martes, 25 de xullo de 2017

Antes da Lusitânia: quando Portugal se chamava Ofiússa e nele viviam os Ofis

Ainda antes dos Lusitanos, viveram em Portugal os Ofis, cohecidos por seren adoradores das serpentes. Descubra a sua fantástica história.
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Ofiússa ou Ophiussa é o nome dado pelos antigos gregos ao território português. Significa Terra das Serpentes.
Os ofis viveriam, principalmente, nas montanhas do norte de Portugal, incluindo a Galiza. Outros dizem que estes viviam na foz dos rios Douro. Este povo venerava as serpentes, daí Terra das Serpentes ou serpes.

Existem alguns estudos arqueológicos que mencionam este povo e cultura. Alguns crêem que o dragão, muitas vezes representado como um grifo e originário de uma primitiva serpente alada – a “Serpe Real”, timbre dos Reis de Portugal e depois também dos Imperadores do Brasil, está relacionado com este povo, ou com os celtas que mais tarde colonizaram a zona, que por sua vez poderiam ter sido influenciados pelo culto ofi.
No século IV, o poeta romano Avieno, na Ora maritima, um documento inspirado por uma viagem marítima, anotou “Oestriminis” (ou o extremo ocidente) povoados pelos Estrímnios, um povo que vive naquela área desde há muito tempo, que tiveram que fugir das suas terras depois de uma “invasão de serpentes”.
Isto pode ser uma relação aos Sefes ou ofis (“o povo das serpentes”) e aos Draganos (“o povo dos dragões”), que vieram colonizar aquelas terras e formaram um território conhecido pelos gregos como Ofiússa. Alguns autores relacionam o povo Ofi com os druidas ou proto-celtas ou, até mesmo, antigos egípcios. Numa tradição egípcia, refere-se que as “serpentes” egípcias de Karnak ou Luxor teriam emigrado para a Europa.
Resumindo, os Estrímios terão sido os primeiros povoadores do território que hoje corresponde a Portugal. Estes foram invadidos pelos Ofis que, posteriormente, foram invadidos pelos Lusitanos.
Para saber mais sobre os Estrímnios:
Para saber mais sobre os Lusitanos:

Organización contra la precariedad: la cultura que se carga con la manta

Los vendedores se organizan de forma parecida en Dakar, Roma o Barcelona: la presión policial y las situaciones de racismo se producen sin importar el país

El Sindicato de manteros no quiere reproducir errores de otras luchas en la ciudad: no se desmovilizará pese a los planes del Ayuntamiento de Barcelona

"No creamos el Sindicato para conseguir 15 o 20 puestos de trabajo, sino para que se escuchara a los excluidos", dice el portavoz del colectivo, Aziz Faye

Primera parte | "Quiero irme a Europa, tengo que ayudar a mi madre" | Segunda parte | Vender en la calle en Dakar o plantar la manta en Barcelona | Tercera parte | Dejar la pesca para navegar las fronteras: los riesgos de migrar a Europa



