue por lo tanto una transacción comercial con la que me vendían su imagen, si me permitían mostrar su cara les daba 30 euros, y si no, 20. También hablé con ellos y pude entender que muchos de los "puteros" lo único que buscan es alguien que les abrace o que charle con ellos", añade.
"Me gusta imaginar cómo sería el mundo si no hubiera un lenguaje escrito y solo tuviéramos imágenes para entender las cosas", cuenta. "Con esta serie de fotografías pude darle la vuelta a la tortilla. Les pedí que posaran para mí a cambio de dinero, fue por lo tanto una transacción comercial con la que me vendían su imagen, si me permitían mostrar su cara les daba 30 euros, y si no, 20. También hablé con ellos y pude entender que muchos de los "puteros" lo único que buscan es alguien que les abrace o que charle con ellos", añade.
En una ocasión explicó que fotografiaba a clientes de países como Brasil o Tailandia porque, frente a los europeos, se dejaban retratar sin problemas, y además las prostitutas que vienen a nuestro continente suelen provenir de esas zonas. "Quería tener una visión más amplia del conjunto para poder comprender qué es lo que hace (y siempre ha hecho) a la prostitución un negocio tan próspero", explica.
Se trata de una forma original de mostrar un problema de la sociedad y una realidad compleja. Quizá para entender por qué algunos hombres recurren a la prostitución primero haya que conocerlos, visibilizarlos y comprender sus motivaciones. Y Middel ha dado un gran paso en esa dirección.
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