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Sandra S. Guerra
Cada vez somos más quienes apostamos por reducir el consumo de plásticos de un solo uso y con ello intentamos que no se cumpla la predicción del Foro Económico Mundial de que en 2050 habrá más plásticos que peces en el mar si se compara su peso. Pero nuestras elecciones no solo son individuales, sino también colectivas, y por eso mismo la industria del entretenimiento debe ponerse en marcha y tomar conciencia en cuanto a sostenibilidad se refiere. Las empresas organizadoras de festivales de música ya están dando los primeros pasos para reducir el impacto medioambiental de sus eventos.
Con un depósito de uno o dos euros, que te puedes reembolsar al final del evento, festivales como Sónar y Low Festival fomentan la reducción de residuos en su edición 2019. Mientras, el FIB lleva plantados 450 árboles para compensar sus emisiones de carbono. La mayoría de festivales nacionales con mayor poder de convocatoria ya recogen en sus páginas web su compromiso con la sostenibilidad a través de varias medidas, como el uso responsable del agua o la recogida selectiva de residuos para su posterior reciclaje. Es el caso, entre otros, del Bilbao BBK Live o el Primavera Sound, reconocido desde 2016 por A Greener Festival (AGF), una organización británica sin ánimo de lucro que ayuda a las organizadoras de eventos a ser más verdes, como un festival de música a felicitar por su concienciación.
Jone Pérez, ingeniera química y auditora española de AGF, explica a LOS40 que, aunque el trabajo de la asociación en España es muy puntual en comparación con otros países europeos, este año han auditado a tres festivales nacionales: el mencionado Primavera; el Sonidos Líquidos, un festival que se celebra en Lanzarote y tiene “medidas de sostenibilidad muy interesantes; y el Own Spirit Festival de Huesca, que se celebra a finales de julio.
Hay una tendencia de mayor interés o bien porque lo demanda la sociedad o porque los patrocinadores ven que puede verse en peligro su imagen si un festival no tiene en cuenta la sostenibilidad. Jone Pérez
La organización, que lleva más de 10 años en activo, nació como una web donde se recogían buenas prácticas y ahora ofrecen auditorías a los festivales para poner a prueba su sostenibilidad. “Hay una tendencia de mayor interés”, comenta Jone Pérez. “O bien porque lo demanda la sociedad o porque los patrocinadores ven que puede verse en peligro su imagen si un festival no tiene en cuenta la sostenibilidad. Ningún patrocinador quiere ver su marca asociada a un festival que ha llenado de plástico una playa”. El primer objetivo es ese: ser plastic free y seguir los pasos británicos del Glastonbury, que en su edición de 2019 ha prohibido la venta de botellas de agua de plástico fomentando el uso de botellas reutilizables y aumentando las fuentes en su recinto.
La organización Raw Foundation, que destina parte de sus esfuerzos a trabajar con festivales del Reino Unido para reducir el consumo de plásticos de un solo uso, publicó en marzo de 2018 una guía en la que se pueden conocer, en primer lugar, el etiquetado de los plásticos y qué riesgos supone su reciclaje para así aplicar un plan de acción con tres pautas: eliminar botellas, pajitas, platos, acreditaciones, pulseras o dinero propio del festival que contenga plástico y reducir lo máximo posible este material; impulsar la reutilización con incentivos, como se hizo en el Festival de Reading y se está llevando a cabo en España; y, por último, reciclar de forma eficiente.
Raw también expone en la guía que invertir en vasos reutilizables te puede proporcionar beneficios adicionales, ya que con distintos diseños se puede animar al público a coleccionarlos. Dentro del ecosistema de un festival, manifiestan que sus organizadores tienen el poder (y el deber) de controlar lo que se consume en su recinto, además de poder concienciar e inspirar a sus asistentes, no sólo con puntos limpios, sino también al ver que los artistas en cartel, el staff, el equipo técnico y toda la organización implicada promueve un consumo más responsable.
