mércores, 2 de outubro de 2019

Diana López Varela nos cuenta por qué España no es país para coños

Cuando vives en un país en el que cada semana muere una mujer por violencia machista, donde hay una violación cada siete horas y en el que la brecha salarial es la sexta más alta de Europa, te queda claro que éste no es un país para coños. Entrevistamos a Diana López Varela, la autora del ensayo No es país para coños, que explica, entre otras cosas, por qué, si piensas feminista, follas mejor.




Elizabeth Casillas



«Es muy importante que las cosas del coño dejen de ser un coñazo»

Diana López Varela (Pontevedra, 1986) saltó a la palestra cuando una entrada en su blog Suspenso en religión se hizo viral. Eran los buenos tiempos del otrora ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, cuando el diputado del Partido Popular se hacía fuerte con su ley del aborto. López Varela tuvo a bien decir lo que muchas mujeres pensaban, que nuestro coño era nuestro. Trabajando como guionista, bloguera y columnista, después llegaría su primera obra de teatro breve No es país para coños, que ahora ha convertido en ensayo de la mano de Ediciones Península. Precisamente de este ensayo sobre la necesidad de una sociedad feminista hablamos con la, ahora también, escritora gallega.
Empezando por lo obvio, ¿por qué España no es un país para coños?
Precisamente lo más obvio es que tenemos casi una mujer muerta por violencia machista cada semana, hay una violación cada siete horas, hay una brecha salarial que es la sexta más grande de Europa, con un 20% de diferencia entre hombres y mujeres; la conciliación está pensada únicamente para la mujer, la maternidad sigue siendo un asunto de mujeres… Además, se sigue educando en expectativas de género, se crean mujeres adictas al amor y dependientes emocionales. Tampoco hay educación sexual ni menstrual. En España, la prostitución es ocio absoluto. Son muchas cosas.
A la escritora Elvira Lindo no le ha sentado muy bien la presencia de la palabra “coño” en el título de tu libro. ¿Crees que es necesario emplear el lenguaje como mecanismo para llamar la atención y ser escuchadas?
No lo hice conscientemente. Surgió a raíz del artículo Mi coño, que publiqué sobre la ley del aborto en 2013, que funcionó muy bien y viralizó. Creó un discurso y llamó la atención de mucha gente joven y muchos hombres. Es verdad que las palabras generan expectativas y que, sin yo saberlo, aquello se convirtió en una especie de estrategia de marketing para hablar de feminismo. Lo único que puedo decir respecto a Lindo es que cada una tiene su público y seguramente no sea el mismo. La admiro desde que era pequeña pero creo que se equivoca porque hay más mujeres que utilizan ese tipo de lenguaje “punki” o soez y que ha conseguido que la gente joven se acerque al feminismo. Se trata de contar las cosas como las contarías con tus amigas. Para mí es muy importante que las cosas del coño dejen de ser un coñazo.
Otra de las cosas que comentas en el libro es que las mujeres podemos criticarnos entre nosotras y seguir siendo feministas.
Creo que sí, al fin y al cabo somos seres humanos independientes con cerebro. Precisamente la razón del feminismo es la libertad. Precisamente como quiero que las mujeres tengamos voz, cada una va a tener la suya. Amarna Miller apelaba a la sororidad para que otras feministas no se metiesen con ella por el vídeo promocional del Salón Erótico de Barcelona. Yo la critiqué porque me parece absurdo llevar la sororidad al extremo de no poder criticar a otra mujer ni a otra feminista. Nos estaríamos convirtiendo en gilipollas y haciéndole un flaco favor al feminismo, que lo que pretende es que todas tengamos voz de una vez por todas.
Hay actrices y cantantes que no han tenido problema en definirse como feministas, incluso grandes marcas comerciales que lo emplean en sus campañas. ¿Está el feminismo de moda?
Creo que sí, y me alegro por ello. También han estado de moda el movimiento gay o el black power. Y no me parece mal, al contrario, me parece fabuloso. Significa que la gente que no lo conoce se va a preguntar qué es el feminismo y por qué es necesario. Es estupendo que las famosas hablen de ello y lo saquen en sus shows, y así llegue a todo el mundo.
«Los micromachismos importan, son el germen de la violencia contra la mujer»