Yeray S. Iborra / João França / Sònia Calvó
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Uno detrás de otro, y prácticamente en fila india. Como si de una contrarreloj ciclista se tratara, el goteo de personas con grandes sacos blancos a la espalda es constante en la parada de metro Besòs Mar, en Barcelona. Cada mañana, poco después de las ocho, llueva o truene, los manteros entran en la boca del metro, con destino al centro de la ciudad o al paseo marítimo. La vuelta a casa está menos coreografiada: cada uno regresa cuando puede. Depende de cómo se dé la venta.
Desde hace alrededor de cinco años, el barrio del Besòs, el cuarto más pobre de la ciudad (según la distribución familiar de la renta disponible), ha sido cobijo de la mayoría de vendedores ambulantes procedentes de Senegal. El barrio tiene experiencia en migraciones: los movimientos interiores, sobre todo de personas provenientes de Andalucía y Murcia, edificaron esta zona periférica de Barcelona en los años sesenta.
Los manteros han generado lazos en el barrio de litoral: la vida en comunidad es una de las máximas de las personas provenientes de Senegal. Así lo apuntaba el doctorando en migraciones, Abdoulaye Fall, en la mesa redonda "Visiones del Sur". Es algo que la activista del colectivo Tras la Manta, Áurea Martín, no sólo comparte, sino que pone en valor: "Ellos tienen su propia organización".
Las personas dedicadas a la venta ambulante llevan años –según Martín– generando vínculos de solidaridad. Es una forma de aguantar el chaparrón. Resistieron en silencio hasta el verano de 2015, cuando la presión en el centro de Barcelona se disparó.
En ese momento, activistas en lucha por los derechos de las personas migrantes generaron una red de solidaridad. Entre aquellos activistas se encontraba Rosa Sánchez, cantautora. "Se hizo una red de vecinas y vecinos que acudíamos con un teléfono de urgencias a las llamadas que nos hacían cuando venían grupos de 20 policías, a veces vestidos de paisano, simplemente a pegar".
Después nacería Tras la Manta, empujada por las conversaciones entre activistas de diversos colectivos como el Espacio del Inmigrante de Barcelona. No sería hasta unos meses después cuando, en estos espacios de diálogo, la idea de una plataforma que diera voz al colectivo, cobraría fuerza. A la postre se estaba gestando el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes.
Manteros;Venda Ambulant; Mercadillo Rebelde a las Ramblas
Venta ambulante en las Ramblas de Barcelona SANDRA LÁZARO
La idea sobre un sindicato, según cuenta uno de los portavoces del mismo, Aziz Faye, nace de las experiencias de algunos vendedores en uno de los países que más trajín de manteros ha tenido en Europa: Italia. Allí la organización de los vendedores fue necesaria mucho antes. Yendo más atrás de la cuestión, la autoorganización en Italia se suma a la propia capacidad organizativa que los vendedores ya tienen en Senegal.
"La organización la traen desde Senegal", asiente César Zúñiga, también del Espacio del Inmigrante, y una de las personas que ha apoyado al colectivo desde el principio. Buena muestra de ello han sido las diferentes iniciativas que el Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes ha emprendido en poco más de un año de vida: mercadillos rebeldes, una  cooperativa propia o incluso una recién estrenada firma comercial.
En Dakar existen hasta tres asociaciones que regulan la venta ambulante y que lidian con los Gobiernos locales para mejorar las condiciones de los trabajadores. Las organizaciones en Senegal, Italia o España comparten un mismo sino: todas han nacido fruto de la presión policial.
Una de las organizaciones que ha sido testimonio de primera mano del peso de la represión en las calles es SOS Racisme. Desde 2010, de los 77 casos que han atendido contra la Guardia Urbana, 44 tenían relación con la manta. Según sus datos, durante este tiempo –y de los episodios relacionados con la venta ambulante– se han producido tres casos de identificación por perfil étnico y doce de agresión física de agentes a manteros por actuación en la venta ambulante.
La abogada de SOS Racisme, Alicia Rodríguez, pone en palabras el abuso policial y el racismo inherente a algunas actuaciones. "Los policías que actúan de esta forma son conscientes del estado de indefensión de la persona. No tienen papeles y no pueden defender sus derechos", apunta. La situación se agrava si se suma que la manta vuelve a ser delito penal desde hace dos años. "Fiscalía está pidiendo delitos de dos años, y un vendedor ambulante puede terminar en prisión por vender 22 bolsos".
La opinión la matiza el Ayuntamiento de Barcelona. "Aquí hay un debate de fondo: ¿Qué tipo de seguridad queremos en la ciudad? Apuntando a la policía como un actor represor no solucionaremos nada. La izquierda no acepta la seguridad como propia: parece que la policía sólo haya hecho represión... ¿Cuántos casos hay de agresión y cuántas intervenciones hace la Guardia Urbana realmente?", sostiene Tatiana Guerrero, técnica del consistorio dedicada a los asuntos relacionados con la venta ambulante.
El portavoz del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, Aziz Faye, en las Ramblas
El portavoz del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes, Aziz Faye SÒNIA CALVÓ
El Ayuntamiento de Barcelona asegura que vivió una sobrepoblación de manteros en determinadas zonas de la ciudad el año pasado. El efecto llamada, fruto de la llegada masiva de turistas a la ciudad, atrajo a centenares de vendedores. La saturación del espacio con unidades de la policía se sucedió durante todo el verano; el mismo plan ya hace semanas que opera en la ciudad.
El dispositivo policial en la capital catalana ha transcurrido en paralelo a la respuesta social por parte del Ayuntamiento. Si bien su primer teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello, reconoce que "el Gobierno de Barcelona podría hacer autocrítica" por la tardanza de la llegada de los planes sociales, también se felicita por las medidas llevadas acabo en los últimos meses.
La más destacada, una  cooperativa integrada por ex manteros e impulsada en colaboración con el mismo consistorio. "Para la población estable de 250 vendedores, que consigan salida unos 70 es mucho. Teniendo en cuenta la ley de extranjería... Hay que tener mucha imaginación jurídica para saltar este muro", sostiene Pisarello. Precisamente por la ley de extranjería no son pocos los que han encontrado escollos para regularizar su situación. Más efectiva se ha mostrado la cooperativa, que ya tiene a 15 personas trabajando en ferias de la ciudad. La cooperativa provoca recelo por otros motivos.
La última gran movilización de personas migrantes en situación de riesgo, y pertenecientes a la economía informal, fue la de los chatarreros. Tras varias protestas de éstos –y los correspondientes rifirrafes con el Gobierno de Xavier Trias–, el Ejecutivo convergente montó una cooperativa que con el paso del tiempo desorganizó al colectivo. Apagó su voz política.
Así lo recuerda Áurea Martín, de Tras la Manta. Comparte la visión de la activista Aziz Faye. "No creamos el Sindicato para conseguir 15 o 20 puestos de trabajo, sino para que se escuchara a los excluidos", dice. Y prosigue: "Esa cooperativa tiene que ser independiente del Ayuntamiento, no para sus propagandas mediáticas". La razón de ser del Sindicato Popular de Vendedores Ambulantes es que, en un futuro, quien coja el metro en la parada Besòs Mar sin miedo a volver a casa sin material. Volver magullado. O no volver.

