David Torres
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No he visto todavía El renacido, una de las grandes triunfadoras de los Oscars, aunque tampoco importa mucho, porque, pensándolo bien, sí que la he visto. Cualquier cinéfilo experto, e incluso cualquier aficionado de medio pelo, ya conocía la película de Iñárritu en su versión anterior, El hombre de una tierra salvaje, de Richard Sarafian, 1971, con Richard Harris y John Huston. Prácticamente casi todo el mundo coincide en señalar que la película de Iñárritu es muy superior al original, sobre todo teniendo en cuenta que los mejores planos son de Andrei Tarkovsky, como se ha molestado en señalar en un video el diseñador ruso Misha Petrick. No sólo hay semejanzas en el aspecto visual, en las formas materiales, en los paisajes desolados y en las perspectivas escogidas, sino que la entera gramática visual está calcada de la obra del gran cineasta soviético, muy en especial de Andrei Rublov. A esto, sin embargo, no se le llama plagio: se le llama homenaje. La diferencia es que detrás hay mucho dinero.
Desde que apareció en primera plana de la política española, Pdr Snchz también daba una turbadora impresión de dejá vú, de algo que ya habíamos visto antes en otros secretarios generales del PSOE, en Felipe, en ZP, esa tendencia de púgil resabiado a amagar con la izquierda y golpear con la derecha. El chiste lo contó Pajares allá por la Primera Transición para aplicarlo a Adolfo Suárez, y fue quizá el primer chiste político que asomó a nuestra televisión pública; tal y como marcha el país y los pactos de desgobierno, también pudiera ser el último. Por algo Pdr Snchz ha establecido una alianza con Albert Rivera, con quien comparte, entre otras cosas, la tentativa de montar una Segunda Transición, es decir, un giro de 360º a la situación actual para quedarnos exactamente dónde estábamos.
Con todo, a quien más se parece Pdr Snchz, tal que dos gotas de leche, es al artista anteriormente conocido como Pedro Sánchez, el hombre que fue consejero de Caja Madrid de 2004 a 2009 bajo la vara de pastor de Miguel Blesa, aunque, como ha confesado varias veces, él nunca participó en la estafa de las preferentes ni estaba al tanto de las grandes decisiones bursátiles. Sánchez, por aquel entonces, aún tenía todas sus vocales intactas y por eso no se enteraba de nada. Era sólo un mandado (un “diputado raso”, según su propia terminología), igual que cuando defendió la reforma del artículo 135 de la Constitución, el mismo conjunto de leyes sagradas que no se puede tocar salvo para beneficio de banqueros.
A Pdr Snchz, el renacido, un oso electoral por poco se lo come vivo. Salió de los comicios con el peor resultado electoral de la historia del PSOE y un montón de diputados devorados por el camino. Uno de los videos estrellas de su campaña era un anuncio presidido por el lema “corta con la derecha”, donde se decía literalmente: “Tengo muy claro que no quiero que sigas decidiendo sobre mi vida. Pero ni tú (y en la tele aparecía la jeta de Mariano), ni nadie como tú (y a su lado asomaba el inefable Albert Rivera)”. Lo tenía muy claro Snchz, pero ya no lo tiene tanto. A la hora de sobrevivir, lo ha pensado mejor y ha preferido pactar con el oso, aun a costa de los dos brazos. Por algo la mano cortada del PSOE empuña un capullo.
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