LISA ZANOTTI
JOSÉ RAMA
Las elecciones generales del pasado domingo 10 de noviembre en España dejaron un escenario político todavía más incierto que el de abril de este mismo año.
Por aquel entonces, los números hacían prever que un gobierno de coalición entre la fuerza más votada, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que contaba con 123 escaños, y Unidas Podemos (UP), con 42 escaños, era posible.
Sin embargo, las previsiones fallaron estrepitosamente. La falta de acuerdo entre ambas formaciones, que escenificaron en los medios una disputa por cuestiones personales y de ministerios, y pese a que contaban con la abstención de distintas fuerzas regionales para poder salir adelante, forzó unas nuevas elecciones.
Así, las reválidas electorales del 10 de noviembre, una cita que se celebró tras la esperada sentencia del Procés catalán, parecían haber complicado más la situación: el PSOE, pese a ser de nuevo la fuerza más votada, cayó 3 escaños mientras que UP se dejó 7.
La inestabilidad política reciente queda bien retratada en los dos gráficos de abajo. En el panel de la izquierda, se observa el intercambio de preferencias partidistas entre elecciones consecutivas (lo que se conoce como volatilidad electoral), y en el de la derecha se muestra la evolución del número efectivo de partidos, es decir, del número de partidos que tienen peso a nivel electoral.
Ambos indicadores reflejan: (1) el aumento de la inestabilidad política –desde 2015 el elector fluctúa entre partidos de manera recurrente– y (2), el desgaste de las fuerzas tradicionalmente mayoritarias (PSOE y PP), que han pasado de concentrar el 85% de los escaños entre los años 90 y 2011, a tener menos del 60%.
Gráfico 1. Volatilidad electoral y fragmentación partidista
Con todo, y pese a esta inestabilidad electoral, y a que la política española ha pasado de ser una política de partidos a una disputa, a la italiana, entre bloques de partidos, el pasado martes 12 de noviembre, transcurrido sólo un día desde la noche electoral, PSOE y UP anunciaron un pacto de Gobierno, con la clara intención de concurrir a una investidura y sacar adelante el primer Gobierno de coalición de la historia democrática española.
Ningún ejecutivo de coalición después de quince elecciones
De esta forma, si bien en las comunidades autónomas y los ayuntamientos los gobiernos de coalición son una constante, en lo relativo a elecciones generales, y pese a que se hayan celebrado ya quince elecciones y que en solo cinco se han obtenido mayorías absolutas (1982, 1986, 1989 –mayoría técnica, pues el PSOE obtuvo 175 escaños–, 2000 y 2011), el resto de gobiernos han sido de minoría, con o sin apoyo externo de otras formaciones (por lo general partidos de ámbito no nacional, como el Partido Nacionalista Vasco, Esquerra Republicana de Catalunya, la antigua Convergència i Unió o Coalición Canaria), pero nunca de coalición.
Todo hace prever que España, pese a todo, podrá sacar adelante un Gobierno.
La Tabla 1 es una tentativa de supuesta votación de los partidos políticos en la futura sesión de investidura a la que, previsiblemente –tras las consultas con el Jefe de Estado, el rey Felipe VI– se someterá Pedro Sánchez, quién presentará su acuerdo de gobierno con UP. Aunque varios de los escaños pueden moverse, sobre todo es incierta la posición de partidos como ERC, Junts per Catalunya o Ciudadanos, nuestro ejercicio de simulación señala que, en segunda votación y tras obtenerse más síes que noes, España, finalmente podrá formar Gobierno.
La explosión de Vox explica el rápido pacto entre PSOE y UP
De esta forma, y estando aún lejos de producirse, todo apuntaría a que un Gobierno de centro izquierda coaligado finalmente será el que salga adelante en la próxima legislatura. Esta podría parecer una rara avis Europea, en la que la socialdemocracia pacta con una fuerza a su izquierda (con la excepción de Finlandia y, si tenemos en cuenta el apoyo externo, Portugal, Dinamarca, Suecia y República Checa).
Sin embargo, para entender esta coalición (así como el exploit electoral del ultraderechista Vox) es necesario considerar el cambio que hubo en los ejes de competencia interpartidista. Así, y debido al conflicto catalán, el eje centro-periferia ha ido ganando relevancia en la política española.
De ello se ha aprovechado mayormente Vox, politizando el tema de la organización territorial del estado. Gracias a este discurso Vox ha logrado atraer una gran porción de votantes del PP. Este cambio en los ejes de competición explicaría también la velocidad con la que PSOE y UP llegaron al acuerdo de formar coalición.
Coaliciones en el sur de Europa
Razonando en términos de ejes de competencia partidaria se pueden entender de manera más clara las coaliciones que se produjeron en los últimos años en los países del sur europeo: en Grecia, hasta hace bien poco, un partido de izquierda, Syriza, gobernaba con el apoyo de Los Independientes Griegos (una formación de la derecha populista); en Italia, el Movimiento Cinco Estrellas ha pactado con los populistas de derechas de La Liga de Matteo Salvini (Gobierno Conte I) y ahora con el Partido Democrático (Conte II).
Mirando solamente a la lógica izquierda/derecha estas coaliciones parecen totalmente aleatorias. Sin embargo, estos casos se pueden explicar si, además del clásico eje de competencia izquierda/derecha, analizamos cuáles son las otras fracturas salientes en cada uno de estos sistemas de partidos.
Lo que es cierto es que parece que, cada vez que hay elecciones, la incertidumbre, no solo de los resultados, sino también de cómo habrán de constituirse los Gobiernos, va en aumento.
En España, después de cuatro elecciones en cuatro años, un Gobierno de coalición que sumaría solo 155 escaños (la mayoría está en los 176) podría salir adelante. Las preguntas, sin embargo, siguen siendo las mismas: ¿cuánta estabilidad podrá tener este Gobierno? ¿Podrá terminar la legislatura? ¿Es posible una nueva convocatoria electoral en el corto plazo? Las dudas, incógnitas e interrogantes, pese a todo, parece que continuarán siendo una constante en la política española.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation
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