"Todos los festivales contratan de forma indecente y maltratan a los músicos nacionales"

Mónica Zas Marcos
http://www.eldiario.es/
Mientras PJ Harvey, Brian Wilson y 40 bandas más actuaban el año pasado en el Primavera Sound, surgía otro tipo de coro a sus puertas. Eran los cánticos de quienes se habían plantado ante las condiciones abusivas de los festivales y el maltrato a las bandas nacionales frente a los grandes cabezas de cartel.
La recién nacida Unión Estatal de Sindicatos de Músicos, Interpretes y Compositoras eligió el macroevento barcelonés en una declaración de intenciones que mantienen 365 días más tarde y en plena celebración del Día de la Música. "Las marcas y festivales se están ahorrando miles de euros con los músicos porque no estamos organizados sindicalmente. Es vergonzoso", clamaban. Volviendo la vista al presente, ¿ha mejorado la situación respecto a aquella primera asamblea?
David García Aristegui y Pablo Schvarzman, ambos portavoces del sindicato, tienen sentimientos encontrados. El orgullo por la acogida de los medios y el apoyo de personajes públicos se enfrenta a la falta de implicación institucional y de diálogo con las promotoras, salas y festivales. Aunque se registren pequeños gestos empresariales como la retirada del anuncio de Mahou, la gran batalla se libra ahora, con el arranque de la estación festivalera. 
"Todos los festivales contratan de manera indecente y todos maltratan a los músicos nacionales, les ponen a tocar a horas inhumanas y por una remuneración exigua", afirma David García en una entrevista con eldiario.es. El representante intenta ser ecuánime y no meter en el mismo saco a los más de 850 eventos que se celebrarán este verano en nuestro país. "Dicho esto, ni uno solo cumple la legalidad y eso que la mayoría recibe cuantiosas subvenciones", sentencia.
Como muestra, una cláusula de estos contratos: "La inexistencia de relación entre las partes/personal a cargo". Los festivales avisan a los posibles músicos de su cartel de que no estarán sujetos al Estatuto de los trabajadores y que deberán estar dados de alta como autónomos en la Seguridad Social. La Unión de Sindicatos filtró hace unos días este extracto para denunciar que se les fuerce a firmar contratos mercantiles.
Esta medida funciona bien para los músicos consagrados, muchos de los cuales se organizan en cooperativas y empresas. "¿Pero qué ocurre? Los grupos que empiezan ni siquiera tienen dinero para pagar la cuota de autónomos", afirma García. Ellos lanzaron un Manual de Buenas Prácticas precisamente para corregir esta situación, pero de momento solo ha sido aprobado por el Ayuntamiento de Barcelona.
Defienden que la norma debería ser un contrato laboral y un alta por parte del promotor en el Régimen Especial de Artistas. "¿Que nos mandaran a Cuba por pedir esto? Nosotros contestamos que se debe tratar a los músicos nacionales al menos igual de bien que a los extranjeros. Hoy por hoy eso no pasa, ni por aproximación", asegura García. Pablo Schvarzman, por su parte, ilustra con una anécdota el peligro de que no exista una relación laboral digna entre los músicos y los festivales.
"El Vida Festival nos invitó a mi grupo, Seward, a tocar en una presentación de prensa y nos redujo el caché con la condición de meternos al año siguiente en el cartel", cuenta el guitarrista. Pasado el tiempo acordado, Seward vio que les habían vuelto a omitir de la lista de bandas contratadas. "Dos años más tarde accedieron, pero por una quinta parte del dinero que habíamos hablado. Su respuesta textual fue que si no lo aceptábamos tenían a otras 900 bandas emergentes dispuestas a hacerlo gratis", cuenta Schvarzman. 
La banda Seward, del portavoz Pablo Schvarzman
La banda Seward, del portavoz Pablo Schvarzman
"No digo que debamos cobrar lo mismo que Radiohead, pero sí que se cumplan unos mínimos para evitar la pandemia de la precariedad musical", dice el portavoz. "Las bandas que empiezan, que no son todavía empresa y quizá nunca lo sean, tienen sus intereses legítimos y los eslabones más débiles de la cadena son los que deben estar más protegidos", se une a defender David García.
Esta profunda desigualdad entre los grupos se traslada a su vez al presupuesto de gasto para dietas, alojamiento y transporte. Un debate que, por desgracia, se puso sobre la mesa el año pasado a raíz del accidente de tráfico de Supersubmarina tras actuar en el Medusa Sunbeach Festival.

