sábado, 13 de febreiro de 2016

Cómo resucitar aldeas despobladas gracias a la ciencia

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La ciencia es clave para todo. Tanto para corroborar las existencia de las ondas gravitacionales que ya predijo Albert Einstein como para recordarnos algunas cosas que, a menudo, pasamos por alto. Porque de sobra sabemos que, con los recursos que nos brinda el planeta, podríamos sacar adelante nuestro día a día sin necesidad de nada más. No obstante, aunque lo tengamos claro, resulta conveniente que los científicos vengan de cuando en cuando a recordárselo a aquellos que tienen poca memoria.

Este es el cometido que la UNESCO ha encargado a un grupo de investigadores de la Universidad de Santiago de Compostela, liderado por la física Ángeles López Agüera. Se trata de un equipo de trece profesionales, entre los que encontramos ingenieros, arquitectos, e incluso un politólogo. Con el trabajo realizado desde 2012, juntos han conseguido convertir comunidades despobladas y sin servicios básicos de América Latina, África y también Galicia en poblaciones autosuficientes y adaptadas al siglo XXI.

Obviamente, la labor desempeñada en los continentes americano y africano no es la misma que desarrollaron en el noroeste de la Península Ibérica. Las condiciones eran distintas, así como el objetivo. Si en algunas regiones marginadas del mundo pretendían dotar a los habitantes de nuevas herramientas que les permitieran ser “energéticamente sostenibles”, en el caso de Galicia el objetivo era repoblar las más de 1.300 aldeas prácticamente abandonadas que allí se encuentran.

Para Ángeles López Agüera, en el caso de las poblaciones gallegas despobladas (que representan el 50% de las que se encuentran así en toda España) resulta fundamental invertir la tendencia del éxodo rural, con una solución de tipo integral”. Para ello, no solamente hay que dar viviendas a los nuevos vecinos que lleguen a la localidad, sino que también hay que garantizarles que se cubrirán necesidades como la electricidad, la propia alimentación o la gestión de los residuos y su reutilización.



El proyecto se sustenta sobre una base científica que parece incontestable: cualquier parte del planeta dispone de la energía suficiente para cubrir las necesidades de sus habitantes. Poco importa dónde se encuentre el lugar y cuáles sean sus potencialidades energéticas. Siempre será viable apostando por las energías renovables, claro está.

El proyecto ‘De aldeas abandonadas a aldeas del siglo XXI’ ya ha demostrado ser efectivo, por ejemplo, en Colombia. Allí, en la localidad de La Primavera sus 1.200 habitantes y los 2.500 indígenas ‘sikuanis’ que están asentados en el entorno del pueblo ya disponen de viviendas bioconfortables, climatización, depuradora de agua, electricidad gratuita y también de un centro social y otro para mayores.

La fórmula diseñada por el equipo de la Universidad de Santiago de Compostela también ha surtido efecto en regiones del desierto de Atacama, en Chile, y en la Sierra de las Minas, en Guatemala. En este último caso, la situación era mucho más alarmante, ya que a la desnutrición infantil se sumaba la llegada de semillas que amenazaban los cultivos de café, cardamomo y maíz en los que basaban su subsistencia la población.



En cuanto a las aldeas gallegas, como es el caso de O Couto, el propósito del equipo de investigadores será diferente. Su cometido es detectar posibles nichos de negocio que permitan crear pequeñas empresas con las que puedan ganarse la vida aquellos que quieran regresar a la vida en el campo. “La vida aquí es más fácil y rica”, comenta Adrián Varela, uno de los 70 habitantes de este núcleo gallego que solicitó ayuda al equipo de Ángeles López Agüera.

La solución no es entregarles bolsas de comida cuando su producción no es suficiente. Nosotros no damos nada, lo que hacemos es ayudar a estas personas a modificar su forma de actuar”, comenta la propia investigadora. Al final, la ciencia cuenta con tantas herramientas y recursos que incluso hace posible revivir poblaciones como O Couto, en Galicia, o La Primavera, en Colombia. Solamente se trata de aplicar un poco de sentido común, aderezar con el clásico ensayo/error y, sobre todo, mirar a nuestro alrededor y sacar partido a todo lo que nos ofrece la madre Tierra de forma respetuosa.

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