El arte religioso ha dejado indicios de una muy estrecha relación entre los magos, como demuestra esta escena posterior a la adoración del Niño.
El sueño de los magos, en el Salterio de la reina María (siglo XIV). British Library de Londres
Peio H. Riaño
Gaspar se recrea con los rizos de Baltasar. Y no es una idea de Manuela Carmena. Un ángel ha decidido interrumpir la escena y deshacer el trío coronado. Podría haber esperado al amanecer, pero ha dado un susto de muerte a Melchor, que se revuelve y hace un gesto de desaprobación (al borde del corte de manga). La aparición inesperada ha interrumpido el plácido sueño de los tres reyes, que comparten lecho desnudos, abrazados y arropados bajo la suavidad de las mismas sábanas. Gaspar y Baltasar continúan en su plácido yacer, en una de las cucharillas más cariñosas de la Historia del Arte.
Libro de horas Taymouth (del siglo XIV), custodiado por la British Library de Londres.
En el Libro de horas Taymouth (del siglo XIV), custodiado por la British Library de Londres, los tres entrelazan sus brazos antes de que el ángel se les aparezca para avisarles de que han tomado un camino incorrecto. Han tenido un viaje ajetreado hasta el portal de Belén, donde entregaron al Niño oro, incienso y mirra. Los tres duermen, descansan y retoman su vida tras el cometido divino.
En el Salterio Royal del siglo XIII, en la British Library, de Londres.
La aparición sobrenatural que rompe la paz del trío masculino es para advertirles que si siguen por esa vía se darán de bruces con el castillo de Herodes. Si no quieren ser torturados por el bárbaro hasta desvelar la localización del recién nacido, tendrán que variar su trayectoria. Herodes está furioso, ha aniquilado a toda la infancia en busca del niño que le destronará como rey de los judíos.
En ropa interior y desnudos
La iconografía más popular de los tres personajes hace mención al momento del viaje y la adoración, pero el relato de lo que ocurrió después parece que dejó de interesarle al cristianismo. El episodio no es tan difundido, pero han llegado ejemplos como el del Libro de horas Taymouth. La visión del sueño de los magos también aparece en el Salterio Royal (Inglaterra, 1200-1220), conservado en la British Library de Londres: el ángel se presenta con filactelia -el elemento gráfico que soporta sus palabras- y uno de ellos abre un ojo en medio del plácido sueño (a pesar de las coronas).
Capitel de la catedral de Autum.
A diferencia del otro ejemplo, en este libro duermen con ropa interior. Da la impresión de que sólo comparten catre. Lo mismo ocurre en el Salterio Landsowne, del siglo XIII, también en la British Library. Los tres van vestidos y la filactelia del ángel también está en blanco. En la parte superior se ha colocado la principal escena del trío: la adoración del niño.
Además de los libros miniados hay ejemplos en las vidrieras de algunas catedrales (como la de la catedral de Canterbury, de 1180, y la de la catedral de Clermont, de finales del siglo XII). Y capiteles: en ella catedral de Autun se conserva un maravilloso relieve en el que los tres duermen desnudos aunque coronados. Están arropados con una sábana con forma de media luna y el ángel toca con su dedo -y una delicadeza extrema- la mano de uno de ellos, que abre los ojos de par en par. En la catedral de Amiens encontramos otro capitel similar, como indica Marga Fernández-Villaverde en un artículo titulado La cara B del cuento de los reyes magos.
El sueño de los magos en una de las vidrieras de la catedral de Clermont.
El sueño de los magos también aparece en una de las páginas del Salterio de la Reina María Tudor, creado en 1310, y custodiado en la British Library (Londres). El ángel aparece mucho más expresivo. Parece incluso regañarles. El volumen debe ser tan alto, que no necesita ni filactelia. Les habla con sus dos manos y sus voces han despertado a los tres, aunque es Melchor el que parece calmarle con un gesto displicente. No parece responderle con agradecimiento, más bien le espeta para que no siga gritando. Los tres duermen desnudos y muy arrimados.
Ningún comentario:
Publicar un comentario