"Para evitar sustos"

"Si presentas una factura a un festival como autónomo o un empresario, asumes todos los gastos y todos los riesgos. Es decir, si sucediera un accidente in itinere, como ocurrió con Supersubmarina, todo sería responsabilidad del grupo, no de quien lo ha contratado", explica David García. El presidente de la Asociación de Promotores Musicales, Pascual Egea, salió a decir el año pasado que cubrían el choque de la banda jienense "por estar considerado dentro del Estatuto de trabajadores".
La Unión de Sindicatos denunció que se trataba de una excepción y que, como muestra la cláusula del principio, pocos festivales vinculan a sus bandas a dicho Estatuto. "El tema de la salud laboral está pendiente, ya no solo en festivales sino también en salas. Habría que plantear regulaciones para las bandas cuando están de gira o en ruta. Son cantidades irrisorias comparadas con los cachés que se mueven con los grupos extranjeros", se lamenta García, y alega que las bandas que empiezan deben tener cobertura y una remuneración digna para evitar sustos. 
"No pagas hotel, porque si te lo puedes ahorrar, fuerzas un poquito. Vas en dos coches hasta arriba con el bajo casi atravesándote la sien y te vuelves a tu casa sin dormir porque, por una actuación en el Primavera Sound a las 5 de la tarde, te dan 500 euros. Y a repartir", cuenta Pablo Schvarzman.
El músico estuvo el año pasado en una mesa debate del Monkey Week para hablar sin tapujos de una realidad que afecta solo a los de abajo. Piensan que lo ideal sería una propuesta como el Estatuto del Artista de la Unión de Actores y Actrices. "Incluso ellos tienen la obligación de pernoctar en un hotel cada ciertos kilómetros de gira y de ciertas comidas según los días", compara el guitarrista. 
Una situación que no mejora cuando se suben al escenario y tienen que actuar con un fondo patrocinado por el que no perciben ni un euro. Lo que en publicidad se llama product placement y que mueve cantidades muy elevadas de dinero, en música no existe. Esta se ha convertido en la última trinchera de los sindicatos en los festivales. 

"Parece que actuamos sobre un photocall"

Las marcas, sobre todo las cerveceras, saben sacar partido a los grandes eventosen época estival. Heineken con el Primavera Sound, Desperados en el Arenal o Mahou con el Gijón Sound Festival. Su presencia en las barras de bar, material de promoción y fondo de los escenarios se paga a través de caros contratos de patrocinio o convenios de colaboración. Lo que no se explican los músicos es que las bandas no reciban un aporte por tocar durante dos horas frente a un logo. Y aclaran que "no es una guerra contra las marcas, solo queremos que se regule". 
Heineken en el Primavera Sound
Heineken en el Primavera Sound
El sindicato aprovechó la polémica del anuncio de Mahou para abrir el melón de las marcas y su relación con la imagen de los grupos de música. "Hay muchos festivales en los que parece que los grupos tocan en un photocall", dice David García. El portavoz cuenta que esto ha causado problemas en alguna ocasión, incluido el año pasado en el Cruïlla con el grupo estadounidense Alabama Shake. "Tardaron dos horas en salir al escenario porque la cantante dijo que no tocarían hasta que no desapareciesen los logos, que no estaba en el contrato", cuenta.
Lo mismo ocurrió con Seward en el festival barcelonés, que directamente taparon con una manta el logo de Estrella Damm y el equipo del Cruïlla interrumpió su actuación. "Te avisan minutos antes de tocar de que debes renunciar a tus derechos de imagen. Es una práctica bastante habitual por desconocimiento de nuestros derechos o de las condiciones contractuales", afirma su integrante.
Lejos de parecer anecdóticas, estas situaciones ahondan en la precarización de un sector desprotegido que lucha por sobrevivir de su trabajo. "Queremos hacer un retrato con cifras. Si los intérpretes dijeron que solo el 8% puede vivir enteramente de su trabajo, estoy seguro de que en la música el porcentaje es aún peor", augura García.
La Unión de Sindicatos no quiere que sus peticiones se queden como aderezo al Día de la Música o que se evaporen cuando los festivales desmonten sus escenarios. Para eso exigen intervención institucional. "Si son conscientes a medio plazo de este problema, y fuerzan a sus promotores a contratar según la legalidad, el siguiente paso es que fuercen también a los festivales que subvencionan", concluye el portavoz sindical.
Un recordatorio de que, por mucho que el precio medio de las entradas haya subido un 32%, ese dinero no se destina a todos los músicos por igual. Aunque todos se dejan la piel por igual ahí arriba.

