Manoel Barbeitos
El sistema sanitario público gallego no para de ser noticia, un día sí y otro también, por graves problemas que afectan a su funcionamiento y, muy especialmente, en el que había debido ser la prioridad absoluta del mismo: la atención a los pacientes. Noticias que recogen medios de comunicación y opinión de Galicia –mayormente los independientes, que son minoría- y que ponen el foco en el gravísimo deterioro que este servicio público esencial está sufriendo. Uno deterioro que como las evidencias demuestran se debe las duras políticas de ajustes, recortes y privatizaciones que la Xunta de Galicia (PP) está aplicando. Uno deterioro que toma dimensiones alarmantes pues empieza a afectar la salud de los propios gallegos muy especialmente a los mas vulnerables: niños/as, personas mayores, discapacitados/as….
Cuando se producen a menudo manifestaciones tanto de profesionales como de pacientes y de gente normla, todas ellas denunciando el deterioro del servicio nacional de salud de Galicia, ningún político responsable debiera permanecer sordo ante tal clamor.
Realmente no podía ser de otro modo. Si reduces unos recursos presupuestarios ya de por sí deficitarios –Galicia fue la comunidad autónoma que hizo el recorte más severo en el presupuesto sanitario-, si recortas personal sanitario competente (médicos/as, enfermeros/as, auxiliares) y también personal no sanitario, si privatizas y trasladas servicios, no puedes esperar otra cosa que un creciente deterioro de la atención a los pacientes que, lógicamente, repercute en su salud.
La atención sanitaria, como cualquier otro servicio público de bienestar (atención a la vejez, dependencia…) precisa contar con personal suficiente, correctamente cualificado (médicos/las, enfermeros/las, auxiliares…) y bien tratado profesionalmente. En Galicia las políticas de la Xunta en este ámbito están provocando, como vienen denunciando los trabajadores sanitarios un día sí y otro también, un enorme malestar entre los profesionales que no pueden prestar sus servicios como quisieran, lo que repercute negativamente tanto en la atención sanitaria, muy especialmente a los pacientes mas vulnerables como en la propia moral de los trabajadores sanitarios. Resulta de un enorme cinismo negar esta evidencia cuando los estudios científicos mas serios demuestran como, por ejemplo, la reducción por debajo de cierto nivel de personal de enfermería en los hospitales va asociada a un incremento de la mortalidad hospitalaria.
Por otra parte dadas las características de la población gallega tanto demográficas –con un elevado peso de la población mayor- como habitacionales –grande dispersión, elevada ruralización, abundancia de pequeños núcleos poblacionales- unos buenos servicios de cercanías –atención primaria, asistencia a domicilio…- son imprescindibles. Unos servicios que la actual Xunta de Galicia puso en el foco de su política de desmantelamiento desde el primero momento. Decisión política que ya está teniendo muy graves consecuencias sobre determinados pacientes. No menos relevante resulta el abandono, con el consiguiente deterioro, que en crecientes casos sufren infraestructuras y servicios básicos médicos que finalizan siendo destinados a actividades ajenas la atención sanitaria en el que resulta una increíble muestra de irresponsabilidad política.
La preferencia por la atención privada –he ahí el caso paradigmático del POVISA con el que se mantienen los conciertos a pesar de la construcción del CHUVI- tiene impactos claramente negativos sobre la atención sanitaria. En primer lugar un debilitamento, por relevo, de la atención pública. En según la introducción en la gestión sanitaria de los criterios de máxima ganancia y mayor rentabilidad que son contrarios las necesidades de los pacientes, especialmente de los que precisan más atención o técnicas y tratamientos mas costosos. Criterios que suponen centrar la gestión en aquellos servicios de alto rendimiento económico y en aquellas patologías más rentables ignorando tanto la demanda sanitaria que depende del estado de salud no del coste -los pacientes no son clientes de un supermercado sino demandantes de un servicio público-, como la realidad del sistema de salud gallego lo que provoca grandes desajustes en el mismo. Esta discriminación se hace mucho más grave cuando aparecen los fondos de inversión quien por su carácter especulativo –máxima ganancia en el mínimo tiempo- tratan la salud de los pacientes como un producto financiero mas (titulización). La salud de los pacientes pasa así a ser objeto de especulación, a cotizarse opacamente OTC (over the counter) como sí había sido un título cualquiera. Finalmente, esta estrategia privatizadora provoca, como demuestran las experiencias, grandes sobrecostos especialmente en la atención hospitalaria.
La privatización de la atención lleva también a que se dispare la medicación, consumo de fármacos, sobre el resto de las atenciones médicas haciendo así que se multiplique el gasto en farmacia tanto público como privado. Y es que la mala atención sanitaria es muy beneficiosa para la industria farmacéutica.
Este tipo de políticas austericidas aplicadas la atención sanitaria pública tienen un objetivo de clase muy claro: hacer del sistema público sanitario una alcantarilla de recursos públicos hasta la iniciativa privada (sanidad privada, fondos financieros, seguros y mutuas privados, industrias farmacéuticas ….) algo muy visible tanto en los nuevos modelos hospitalarios –con la eufemisticamente llamada colaboración público/privada- cómo en la privatización de servicios centrales –laboratorios, radiologías varias, historias clínicas, logística y mantenimiento, etc.-. Una iniciativa privada cuyos intereses encuentran en los responsables políticos unos seguros aliados bien gracias a políticas como, por caso, las de puertas giratorias, bien gracias a vínculos familiares y/o profesionales que se ocultan.
Mas grave aún es la evidencia científica de que las políticas de austeridad aplicadas la sanidad pública finalizan provocando muertes que eran fácilmente evitables (“Por que la austeridad mata. Él coste humano de las políticas de recortes”. David Stucker/ Sangay Basu. Editorial Taurus). En Galicia empezamos a tener pruebas de tales evidencias como así nos vienen informando a los medios independientes.
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