venres, 15 de febreiro de 2019

Las fotos de cómo la masculinidad tóxica está carcomiendo las fraternidades norteamericanas



Koldo Gutiérrez
https://www.revistacactus.com/

Un fotógrafo se ha adentrado en las fraternidades universitarias de Estados Unidos para retratar un ambiente sórdido repleto de alcohol, drogas, violencia, misoginia y masculinidad tóxica. Una triste realidad no tan lejana como puede parecer.
Gracias al cine hemos conocido una realidad ajena como son las fraternidades de Estados Unidos, ese concepto a medio camino entre la residencia de estudiantes, la cuadrilla de colegas y la secta donde jóvenes, principalmente hombres, pretenden alejarse de su familia para estudiar una carrera universitaria e iniciarse en algo parecido a la vida adulta. Desmadre a la americanaAquellas juergas universitarias y Van Wilder son algunos de los ejemplos más conocidos, pero también existen otros anteriores a la llegada al campus, como American PieSupersalidos Project X, donde la hermandad entre amigotes prima sobre todas las cosas. Históricamente, los espectadores (adolescentes) europeos hemos visto ese ambiente con una mezcla entre admiración, envidia y añoranza. ¡Cómo tiene que molar formar parte de una fraternidad donde conocer a nuevos amigos, emborracharte y fumar petas cada día, hacer novatadas y acostarte con las animadoras!
El fotógrafo estadounidense Andrew Moisey se ha propuesto echar por tierra esa idílica imagen. En su libro The American Fraternity: An Illustrated Ritual Manual, algo así como La fraternidad americana: Un manual ritual ilustrado, ha retratado esa realidad de manera cruda y descarnada, con permiso de esos fratboys que están tan orgullosos de sus actos que no creen tener nada que ocultar. Así reza su certera descripción:
«Un libro que levanta el velo en la tradición masculina americana más influyente. El texto viene del auténtico y decadente manual de iniciación de una prominente fraternidad nacional. Una incontable cantidad de líderes americanos han mantenido arcanos juramentos de cortesía y lealtad, como los que este contiene. Está repleto de poder oscuro».
El libro, editado como si perteneciera a una fraternidad real, contiene un listado de presidentes políticos, senadores, congresistas, líderes de empresas y reverendos que pasaron en su juventud por estos lugares. Allí fue donde el juez del tribunal supremo de Estados Unidos, Brett Kavanaugh, cometió sus pecados de juventud. Tampoco cuesta imaginarse a Frank Underwood, de plena actualidad gracias al desconcertante vídeo de Kevin Spacey, perteneciendo a una durante su época en Harvard. Moisey empezó a documentar este ambiente en 2008, precisamente cuando George Bush era el líder del país, a quien define como «el fratboy definitivo». El fotógrafo reconoce que «estaba enfadado con Bush y la cultura de privilegios blancos que produjeron él y sus valores, pero nadie parecía interesado en las fotos. Ahora, de pronto, es 2018 y la sensación ha cambiado». Su obra capta un mundo edulcorado por el cine, donde reina un sentimiento de hermandad y homoerotismo, algo que choca con el tabú de la homosexualidad. Alcohol, drogas, suciedad, misoginia y violencia se dan la mano en un ambiente cerrado y hermético.
Los agresivos rituales de iniciación y novatadas, que en 2017 acabaron con la vida de cuatro estudiantes, son auténticas humillaciones cuyas imágenes recuerdan incluso a las torturas que el ejército estadounidense llevaba a cabo en Abu Graibh. Claro que esto no es algo exclusivo de Estados Unidos; hace tres años se supo que el entonces Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, sufrió en su época una humillación comparable a la del Brexit, en un suceso que parecía haber inspirado el mítico primer capítulo de Black Mirrorel Piggate. Y es que los animales sí que están admitidos en las fraternidades, tal y como vemos en una foto del libro donde un perro es sujetado por un estudiante borracho mientras otro le golpea.
«Quería mostrar cómo esa hermandad en la que se basan estas fraternidades tienden a sacar lo peor de chicos jóvenes, y que los nobles ideales que una vez formaron parte de estas organizaciones han sido ahora reemplazados comportamientos terribles», señala el autor en The Guardian, que estudió en Berkeley e imparte clases en otra universidad. «También quería superar el hecho de que, aunque estos chicos disfrutan de su propio desenfreno, no se consideran a sí mismos malas personas». Su lealtad es tan grande y sus lazos cuasi-familiares tan fuertes que se protegen entre ellos; aunque haya un garbanzo negro, la fraternidad le defenderá, será su lugar seguro, donde nadie externo podrá atacarle, para seguir actuando en manada con total impunidad. Es su siguiente refugio tras la casa del árbol, donde antes podían esconderse de los demás junto a sus amigos.
En una época donde muchos hombres optan por el #NotAllMen como mantra, al sentirse atacados por las malvadas feministas que van a cortarles sus derechos y testículos, con los incels reivindicando sus derechos y presentes ya en el imaginario colectivo (y en las comedias de Judd Apatow, claro), con Un Tío Blanco Hetero convertido en héroe de cuñados, referente de aquellos a quienes Forocoches se les quedaba corto ante la avalancha feminazi y probablemente en futuro concejal de VOX, parecemos vivir en una distopía cyberpunk. Mucho se ha hablado desde verano sobre Pienso en tu mirá, el temazo de Rosalía sobre celos y malos tratos, pero en los últimos meses ha irrumpido con fuerza otro artefacto pop en la música española al que no se ha prestado tanta atención: Hoy la Bestia Cena en Casa, de Zahara. La cantante jienense ha compuesto junto a Martí Perarnau el antihimno de Ciudadanos, una auténtica oda contra machismo liberal, con alusiones directas a la gestación subrogada, al consumo de cocaína y versos tan contundentes como estos:
«Hablas con tiento, cómo lo haces desde el estrado. Tu retórica de colegio privado es de campeonato»
«Tu raya del pelo es perfecta, lo aprendiste en el parvulario»
«Miau, miau, miau suena en mi cabeza, tus palabras están huecas. Me parto con tus chistes»
Zahara retrata un perfil similar al del fotolibro de Moisey y demuestra que el macho alfa egocéntrico es una especie que aún no se encuentra en peligro de extinción y que habita tanto en las fraternidades estadounidenses como en los colegios y universidades privadas españolas. Y en los grupos de wasap. La imagen más dura y elocuente de The American Fraternity: An Illustrated Ritual Manual es la última. El autor muestra a los chavales varias de las fotos que les ha sacado y ellos no parecen preocupados, sino divertidos, tal y como él mismo explica: «En lo que a ellos respecta, simplemente son tíos americanos normales haciendo lo que los tíos americanos normales hacen en la escuela».

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