Por qué hay mujeres en India que están usando una máscara de vaca

Autor de una serie fotográfica con mujeres usando máscara de vaca, Sujatro Ghosh dice sentirse indignado por el hecho de que las vacas son consideradas más importantes que una mujer en India. Por su protesta, lo han amenazado, pero no se asusta.
BBC Mundo
http://www.24horas.cl/noticiasbbc/

¿Son las vacas más importantes que las mujeres de India?

Eso denuncia Sujatro Ghosh en un proyecto fotográfico que muestra a mujeres con una máscara de vaca.

"Estoy perturbado por el hecho de que en mi país las vacas son consideradas más importantes que una mujer, porque a una mujer que es violada le toma mucho más tiempo obtener justicia que a una vaca, a la que muchos hindúes consideran un animal sagrado", dice el fotógrafo , que vive en Delhi, a la BBC.

El trabajo del fotógrafo de 23 años se ha hecho viran en India, al tiempo que ha desatado la ira de algunos radicales hindúes.

India aparece frecuentemente en las noticias sobre crímenes contra mujeres y, según estadísticas del gobierno, se reporta una violación cada 15 minutos.

"Estos casos pasan años en los tribunales antes de que los culpables sean castigados. En cambio, cuando una vaca es sacrificada, los grupos extremistas hindúes inmediatamente van a matar o golpear a cualquiera que sea sospechoso del hecho", añade Ghosh.

El proyecto, según él, es "su manera de protestar" contra la creciente influencia de los grupos vigilantes de protección de vacas que se han visto envalentonados desde que el partido nacionalista hindú Bharatiya Janata, liderado por el primer ministro Narendra Modi, llegó al poder en mayo de 2014.

"Me preocupé por el linchamiento de Dadri (un musulmán al que mató una multitud hindú a causa de los rumores de que había almacenado y consumido carne de res, en septiembre de 2015) y otros ataques religiosos similares contra musulmanes por parte de vigilantes de vacas", cuenta Ghosh.


En los últimos meses, la humilde vaca se ha convertido en el animal más polarizador de India.
"Mezcla peligrosa de religión y política"

El partido Bharatiya Janat insiste en que el animal es sagrado y debe ser protegido. La matanza de vacas está prohibida en varios estados del país.

Hay castigos severos para los que infrinjan la norma y el parlamento está considerando aprobar la pena de muerte para castigar el hecho.

Pero la carne de vaca es un alimento básico para musulmanes, cristianos y millones de la casta dalit (antiguamente intocables o parias), que han estado en el extremo receptor de la violencia perpetrada por los grupos de vigilantes de vacas.

Casi una docena de personas han muerto en los últimos dos años en nombre de las vacas. Los blancos son escogidos a menudo basados ​​en rumores sin fundamento y los musulmanes han sido atacados incluso por transportar vacas para obtener leche.

Ghosh, que es de la ciudad oriental de Calcuta, dice que se enteró de "esta mezcla peligrosa de religión y política" después de que se mudó a Delhi hace unos años y que "este proyecto es una forma silenciosa de protesta", que cree que puede "tener un impacto".


Así que a inicios de junio, durante una visita a Nueva York, compró la máscara de vaca y, a su regreso, comenzó a retratar a las mujeres frente a lugares turísticos y edificios gubernamentales, en las calles y en la intimidad de sus hogares, en un bote y en un tren, porque "las mujeres son vulnerables en todas partes".

"Fotografié a mujeres de todas las partes de la sociedad, comencé el proyecto en Delhi, ya que la capital es el centro de todo: política, religión, la mayoría de los debates comienzan aquí", cuenta.

"Tomé la primera foto frente a la icónica Puerta de la India, uno de los lugares turísticos más visitados del país, luego fotografié a una modelo delante del palacio presidencial, a otra en un barco en el río Hooghly en Calcuta, con el puente de Howrah como telón de fondo", indica.


Sus modelos han sido hasta ahora amigas y conocidas porque, explica que "es un tema tan delicado, que habría sido difícil acercarse a extrañas".

Hace dos semanas, cuando lanzó el proyecto en Instagram, la respuesta fue "positiva, se hizo viral la primera semana, mis seguidores e incluso gente que no conocía lo apreciaron".
Amenazas

Pero después de que la prensa india lo cubrió y publicó la historia en Facebook y Twitter, comenzó el fuerte rechazo.

