Representació de El Triunfo de la Muerte (1562). Obra de Pieter Brueghel / Fuente: Wikipedia
Marc Pons
Vallfogona de Riucorb (comarca natural de La Baixa Segarra), 3 de junio de 1599. Joan Tella"pastor", Ramon "el mozo", y Antoni Boldú "campesino" se convertían en las primeras víctimas mortales de una pandemia que causaría efectos devastadores en la villa y en las comarcas centrales y occidentales del país. Sólo en Vallfogona murieron 31 personas sobre una población de 352 habitantes. Con tan sólo cincuenta días causaría una mortalidad de casi el 10% de la población que, no obstante, quedaría frenada comparativamente con las ciudades del entorno. En Santa Coloma de Queralt y en Tàrrega, la peste de la lana provocaría la muerte de un 25% de la población, y en Bellpuig, de un 33%. Y los daños económicos derivados de aquella masacre serían cuantiosísimos.
Representación satírica de un médico en un paisaje afectado por la peste (1656). Editado y publicado por Paul Furst / Fuente: Wikimedia Commons
¿Por qué de la lana?
Las fuentes históricas revelan que dos años antes (1597) había tenido lugar una epidemia que causaba estragos en los Países Bajos, y que sería originaria del sureste asiático (los neerlandeses habían abierto una vía comercial muy importante con aquella región). Poco después (finales de 1598) aquella peste llegaba a la costa vasca a través de los barcos mercantes vascos, que exportaban lana en bruto, producida en Castilla, y que importaban lana manufacturada hilada en los obradores textiles de los Países Bajos. Las mismas fuentes revelan que al principio de 1599 ya corría como la pólvora por la península Ibérica, siguiendo el trazado de las cañadas de rebaños con origen a Burgos —la gran capital ganadera castellana— y con destino a Andalucía y Aragón.
Mapa del condado de Flandes (1680) / Fuente: Cartoteca de Catalunya
¿Cómo llegó la peste de la lana a Catalunya?
En Catalunya, en cambio, las grandes vías pecuarias dibujaban, claramente, un trazado que unía los Pirineos y las ciudades del país. Pero había un ramal importante que conectaba los pastos de invierno de la llanura de Urgell y las de los Monegros, en Aragón. Es prácticamente seguro que este fue el eje de la propagación. Como es también prácticamente seguro de que los pastores trashumantes fueron el principal vehículo de transmisión. En Catalunya se propagó con una gran velocidad después del invierno ganadero de 1598-1599. Y los primeros pueblos afectados los encontramos dentro de aquel gran espacio de pasto invernal (la llanura de Lleida), dotados de una red de obradores textiles que, por razones obvias, tenían una relación directa con los pastores, muy probablemente, los primeros transmisores.
¿Con qué colectivos se ensañó especialmente la peste de la lana?
Cuando la peste de la lana tocó Catalunya, Vallfogona era tan sólo una pequeña villa relativamente aislada de los grandes centros urbanos del país. Pero la observación de sus efectos —en el ámbito local—, resulta muy útil y reveladora para dibujar el mapa y el perfil de la víctima de aquella pandemia. De los 31 muertos, 22 eran hombres y 9 eran mujeres. También, de los 31 muertos, 19 eran adultos y 12 eran niños. Pero, y eso se lo más destacado, el sector económico más afectado fue el de los tejedores. De nuevo, de los 31 muertos, 8 (es decir, un 25%) procedían de los obradores textiles de la villa. Este dato es muy importante, más cuando sabemos que las tres familias tejedoras de la villa tan sólo sumaban 17 personas. En el sector textil local —que hilaba lana y lino— la mortalidad fue casi del 50%.
Grabado de Lleida (1585), obra de Wyndegaerde / Fuente: Blog Quina la Fem
¿Qué era, exactamente, la peste de la lana?
A diferencia de otras pandemias —como la peste negra (1348-1351), por ejemplo— las notas que relatan los síntomas y los efectos de aquella peste son más bien escasos. Pero las documentaciones parroquiales de la época hacen pensar que debieron de ser muy escandalosos (bubones, secreciones), porque otros datos revelan un auténtico estado de pánico. Por miedo al contagio, en Vallfogona, por ejemplo, las víctimas ni eran veladas ni eran acompañadas en el entierro (cuando, en aquella época, la ceremonia del entierro tenía la categoría de institución social y de obligación personal ineludible). Incluso, se documenta el caso de una difunta de aquella peste, y que fue urgentemente enterrada al expirar, "justo a las doce de la noche" y con la sola presencia del enterrador.
¿A quién más afectó la peste de la lana?
La identificación y el balance final de víctimas, de nuevo, del paradigmático ejemplo de Vallfogona, indica claramente que aquella pandemia afectó —en mayor o menor medida— a todas las capas de la sociedad. Pero la balanza de la muerte se inclinó, decididamente, en contra de las clases más humildes. Eso explicaría también la fuerte mortalidad entre los campesinos. Pero no de la misma forma. Una observación de las Caprevacions de la época (un equivalente a la Declaración de Renta y de Patrimonio actuales) revela, claramente, que las víctimas campesinas eran jornaleros o pequeños arrendatarios. En resumen, la peste de la lana corrió, especialmente, entre familias con pocos recursos económicos que, antes de la peste, ya malvivían inmersas en un paisaje presidido por la precariedad.
¿Cómo reaccionaron las autoridades?
Otra documentación situada en la Bibliothèque Nationale de France, en París, revela que las autoridades municipales de Valencia capital (en aquel momento, y con más de 100.000 habitantes, la capital económica y demográfica de la corona catalano-aragonesa); prohibían el contacto con personas o mercancías procedentes de la principal zona afectada. En aquel documento se mencionan Bellpuig, Golmés, Castellnou de Seana, Vilanova de Bellpuig, Preixana, Eixaders, Aguiló y Vallfogona —en el valle del río Corb y sobre el trazado de una cañada—, que consideraban el epicentro del foco pestilente, advirtiendo la aplicación de durísimas sanciones económicas y de reclusión penal para los que incumplieran estas instrucciones.
¿Qué impacto social y económico tuvo la peste de la lana?
De nuevo en Vallfogona, el 23 de julio, soterraban a la última víctima de aquella pandemia: Bertomeu Corbella, molinero de la Cadena y la prueba más evidente que la guadaña de la muerte también se había paseado por las casas de los privilegiados. En las planas centrales y occidentales catalanas —granero del país—, aquel año no se segó. El año siguiente sería, reveladoramente, el inicio de un periodo convulso provocado por la escasez, la inflación de precios, la reducción de salarios, la especulación de alimentos, la expulsión —el equivalente a un despido—, la destrucción de las unidades familiares y productivas más humildes, y los desahucios. Y de fuerte crecimiento general de la violencia a través del bandolerismo (la reacción de los perjudicados) y de las cazas de brujas (la respuesta de las oligarquías).
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