Reflexionamos acerca de la idea de estar enamorado —sexual y emocionalmente— de ti mismo.
Mahoro Seward
"¡Si no puedes quererte a ti mismo, ¡¿cómo demonios vas a querer a otra persona?!" ya se ha convertido en un poderoso llamado de la cultura pop, cortesía de RuPaul’s Drag Race. Pero, a pesar de que la frase ya es omnipresente, parece que la gente se está tomando el mensaje sobre el amor propio de Mama Ru cada vez más en serio. Según algunos informes, la demanda de ceremonias de automatrimonio tipo "Come, reza, ama" está en pleno apogeo y, por menos de 3000 euros, algunos proveedores de servicios están empezando a ayudar a aquellos que buscan embarcarse en una larga vida de "sologamia".
Esta particular práctica del automatrimonio podría verse más bien como una extensión extrema del cuidado personal y, de hecho, una tendencia sexual difícil de alcanzar que profesa experimentar una legítima atracción sexual y romántica hacia uno mismo. No me malinterpretes: ha habido momentos raros en los que me he encontrado en el espejo y he pensado "¡guau!", pero al reflexionar sobre eso, creo que era un cumplido a lo que llevaba puesto, y no estoy seguro de que apreciar a mi 'yo' mejorado por cosas materiales que cuidadosamente he escogido coincida con lo que podría describirse como una autoatracción sexual.
Primero pensé que la autosexualidad podría tener algo que ver con los gays blancos convencionalmente atractivos que salen con tíos que parecen casi sus gemelos, pero resulta que esto trata sobre aquellos que experimentan una atracción sexual hacia ellos mismos. También existe el concepto de autoromanticismo, que habla de un deseo de experimentar una relación romántica con uno mismo. El tono de diferencia entre los dos me resultó realmente difícil de entender, aunque la cosa cambió cuando entendí mi propia vida amorosa como una especie de diagrama de Venn, con un círculo que comprende a personas con las cuales busco interacciones exclusivamente físicas, y la otra contiene a aquellos con quienes la relación que busco se basa en algo más profundo, y no está alimentada por un deseo básico: un enamoramiento romántico por un amigo cercano, por ejemplo. Existe, por supuesto, una superposición bastante significativa entre estos dos grupos, pero aún hay algunas personas que se quedan en un círculo u otro.
Ghia Vitale —sin duda, la escritora más prolífica en este tema tan específico— se identifica como autosexual y autoromántica, lo que quiere decir que además de experimentar atracción sexual por su propio cuerpo, también experimenta un deseo romántico hacia sí misma. En un artículo de 2017 en Medium, escribe acerca de su relación con ella misma como una relación entre amantes comprometidos, enfatizando el efecto crucial que tiene sobre las interacciones fuera de ella misma: "Para mí, es sagrado. Cuando soy una buena amante para mí misma, a su vez, soy una buena amante para todos los demás que están en mi vida".
"Espera", estáis diciendo mientras me leéis: "¿no está destinada a estar en una relación consigo misma? ¿Eso significa que se está engañando a sí misma si intima con otras personas?". Qué ingenuos... Ahora sería un buen momento para aclarar un poco los tecnicismos: así como hay gente monógama no binaria y chicas heterosexuales poliamorosas, las relaciones no monógamas siguen siendo una opción tan válida para aquellos que se identifican como autosexuales como cualquier otra persona. "Puedo decir que mi atracción por mi propio yo nunca ha disminuido mi deseo de tener otras parejas", continúa Ghia, "y no me creo que yo sea la única que se siente de esta forma. No solo soy poliamorosa, sino que he tenido una relación estable durante más de una década".
Curiosamente, llegó a esta conclusión al descubrir el concepto de "relación anárquica" —descrita en un artículo nuestro como un "rechazo de las jerarquías socialmente impuestas o heredadas dentro de las relaciones, rechazando la priorización de las relaciones que dichas jerarquías requieren"—, y esto la llevó a actualizar su identidad como autosexual y autoromántica. "Antes de que descubriera la anarquía de las relaciones, no podía concebir mi relación conmigo misma como independiente, sexual y romántica. Solo entonces empecé a ver mi relación conmigo misma como un amor viable y romántico por derecho propio. Fue entonces cuando me volví emocionalmente libre".
Entonces, ¿cómo es una cita con uno mismo? Quiero decir, seguro que he disfrutado en muchas ocasiones de cenas agradables solo y, en ocasiones, las he disfrutado más que cualquier cena con mis amigos. ¿Pero estaba teniendo en realidad una cita conmigo mismo? Quizás no, pero si me quisiese identificar como autoromántico, tampoco me faltarían pruebas. He bailado frente al espejo con mis mejores galas y he disfrutado de una copa de vino biológico en solitario mientras leía un buen libro. El punto crucial de una cita autoromántica es tomarte el tiempo para sentir placer por lo grandioso que eres. Lo que pasa entre vosotros dos después o durante ese momento es mucho más que un acuerdo consensual entre tú y, bueno, tú mismo. Como dice Ghia, "mis orientaciones sexuales y románticas convierten cualquier actividad mundana en una cita en toda regla. Para mí, un paseo por un cementerio es más que un relajante paseo por un santuario de la muerte. Voy alternando el admirar las lápidas con admirarme a mí misma".
Quizás el aspecto más convincente de la autosexualidad, sin embargo, es su propensión incorporada a actuar como un catalizador para el autoestima, que sirve como un medio para que aquellos que se identifican con él vean a sus cuerpos como dignos de querer. En un artículo para la revista Quail Bell, Vitale escribe que "ser autosexual y autómata al mismo tiempo desafía todas las actitudes tóxicas que he tenido sobre mi cuerpo. Soy digna de recibir mi propio amor y el de los demás. Se me permite aceptar mi cuerpo en todos sus tamaños y encontrarme atractiva en cualquier estado que me plazca". Como tal, ella ha podido emplear su identidad sexual como una estrategia de autoaceptación; un acto de desafío contra un espacio cultural que normalmente excluye los cuerpos como el suyo de las narraciones de lo que está de moda. Y ha resultado una estrategia tan fructífera que, recientemente, anunció su autocompromiso.
Aunque todavía no estoy seguro de si me voy a arrodillar ante mí mismo, sin duda hay algo interesante que gira en torno a este tema. Después de todo, me imagino que sería mucho más fácil, y mucho menos agotador a nivel emocional, poder satisfacer la lujuria ardiente con poco más que un espejo y nuestra propia compañía. De todos modos, si este artículo ha encendido alguna bombilla, sugeriría, como en cualquier relación, que empieces poco a poco: ¿con una copa de vino tal vez?
Este artículo apareció originalmente en i-D UK.
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