"Algunos escribieron comentarios amenazándome. En Twitter, algunos dijeron que yo y mis modelos debíamos ser llevados a la Jama Masjid [mezquita] de Delhi y ser sacrificados, y que nuestra carne debía ser comida por alguna una mujer periodista y una mujer escritora que los nacionalistas desprecien. Dijeron que querían ver a mi madre llorar por mi cuerpo", detalla.



Algunas personas también contactaron a la policía de Delhi, para acusar a Ghosh de instigar disturbios y pedir que lo arresten.

Ghosh no se sorprende ante la hostilidad y admite que su trabajo es un "comentario indirecto" hacia el partido Bharatiya Janat.

"Estoy haciendo una declaración política porque es un tema político. Pero si profundizamos en las cosas, vemos que la supremacía hindú siempre estuvo ahí, solo acaba de salir a la luz con este gobierno en los últimos años", señala.

Las amenazas no lo asustan. "No tengo miedo porque estoy trabajando por un bien mayor", dice.

Una consecuencia positiva del proyecto que se ha vuelto viral es que ha recibido muchos mensajes de mujeres de todo el mundo diciendo que también quieren ser parte de esta campaña.

Así que la vaca, dice, seguirá viajando.

Máximo histórico na temperatura do mar en Galicia: o prólogo de perigosos cambios

O afloramento, un fenómeno moi importante nas costas galegas, está diminuíndo debido ao cambio global, polo que o ecosistema está en perigo
Zona de cabo Silleiro, onde Portos do Estado rexistrou o máximo histórico na temperatura da auga. Imaxe: Wikicommons.
Zona de cabo Silleiro, onde Portos do Estado rexistrou o máximo histórico na temperatura da auga. Imaxe: Wikicommons.
Manuel Rey
http://www.gciencia.com/

No mes de xuño, coincidindo cunha vaga de temperaturas extremadamente altas en GaliciaPortos do Estado informou de que a súa boia de Cabo Silleiro, pertencente a Rede de Boias de Augas Profundas, rexistrara un máximo histórico de temperatura da auga:19,9ºC, representando un incremento de ata 1,25ºC respecto ao ano anterior. No resto da Península houbo valores igualmente significativos: máis de 27ºC en Tarragona, 23,5ºC en Bilbao-Vizcaya e 24,3ºC no Cabo de Gata. A subida xeral foi de entre 0,5 e 2,5 graos.
Desde a propia entidade estatal achacaban estes datos ao cambio climático. Pero, hai máis elementos a ter conta? Jesús Gago,investigador do Centro Oceanográfico de Vigo, do IEO, explica que “na temperatura da auga inflúen moitos factores; non existe un só que o explique”. Nas variacións térmicas dos océanos concorre “unha dinámica complexa, con correntes, as ondas, o vento, etc.”. Con todo, Gago sinala que existe un aumento de temperaturas nos últimos tempos, do que xa alertaron no IEO hai catro anos nun estudo realizado na ría de Vigo. “Estes datos confirman os nosos resultados”, expón.
E como afecta isto a Galicia? O investigador galego explica que o cambio global – Gago prefire empregar este termo en vez de cambio climático – está facendo diminuír o fenómeno do afloramento nas nosas costas. “Debido aos fortes ventos do norte durante o período estival, a auga fríaascende desde os 100-200m de profundidade ata a superficie. Este é o motivo polo que a auga das nosas praias é máis fría no verán que a do Mediterráneo. Pero isto está cambiando tamén, polo que é de esperar que aumente a temperatura”.
Temperatura da rede de boias de augas profundas de Portos do Estado. Sinaladas en vermello, as da costa galega. Fonte: Portos do Estado.
Temperatura da rede de boias de augas profundas de Portos do Estado. Sinaladas en vermello, as da costa galega. Fonte: Portos do Estado.
Como consecuencia disto, Gago anticipa que se van ver “unha serie de cambios en cascada: acidificaciónsecas e a aparición de especies de augas máis cálidas”. A isto hai que engadir, como xa se está vendo nos últimos anos, “que os eventos extremos se intensifiquen”, polo que cabería agardar “unha maior mortalidade de todo tipo de organismos mariños, desde moluscos a crustáceos, debido a vagas de calor, como xa sucedeu en anos recentes coa poboación humana en Europa”, conclúe Jesús Gago.

