domingo, 24 de novembro de 2019

Las cosas... ¡por su nombre!

 
Este niño, el del artista ourensano MON DEVANE, se quedará solo si el paritorio de Verín cierra.
MARÍA SOLIÑO BARCIA


El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en el I Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá, en julio de 1981.

Esta fecha, fue elegida para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabal; Patria, Minerva y María Teresa, tres activistas políticas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana.

Y fue, 18 años después, —nunca es tarde, cuando la dicha es buena— en el año 1999 cuando la ONU dio carácter oficial a esta fecha, invitando a todos los gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a convocar actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la violencia contra las mujeres.

Hasta aquí todo bien.

El problema viene cuando la violencia pasa tan desapercibida que no es identificable como tal.

Ya comenté en otras columnas, que la violencia de género es un problema social que está presente tanto en el ámbito doméstico como en el público y en diferentes vertientes: física (la más evidente), sexual, psicológica, económica y cultural, afectando a las mujeres, por el hecho de serlo, a lo largo de nuestra vida.

Y una de las etapas en la vida de muchas mujeres es cuando decidimos ser madres y afrontamos la maternidad. Este tema merece columnas a cascoporro, pero hoy voy a centrarme en el derecho que tenemos las mujeres a ser tratadas con consideración y respeto por parte de los gobiernos, ¿recordáis la recomendación de la ONU? Pues eso.

Hablamos en este caso, de una decisión política que pretende cerrar el paritorio de un hospital comarcal, obligando a las mujeres de la villa de Verín y sus alrededores, a dar a luz en otro centro situado a más de 70 kilómetros de distancia —en el mejor de los casos—, llegando a casi el doble en poblaciones más alejadas. Y lo hace, según el comunicado de información que facilita a los medios, esgrimiendo razones de seguridad, pues el número de partos ha descendido en la última década, siendo excesivamente bajo —unos 60 al año—, y eso pone en riesgo a las futuras madres y a sus bebés. ¡Já (con el claro acento en la "a")!


Voy a hablar como profesional de la sanidad —sabéis que además de escritora, soy Trabajadora Social y TCAE (Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería), con más de veinte años de experiencia en diferentes servicios, entre ellos partos—, como madre, y como mujer.

Voy a hablar como profesional de la sanidad —sabéis que además de escritora, soy Trabajadora Social y TCAE (Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería), con más de veinte años de experiencia en diferentes servicios, entre ellos partos—, como madre, y como mujer.



Por lo visto, según el comunicado del Sergas y la Xunta de Galicia, la falta de nacimientos hace decaer la pericia de los profesionales. Es decir, el personal que atiende esos servicios desde hace años, se vuelve tonto cuando la carga de trabajo es menor. Pues yo, que he trabajado muchas veces en servicios saturados y en condiciones de estrés altísimos, os puedo asegurar que cuando mejor lo he hecho es cuando la carga de trabajo era menor y podía dedicarle tiempo a mis pacientes.


Por lo visto, según el comunicado del Sergas y la Xunta de Galicia, la falta de nacimientos hace decaer la pericia de los profesionales. Es decir, el personal que atiende esos servicios desde hace años, se vuelve tonto cuando la carga de trabajo es menor. Pues yo, que he trabajado muchas veces en servicios saturados y en condiciones de estrés altísimos, os puedo asegurar que cuando mejor lo he hecho es cuando la carga de trabajo era menor y podía dedicarle tiempo a mis pacientes

No me imagino el estado de ansiedad y nerviosismo que puede sufrir una mujer que rompe aguas, a punto de dar a luz y tiene que emprender un viaje de, como mínimo 70 km, por una autovía —en el mejor de los casos— con todos los inconvenientes que tiene que sortear. A saber, disponer de un vehículo, de alguien que te lleve y de que ese alguien tenga la sangre fría de conducir un trayecto tan largo en esas condiciones de nervios y urgencia.

Y lo sé bien, porque mi segundo hijo casi nace en el coche de camino al hospital, ¡y yo vivía a menos de 15 minutos! Y os puedo asegurar que el padre de la criatura sudó tinta china en el camino —creo que once años después, todavía le dura el susto-.


Tenemos los mejores profesionales y un sistema sanitario del que presumimos. Tenemos los medios. Lo que no tenemos son las ganas de poner el dinero

Tenemos los mejores profesionales y un sistema sanitario del que presumimos. Tenemos los medios. Lo que no tenemos son las ganas de poner el dinero.

Porque como también reconocen en su flamante comunicado, “la recomendación es no dotar de Maternidad a aquellos hospitales que no lleguen a un área de referencia mínima, excepto aquellos en los que por tiempos de desplazamiento o accesibilidad, así lo aconsejen.”

¿Podemos por un momento imaginar cómo son las carreteras del rural gallego? A ver, está claro que hacen las delicias de Carlos Sainz, pero al resto de mortales que se ven obligados a coger el coche en el caso de una urgencia, gracia… la justita.

¿Quién acaba pagando, en este caso, los recortes? Las mujeres, que aguantan lo que les echen. Pues no. Ya se acabó el tiempo de aguantar, de callar y de tragar.

Yo “no soy callaíta”, —para desgracia de algunos y de algunas también— como dice la canción.


Someter a una mujer, teniendo medios, —pues aquí hay un hospital y hay personal— a que haga un viaje largo, exponiéndose a riesgos innecesarios en un desplazamiento que puede resultar peligroso para su salud y la de su bebé, para mí es violencia

Someter a una mujer, teniendo medios, —pues aquí hay un hospital y hay personal— a que haga un viaje largo, exponiéndose a riesgos innecesarios en un desplazamiento que puede resultar peligroso para su salud y la de su bebé, para mí es violencia.Así que hoy, va por ellas.

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