Pero la sostenibilidad va mucho más allá
En las auditorías que realiza AGF para otorgar las certificaciones de Outstanding, Highly Commended, Commended e Improver, se tienen en cuenta varias categorías como el ecosistema de la zona, el impacto local, la movilidad y el transporte, el uso de la energía y electricidad, las compras a los proveedores, los desechos sólidos y el reciclaje, el uso del agua y el tratamiento de las aguas residuales, los sistemas de gestión de acuerdo a la ley y el CO₂ que se produce. “Les preguntamos a los festivales si se mira el impacto en el lugar que ocurre el evento, ya sea respecto a la biodiversidad o a la comunidad. Si se hace un estudio de las plantas y animales que hay y cómo les puede afectar; si hay un canal de comunicación con los vecinos para que ellos puedan transmitir cualquier incidencia o donde se les invite a participar… Que sea algo que no se instale ahí de forma invasiva”, explica Pérez al respecto de las dos primeras categorías.
También es importante saber si la organización impulsa el transporte público frente al vehículo privado o si “evalúan a sus proveedores”, comprando materiales certificados como sostenibles e impulsando la máxima de reutilizar y reciclar todo lo posible. Por otro lado, el factor energético es un tema que “les preocupa mucho y se tiende a sobredimensionar”. Con lo cual, si tienen una división por zonas, se puede identificar en cuáles se consume más y cuáles se pueden reducir, con una simultánea apuesta por las energías renovables.
Al ser eventos temporales y períodos cortos de trabajo, la gestión sostenible puede ser más difícil de implementar, pero organizaciones y consultoras especializadas están ayudando actualmente a los festivales a reducir el impacto medioambiental. “En Holanda, el Gobierno está exigiendo ahora más en materia de sostenibilidad a los eventos (…) y nuestra certificación se considera una manera de verificar que están tomando acciones”, cuenta Pérez.
Una vez que un festival consigue una de las certificaciones, pueden compartir sus buenas prácticas en las conferencias organizadas por AGF. Este año, es la quinta vez que auditan al Primavera Sound y destacan que ha conseguido, con sus medidas de sostenibilidad y su proyecto de eficiencia energética, estar en el mismo plano de los festivales ecologistas de música, creados desde sus inicios con la mira puesta en una vida más considerada con la naturaleza.
El francés We Love Green, el BUP Enviromental Fest en Portugal o el Rototom Sunsplash en Benicàssim, que también ha trabajado codo con codo con AGF, son algunos ejemplos de festivales a la cabeza en este tema, impulsando también el comercio justo, los productos locales y una mayor oferta de comida vegetariana y vegana. “Creemos que cada evento tiene una fuerte responsabilidad social y puede llegar a ser un ejemplo para su comunidad”, argumenta Filippo Giunta, director del Rototom Sunsplash. “La música tiene el potencial de unir a las personas, pero hay que ser conscientes de que nuestra diversión no puede afectar a nuestro entorno. (…) Es importante invitar al público a una vida más saludable, solidaria y respetuosa, tanto con el medio ambiente como con el prójimo”.
Stand up for Earth es el lema de la edición 2019, que tendrá lugar a mediados de agosto y donde han fomentado la filosofía plastic free, extendiendo el uso de platos y cubiertos de biocompostaje y las pajitas de maíz. Del sistema de vasos reutilizables, destacan que “se ha convertido en una acción social. Desde 2017, el euro abonado previamente por cada vaso puede ser donado a favor de un proyecto que el festival apoya, depositando el vaso en uno de los contenedores instalados en el recinto”. Lo recaudado en 2018 fue para Proactiva Open Arms, la ONG de rescate humanitario en el Mediterráneo.
Uno de los criterios que también valora AGF es la sensibilización, sobre y fuera del terreno, que promueve la organización. “Implicar a los artistas, que son modelos a seguir, puede hacer que el mensaje cale mucho más”, sostiene Jone Pérez. Otra fórmula es colaborar con asociaciones para realizar talleres y coloquios de concienciación, como el que abrirá el Rototom Sunsplash este año de forma conjunta con Greenpeace. “Apoyar su labor significa dar más valor a nuestros mensajes de compromiso social y medioambiental”, esgrime Giunta. La conclusión es clara: el esfuerzo es de todos y no hay mejor momento que éste para hacer más por nuestro planeta.
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