Apología de las vacaciones

Isaac Rosa
http://www.eldiario.es/
No pensaba cogerme vacaciones este año porque yo, como Cristina Cifuentes, también pienso que no tienen que ser una obligación sino una “opción voluntaria”, y no se me ocurre mejor sitio que estar aquí trabajando todo agosto. Pero mira, me habéis acabado convenciendo: si resulta que, como escucho estos días a quienes critican a Cifuentes, cogerse vacaciones aumenta la productividad y la creatividad, contribuye a la industria turística, disminuye las enfermedades cardíacas y además ayuda con el ejemplo a defender una conquista histórica y a reivindicar el derecho de los trabajadores más precarios, pues no voy a perderme yo todos esos beneficios: venga, decidido, me cogeré una semana.
Anda ya, que estoy de coña. Pienso cogerme el mes entero, agosto del 1 al 31. Y os diré lo que voy a hacer: levantarme cuando se me acabe el sueño, sin despertador. Desayunar sin prisa. Practicar deporte cuando me apetezca y vaguear cuando ídem. Comer y beber sin temer la modorra de la tarde y la resaca del día siguiente. Hacer algún viaje, ver amigos y familia sin prisas, leer ligero, ver pelis pendientes, follar en horario de oficina y perder todo el tiempo que quiera, ser felizmente improductivo, sin dedicar un solo minuto a recuperar trabajo atrasado ni planificar el venidero.
Hala, ahí dejo mi apología de las vacaciones, mi defensa del derecho a la pereza veraniega. ¿No deberíamos hacer todos lo mismo, defender las vacaciones más allá de que sean un artículo en el Estatuto de los Trabajadores; defender que sean un tiempo propio, liberado, al margen del trabajo y sin exigencias productivas? Es más: ojalá todos los dirigentes políticos, personalidades y famosos se dedicasen a hacer lo contrario que la hormiguita Cifuentes: defender sus vacaciones como mucho más que un derecho histórico o un beneficio para la salud o la creatividad: como una trinchera frente a la ofensiva productivista.
Sin embargo, fíjense lo que ha pasado estos días: sale la presidenta madrileña con su “ética del trabajo”, y para criticarla nos vemos obligados a defender las vacaciones con argumentos jurídicos (derecho laboral), históricos (conquista obrera), de salud (descanso del cuerpo, disminución de enfermedades), económicos (la industria turística que necesita gente de vacaciones), y por supuesto productivistas: que hay investigaciones que demuestran que el trabajador que disfruta vacaciones es más productivo que el que no, pues vuelve con más creatividad, ganas y fuerzas renovadas, y hasta puede aprovechar las vacaciones para aumentar sus competencias, estudiar idiomas y tal.
Ojalá políticos haciendo fotos de sus pies en la playa; colgando selfis con una cerveza helada y el “Aquí, sufriendo”; durmiendo la siesta del Tour; o ni eso: disfrutando de desaparecer, sin necesidad de exhibir imágenes de “descanso activo” (caminatas rajoyanas, carretitas en la playa, visitas culturales, lecturas sesudas…). Pero no: todos discretísimos, y todos dando a entender que están de vacaciones pero sin pasarse, descansando un poco pero solo para volver con más energía.
Y lo hacen porque, de lo contrario, les caerá un linchamiento estival en redes sociales y tertulias. Porque como bien sabe Cifuentes, lo que los ciudadanos esperamos de nuestros gobernantes es que estén siempre a pie de obra, que sean la lamparita que nunca se apaga; y porque en tiempos de retrocesos y desigualdad predomina el resentimiento hacia el “privilegiado” en vez de la rabia organizada contra quien te ha privado de tu derecho a las vacaciones.
Llámenme privilegiado, pero yo pienso hacer apología de las vacaciones. Cuando el trabajo invade hasta el último resquicio de nuestras vidas, hay que defender el subversivo derecho a la pereza y reivindicar las vacaciones como lo que deberían ser: lo contrario al trabajo, la liberación frente a la servidumbre laboral. Que ustedes las disfruten, que ustedes las peleen. Vivan las vacaciones.

“Nosotras morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones”

Janet, una mujer de 32 años y cuatro hijos que vivía con su marido en una aldea que atacaron los rebeldes. Mataron a su marido y la llevaron a ella y a sus hijos a la selva y, una vez allí, ataron a Janet a un árbol y la torturaron a base de apagar cigarrillos en su cuerpo y violarla. “Pasaron los días, la soltaron del árbol y la dieron de comer carne. Ella quería ver...


