Benjamín Prado
“Un enemigo es quien hace por tu bien lo que te hace daño”
Como en España quieren hacer creer que ser patriota es ser de derechas y ahora se trata de ser muy, muy patriotas, porque el país se rompe y demás, el resultado es que los que decían que eran de centro se han hecho de ultraderecha, para competir con Vox y las atrocidades que dice, aunque para eso tengan que desdecirse a sí mismos, que es lo que hacen estos días con el ya célebre pin parental. Porque ocurre que todos los disparates que pueda llegar a soltar Pablo Casado sobre ese asunto le caen encima al edificio de la calle Génova, puesto que las clases a las que ahora no quieren que vayan las y los alumnos son las que ya se contemplaban en la Lomce, que salió de sus propios despachos. De manera que lo que hace es tirar piedras contra su propio tejado, algo muy peligroso cuando su remodelación se ha pagado en dinero negro: si se hunde, a ver a quién reclaman.
El asunto del pin parental es muchas cosas. Para empezar, es otra demostración de cómo el PP sólo acepta la ley cuando la dictan los suyos, mientras que cuando está en la oposición la desobedece y empuja a sus cargos y a sus votantes a saltársela a la torera. “A mí nadie me tiene que decir cuántas copas tengo que tomar antes de subirme a mi coche”, decía Aznar. Y su delfín Casado replica que sus hijos son suyos y que el Estado no puede ni acercárseles ni imponerles un modelo educativo. Lo que sí le parece que puede, porque lo cortés no quita lo valiente y sobre todo lo contante y sonante, es poner dinero público que financie colegios concertados que enseñan lo que les parece bien, en ocasiones segregan a sus alumnos por sexos y les examinan de religión tanto si al Ministerio de Educación que les paga le gusta como si le disgusta. Una cosa son las ideas y otra los negocios, parecen decir los mismos que se escandalizan y ponen el grito en el cielo porque les suban a los jubilados su pensión un 0’9 por ciento, pero votan junto con los independentistas de JxCat subirse su sueldo un 1’75 %, y van de la mano de Puigdemont y los suyos a aprobar el presupuesto del Parlament de Catalunya, donde se recoge esa medida.
El centro-ultraderecha sostiene que son perniciosas las clases para las que no quieren que las y los estudiantes necesiten un permiso de sus padres, si quieren asistir a ellas. ¿Por qué, cuando son esas en las que se les informa de sus derechos, se trata de orientarles hacia una visión democrática de la sociedad o se les informa de que no tienen por qué aceptar ningún tipo de maltrato en sus casas, ni contra ellos ni contra sus madres? Ha habido muchos casos de jóvenes que gracias a esa tarea de concienciación han denunciado abusos que tenían escondidos bajo su piel golpeada. O torturas que sufría una mujer a manos de un canalla. Pero claro, qué van a pensar de eso los mismos que dicen que la mayoría de las denuncias contra la violencia de género son falsas. El PP se ha echado al monte porque prefiere ser un lobo a que le muerdan y se ha convertido en una organización que ahuyenta a gente como Borja Semper y atrae a gente como Rosa Díez. A veces, las cosas se explican por sí solas.
La derecha, en España, ha dado un paso atrás, es infinitamente menos avanzada de lo que era la UCD de Adolfo Suárez, y ha regresado a las ideas doctrinales, por eso los obispos más reaccionarios la jalean y le echan gasolina al fuego. Unos legalizaban al PCE y los otros pretenden ilegalizar al PNV y ERC. Unos fueron víctimas de un golpe de Estado y otros parece que quisieran que lo hubiese para restablecer el orden. ¿O alguien se imagina a los cabezas visibles de Vox enfrentándose al coronel Tejero en el Congreso, tal y como hizo Adolfo Suárez? Yo creo que en el PP deberían hacerse esa pregunta y decidir si quieren seguir abrazados a ese partido que los hunde en las aguas más oscuras, esas donde lo primero es lograr que nadie les enseñe a las niñas y niños de este país algo que pudiera alentarlos a ser libres, independientes y tolerantes.
Para ser patriota no hace falta ser de derechas, y para confirmarlo, si es que tal obviedad necesita ser probada, basta con leer a los poetas del 98 y a los republicanos del 27, para ver con qué orgullo y qué pasión escribían, una y otra vez, la palabra España en sus versos. Claro, que hay gente que no lee mucho y puede que no se hayan enterado. El pin parental es uno truco antidemocrático, y hará muy bien el nuevo Gobierno en impedir que semejante atrocidad se perpetre en ninguna de las comunidades de nuestro país. Aquí lo que había que inhabilitar es el cinismo, pero a ver qué juez se atreve y si habría cárceles suficientes para tanto hipócrita.
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