¿Cuánto ayuda a esa divulgación del feminismo el papel que desempeñan mujeres como Caitlin Moran o Lena Dunham?
Moran, Dunham, Ellen DeGeneres, Jemima Kirke, Amy Schumer… Todas ellas están visibilizando el feminismo. Desde la cultura mainstream están convirtiendo algo reducido en algo popular, en un movimiento que sabe adaptarse a los tiempos, que puede llegar a gente joven y que es independiente de cómo vista cada una de las mujeres que se involucre. No es gratuito que le estén dando voz, ellas que están dentro de la industria saben que no se las trata igual por ser mujeres.
Además, lo hacen alejándose de los marcos teóricos y llevándolo a lo cómico, rompiendo el mito de que la feminista es una mujer seria y sin sentido del humor. Es también lo que intentas tú hacer.
Sí, prácticamente todo se puede tratar con humor. Quizá la violencia o los malos tratos sean temas más delicados, pero creo que hasta la muerte se puede tratar con humor y los anglosajones son mucho más valientes que nosotros ahí. Y que una tía joven salga a hablar con humor de su sexualidad e incluso de sus problemas mentales es algo fabuloso. En base a mi experiencia, funciona. Podemos utilizar el sentido del humor y reírnos de nosotras mismas para protestar sin que eso signifique hacernos débiles y sumisas.
¿Crees que esta mayor aceptación en la sociedad nos ahorrará explicar de nuevo que las feministas no odiamos a los hombres?
Desgraciadamente, esa explicación yo la sigo dando porque hay a quien le da alergia el término “feminismo”, seguramente por una cuestión etimológica de asociarlo al opuesto de “machismo”. Y hay mucha gente con miedo al concepto. Cualquier persona con un espíritu de libertad y democrático debería ser feminista. Es una cuestión de ignorancia. Lo intento explicar en mi libro: el feminismo no es odiar a los hombres, no es establecer una sociedad liderada por mujeres; lo que busca es una sociedad más justa para todos. No llegaremos a la igualdad hasta que los hombres se incorporen a la lucha feminista.
¿Te da la sensación de que productos con un mensaje feminista como Girls o el libro de Rebecca Solnit sobre el mansplaining llegan sólo a un reducto de público muy concreto que, además, ya tiene interiorizado ese discurso?
En el caso de Girls, su problema es el nombre, que la hace parecer destinada a un público femenino, y eso es culpa de nuestra educación y estructura patriarcal. Orange is the new black también es bastante feminista pero la ven más hombres porque tiene ya un discurso sobre la cárcel, hay sexo… Pero creo que sí se ha acercado mucha gente a Girls que no se consideraba feminista, pero estoy convencida de que el mensaje va calando.
«Las chicas hemos hecho mucho el amor y hemos follado poco»

En tu libro dedicas espacio a la importancia del sexo desde una perspectiva feminista. ¿Es importante que todos entiendan que el sexo no es sólo cosa de una persona ni lo que se ha visto hasta ahora, por ejemplo, en el porno?
Yo trato mucho el tema porque, en primer lugar, llama la atención una mujer hablando de sexo y ahora somos muchas las que lo hacemos. A todas y a todos nos gusta hablar y leer sobre sexo. La sexualidad que tenemos es heredada de una cultura donde se idealizaba la virginidad de una mujer, un bien necesario para el matrimonio, y donde la sexualidad femenina ni se ha respetado ni se ha considerado un problema en la relación, porque las relaciones falocéntricas servían para lograr el embarazo y para que el hombre disfrutase.
En mi libro hago un llamamiento para salir del armario en este sentido y nos echo también la culpa a las mujeres, que llevamos fingiendo orgasmos mucho tiempo pese a que hay estudios que indican que sólo el 25% de mujeres se corre con la penetración (y es una cifra que me parece optimista). Me gusta hablar de ello porque los hombres deben aprender un poco sobre el sexo de las mujeres, y el porno mainstream es una malísima educación sexual.
Además, si piensas feminista, follas mejor, ¿no?
Claro, significa quitarte todos tus complejos. Ha habido mucha censura social, nuestras madres y abuelas no podían pedir ciertas cosas en la cama porque no estaba bien visto o ni siquiera se contemplaba. Pero también nosotras nos autocensuramos hoy. Debemos pensar sin complejos, pensar para disfrutar, porque hemos relacionado mucho el sexo con el amor influenciados por la cultura popular, y las chicas hemos hecho mucho el amor y hemos follado poco. Debemos follar también para conocernos a nosotras mismas y para escoger mejor a nuestras parejas, sexuales y sentimentales.
Hablas en el libro de micromachismos. ¿Existen los micromachismos o todo es machismo? Es decir, ¿incluir el prefijo puede restarle importancia al tema?
Sí. Micromachismos son esas actitudes como piropos, acoso callejero, paternalismo, acoso laboral o la cosificación que sufre la mujer que tenemos tan interiorizadas que nos preguntamos si hace falta protestar por ello. Pero, sin embargo, es muy importante, ya que esas actitudes son el caldo de cultivo de todo lo demás, son el germen de la violencia contra la mujer. Así que el “micro” es una etiqueta que no me convence.
También mencionas la maternidad. ¿Crees que está cambiando el tabú sobre las distintas formas de maternidad o incluso sobre el hecho de decidir no ser madre?
Me parece maravilloso que las mujeres que son madres rompan mitos en torno a la maternidad. Ser madre no es un paseo por el parque y, aunque muchas veces es un proceso bonito, es duro. Hay sufrimiento psicológico y físico, y nunca se ha respetado sus emociones ni su cuerpo porque parir era una obligación y un don que tenemos por gracia divina, que está en nuestros genes. Es positivo que las madres se manifiesten y que aquellas mujeres que no quieren serlo digan que no necesitan tener un hijo para realizarse. Es curioso que los gobiernos alienten a las mujeres a ser madres al mismo tiempo que las maltratan por otros vías, como en el plano laboral. Conozco amigas a quienes les han preguntado en entrevistas de trabajo si tienen pensado ser madres.
Hay una frase en el libro que me ha gustado mucho. Dices que «ni la depilación ni la altura de tus tacones definen el lugar que quieres tener en el mundo como mujer».
Es que muchas veces se ha relacionado el feminismo con poca feminidad, entendiendo la feminidad clásica de mujer pintada o vestida sexy. Y, sin ir más lejos, Beyoncé se ha declarado feminista. La estética no tiene nada que ver con la forma de pensar. Cada una puede ir y pensar como le dé la gana sin que esté reñido con el feminismo.