Caddy Adzuba y su lucha.
Alicia Ibarra
http://www.contrainfo.com/

Mujeres mutiladas, maltratadas y despojadas de su dignidad. Las violaciones y demás torturas sexuales que sufren las mujeres en la República Democrática del Congo por parte de los rebeldes durante el conflicto aún vigente va más allá de lo estrictamente físico, se trata de una forma de someter a una sociedad y de causar heridas irreparables al enemigo. “Es una guerra que se ha librado sobre el cuerpo de la mujer”, denuncia la congoleña Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 por su labor como activista y periodista que defiende los derechos de las mujeres, en los cursos de verano que la Universidad Complutense realiza en El Escorial.
A través de sus ojos, la periodista refleja las crueldades que ha visto en su país, el segundo más grande de África; un lugar que ha sufrido dos guerras en los últimos veinte años dejando una sociedad completamente destruida a su paso. En la zona Este del Congo, donde se encuentra la Asociación de Mujeres de los Medios de Comunicación en la que participa Adzuba, los rebeldes siguen perpetrando crímenes horribles y destruyendo aldeas. “Violar no es sólo forzar a una mujer a tener relaciones sexuales, es un feminicidio”, declara la periodista.
La periodista congoleña Caddy Adzuba ha sido galardonada este miércoles con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014 que se celebra en el hotel de la Reconquista de Oviedo.
Caddy Adzuba nació en Bukavu, República Democrática del Congo, en 1981. Es licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukay y ha trabajado para la organización no gubernamental Search for Common Ground (EEUU). Actualmente, es periodista de Radio Okapi, emisora de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO), que, desde 2002, emite en todo el país. Está amenazada de muerte desde que denunció la violencia sexual que sufren las mujeres de su país, en guerra desde 1996. Ha estado a punto de morir asesinada en dos ocasiones y tiene protección de Naciones Unidas. 
Reconocida activista por la libertad de prensa, la reconstrucción de la paz y los derechos humanos, especialmente los de la infancia y las mujeres en zonas de conflicto, Caddy Adzuba denuncia, a través del periodismo, las torturas y violaciones de las que son víctimas las mujeres y las niñas congoleñas y promueve su reinserción en una sociedad en la que son, por este hecho, repudiadas.
Las innumerables historias que hay detrás del conflicto, que también es conocido como uno de los mayores genocidios que se han producido en la era moderna, se hacen patentes cuando Adzuba muestra fotografías de las agresiones a mujeres y niños. En ellas se puede ver cómo las botellas de plástico derretidas o las cuchillas son sólo algunas de las formas en las que las mujeres son agredidas sexualmente y también cómo las matanzas de bebés son algo desgraciadamente común.
“Cuando una mujer es mancillada y proscrita es expulsada de la sociedad hasta por su propio marido”, cuenta la activista. Para que esto no suceda, el ginecólogo congoleño Denis Mukwege, premio Sájarov el pasado año, ayuda a la Asociación reconstruyendo a las mujeres. “El cuerpo de la mujer es un campo de batalla”, critica Adzuba.
Uno de los casos más impactantes que ha contado durante su conferencia ha sido el de Janet, una mujer de 32 años y cuatro hijos que vivía con su marido en una aldea que atacaron los rebeldes. Mataron a su marido y la llevaron a ella y a sus hijos a la selva y, una vez allí, ataron a Janet a un árbol y la torturaron a base de apagar cigarrillos en su cuerpo y violarla. “Pasaron los días, la soltaron del árbol y la dieron de comer carne. Ella quería ver a sus hijos y no la dejaban, hasta que un día le dijeron que la carne que le habían dado para alimentarse eran sus hijos. Ella no asimilaba aquello y le trajeron un saco con las cabezas de los tres niños”, relata Adzuba haciendo que la sala de oyentes estremeciera.
Por desgracia, no es un hecho aislado, sino que se produce “casi a diario en el Congo”. En otra ocasión, a dos de las compañeras de la Asociación las mataron y a otras dos las violaron de tal forma que no lograron sobrevivir. “Las carreteras están en muy mal estado y a veces no llegan al hospital a tiempo”, cuenta la activista sobre la muerte de sus compañeras.

La hipocresía de Occidente

Sin embargo, para Adzuba todo esto no sucedería si los rebeldes no tuvieran armas. “¿Quién es el salvaje, el que comete los crímenes o quienes les dan las armas? Nosotros morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones”, señalaba con el dedo la periodista a la gente de la sala. “Las mujeres mueren a cada segundo y son violadas por culpa del progreso tecnológico”.
Según cuenta la congoleña, el coltán que procede de su país y de Colombia hace que empresas multinacionales estén interesadas, financien las armas y provoquen situaciones de guerra. “No es una guerra africana, son los europeos y americanos los que están matando a los africanos”, remarcaba.
Para Adzuba lo peor de todo es que cuando esa población indefensa quiere salir del Congo y evitar un conflicto provocado por los intereses de las multinacionales, cruzan el mar les llaman “inmigrantes clandestinos”. “Nos imponen la guerra en nuestro país y no quieren que huyamos de ese terror”, critica a las instituciones Occidente a la que vez que las acusa de hipócritas.
“El Banco Mundial nos manda dinero y muchas organizaciones nos mandan ayuda; lo único que hacen es devolvernos lo que nos han robado”, sentencia Adzuba. Igual que ella, muchos congoleños sólo quieren la paz y concienciar a las personas de cómo es la situación que vive su país. “Sólo pedimos vivir”.