"Parirás con dolor", sentencia el Génesis. La epidural ha venido a despejar esa maldición bíblica, pero ni la ciencia ha conseguido desterrar la violencia obstétrica. Angela Müller y Marta Parra ponen la arquitectura al servicio de la causa para lograr que, en pleno siglo XXI, los paritorios se conviertan por fin en lugares acogedores para la mujer.
Hospital HM Nuevo Belén, Unidad de Parto Normal. Foto: David Frutos
AURORA MUÑOZ
El parto y el sexo son experiencias que tienen mucho en común. O al menos así lo ve la arquitecta Angela Müller, ganadora del Premio Internacional IIDA de diseño de interiores en el ámbito sanitario, junto con su socia Marta Parra, por la nueva unidad de parto del Hospital Universitario HM Nuevo Belén (Madrid). "En ambas situaciones necesitas sentirte segura, a gusto y en un ambiente íntimo", detalla Müller.
Sin embargo, la relación entre ambos conceptos parece desvanecerse del imaginario colectivo como el polvo de hadas en cuanto cruza por nuestra mente la visión de un instrumento de tortura arcaico: el potro obstétrico. "Por mucho que se haya asumido ese escenario, resulta complicadísimo relajarse en esta postura para dilatar con los genitales expuestos antes un montón de espectadores desconocidos", defiende esta austriaca, que comenzó su carrera profesional en el estudio berlinés Braunfels Architekten hace ya más de dos décadas. "Eso es violencia. Lo mires por donde lo mires. Una mujer que va a parir no debería sentir que tiene que dejar su dignidad en el proceso, pero muchas nos sentimos así", admite.
La excesiva medicalización y las rutinas hospitalarias hacen que la maternidad haya adquirido un enfoque de riesgo que lleva a los profesionales del sector a deshumanizar el parto de forma inconsciente. Hace apenas unos días, la propia Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) aseguraba en un comunicado no sentirse aludida por el término violencia obstétrica, a pesar de que está reconocido en la Declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de la Violencia de la mujer (1993).
La respuesta de la asociación El Parto es Nuestro no se hizo esperar: "Estamos muy lejos de poder presumir de alcanzar los estándares de atención al embarazo y parto contemplados en la Estrategia de atención al parto normal. Si comparamos las cifras de cesáreas, episiotomías e inducciones con las recomendaciones propuestas por la OMS, vemos que en España todavía se realizan intervenciones que, presumiblemente, eran innecesarias. ¿Cómo si no explicamos que en España se nazca en horario laboral?", exponen desde esta asociación sin ánimo de lucro.
Müller y Parra comparten esta perspectiva. Es más, fue esta asociación la que las unió hace 13 años. "Entre las dos sumamos seis hijos, lo que supone todo tipo de experiencias de parto. Esos primeros pasos en la maternidad nos llevaron al activismo y comenzamos a trabajar para mejorar la atención sanitaria de las mujeres desde la arquitectura", recuerda la profesional austriaca.
El tercer cuidador
Así fue como nació su estudio Arquitectura de Maternidades, que tiene como objetivo moldear los espacios hospitalarios hasta convertirlos en un motor de cambio porque, aunque parezca imposible, la humanidad ha conseguido el dudoso honor de plantarse en el siglo XXI sin que ni siquiera aquellos espacios en los que las mujeres viven experiencias que les son exclusivas estén adaptados a sus necesidades. "Es absurdo que todavía tengamos que informarnos sobre dónde parir para que respeten nuestro plan de parto", denuncia esta arquitecta. "Esta situación se ha perpetuado por muchas razones. En primer lugar, una mujer que acaba de tener un bebé no está para quejarse. Tiene que encajar la nueva situación cuanto antes. No obstante, su indefensión va más allá, porque la sociedad ni siquiera advierte el problema", alerta.
Müller desmiente que este cambio de perspectiva exija un desembolso desorbitado. "Hacer una maternidad más humana requiere otra mirada, más implicada. No necesitamos un gran presupuesto, como pueden requerir otras áreas hospitalarias. Nuestro reto es vencer la resistencia mental", admite.
El diseño basado en la evidencia [EBD, Evidence-Based Design] es la raíz de sus proyectos. "Tratamos de potenciar el impacto positivo del entorno para conseguir que se convierta en el tercer cuidador: pasivo, pero eficaz", aclara Müller. Intentan, a través de materiales, acabados y colores, romper con la asociación del entorno hospitalario para aportar calidez y belleza a los espacios que transforman, sin perder de vista nunca la funcionalidad, primordial en un hospital.
Un único espacio arquitectónico
Según especifica la ginecóloga Pilar de la Cueva en un documento de apoyo a la estrategia de atención al parto normal en el Sistema Nacional de la Salud, lo ideal es que todo el proceso del parto transcurra en un único espacio arquitectónico. "Conforme avanza el parto, las influencias hormonales tienden a hacerle buscar refugiarse en un espacio en el que se sienta cobijada y protegida, segura", argumenta. "No es necesario cambiar a la mujer de habitación por no disponer de un potro o cama obstétrica tradicional. (...) En cualquier sala de dilatación puede atenderse el expulsivo, ya sea en la cama, en distintas posturas según el grado de movilidad de la mujer, o en el suelo en cuclillas, agarrada a las barras de la cama o en la posición que espontáneamente ella adopte", añade de la Cueva.
Los paritorios que Müller y Parra han creado cumplen con este precepto y se alejan del clásico ámbito hospitalario de luces potentes, olor a desinfectante y el blanco imperante. "La psicología ambiental nos afecta a todos. La distribución del espacio influye en el comportamiento de quienes lo usan", señala la arquitecta. Por eso, sus salas de parto cuentan con la amplitud necesaria para que la gestante pueda deambular y elegir adoptar la posición que necesite. "Se trata de activar a la mujer. Ponemos todo el espacio a su disposición para que entienda que el parto es movimiento y que no está obligada quedarse tumbada", concreta Müller.
Otro de los aspectos prioritarios del diseño es optimizar los metros cuadrados y evitar desplazamientos inútiles. "También es importante que el personal sanitario se sienta cómodo. Si limitamos el tránsito en los pasillos, se producirán menos interferencias en el trabajo de los profesionales y eso hará que puedan desarrollar mejor su labor", destaca la arquitecta.
¿Cómo es el paritorio perfecto?
Ya hay muchas maternidades que cuentan con paritorios en los que se práctica un parto fisiológico, sin casi intervención médica, tanto en centros públicos como privados. "El Hospital Universitario HM Nuevo Belén [Madrid], fue nuestra primera obra, en 2012. Dos después se inauguramos otro proyecto piloto: una sala integral de parto normal en el Hospital de Getafe y, poco después nos llegó la oportunidad de diseñar el área obstétrica y neonatología de la Clínica Universitaria de Navarra (CUN) de Madrid", recuerda Müller.
El corazón de estos proyectos es una gran sala que se divide en tres ambientes para acoger todo el proceso: dilatación, parto y postparto. El espacio está acondicionado con elementos que ayudan a la mujer en el parto: una pelota de Pilates, liana fular, barra de madera para estiramientos, una bañera y un aseo. También se pueden regular las luces e incluso poner música. "Todo está pensado para crear una atmósfera íntima, nada traumática. Estamos convencidas de que una experiencia positiva de parto puede ayudar a la mujer para afrontar mejor el posparto y la crianza", asegura la arquitecta.
Ningún comentario:
Publicar un comentario