Fotografía: David Freire






































«No llegaremos a la igualdad hasta que los hombres se incorporen a la lucha feminista»

Antes, No es país para coños fue una obra de teatro. ¿Es muy machista el mundo de los escenarios y la cultura en general?
Tenemos varios problemas. Por ejemplo, la juventud es un bien mucho más valorado en una mujer, que parece que tiene que ser eternamente joven si va a ser actriz o presentadora. También influye que el mundo está contado por hombres: la mayor parte de la literatura y el cine que hemos consumido en nuestra vida lo han hecho hombres (aunque hablen de mujeres), y creo que el principal escollo de la cultura en estos momentos, aunque está mejorando y somos muchas las que luchamos por que haya historias con voz femenina, es que sigue habiendo pocas guionistas, directoras de cine, músicas… Estoy convencida de que cuando el porcentaje de protagonistas mujeres en la cultura sea mayor, repercutirá en favor de la igualdad en el resto de la sociedad. Tampoco hay mujeres en los puestos directivos en la industria ni en los medios de comunicación.
Sí, parece que no hay manera de romper ese techo de cristal, que no se ve reflejado el hecho de que haya mayoría de mujeres en las facultades.
Aquí hay dos cuestiones. Una es que las mujeres pasamos por todos estos obstáculos de los que ya hemos hablado, como la maternidad. La otra cuestión es que, por culpa del patriarcado, nos sentimos a nosotras mismas inferiores, incapaces y vulnerables. Está demostrado que nos cuesta más hablar en público, que somos más inseguras. Pero claro, mientras que los hombres llevan toda la historia llevando la voz cantante y dando la cara, nosotras hemos salido a la esfera pública hace sólo cien años, y las cosas no se cambian de un día para otro. Es verdad que tenemos empleos más precarios, que nos pagan menos, que nos enfrentamos a la maternidad, pero, además de todo eso, no es menos cierto que nos da miedo asumir roles de poder. Nos da mucho más miedo mandar, porque somos autoexigentes, tenemos más miedo a cagarla y ser criticadas… Esto es así porque nos faltan referentes. Además, se es mucho más cruel y crítico con las mujeres al poder que con los hombres.
¿Piensas que internet y las redes sociales pueden hacer que partas de una mayor igualdad a la hora de expresarte? En tu caso, por ejemplo, fue tu blog lo que te sacó a la esfera pública.
Es una herramienta estupenda, aunque tenga cosas horribles como el acoso en internet, que es incontrolable. Si no me equivoco, Lena Dunham también empezó a través de internet y hay muchas más personas interesantes. Es muy sencillo y prácticamente todos tenemos posibilidad de acceder a internet, y nos permite cosas importantes como contar nuestras propias historias, crear redes laborales, estudiantiles…
¿Tienes la esperanza de que alguna vez este sí sea un país para coños?

Si no la tuviera, no habría podido escribir este libro, y mi lucha y la de muchas mujeres serían una estupidez. Obviamente sí que hay esperanza y, aunque me queje y haya cosas que han empeorado como el acoso en internet, hay mucho en lo que hemos avanzado y donde aún vamos a avanzar más. Como hemos hablado antes, el feminismo está de moda y, como tal, es algo reciente y estamos empezando. Sin embargo, costará tiempo porque venimos de una sociedad patriarcal y de arrastrar siglos y milenios al servicio del hombre y al cuidado de los hijos. La ONU calcula que la Europa occidental tardará 80 años en romper la brecha salarial. Lo que hay que hacer es no darse por vencidos un solo momento, porque los derechos igual que se consiguen, se pierden y hay que estar alerta siempre. Pasó con la ley del aborto, una lucha de nuestras abuelas y madres y que pensábamos que ya la teníamos ganada y no nos la iban a quitar. Pero sí, por supuesto que hay esperanza, si no no estaríamos hablando tú y yo ahora.

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