Miguel Torres Romero
https://www.eldinamo.cl/
Haití no es Venezuela. No tiene petróleo ni gas natural ni bauxita ni carbón ni oro ni diamante. Pero tal como Venezuela está en una profunda crisis humanitaria, de la cual los neopaladines de la democracia y los Derechos Humanos están haciendo vista gorda.
Es el país más pobre de Latinoamérica, uno de los que menor ingreso per cápita tiene en el mundo y de los de mayor riesgo a desastres naturales. Está atravesando por una grave crisis política y económica, que se ha masificado con violentas protestas convocadas por la oposición y grupos sociales en contra de la gestión del actual presidente, manteniendo al país paralizado en exigencia a que se aclare la supuesta malversación de fondos de Petrocaribe, acuerdo por el que Venezuela suministra petróleo en condiciones favorables a varios países caribeños, que involucra a exministros, actuales funcionarios y a una empresa que dirigía Jovenel Moïse antes de ser presidente.
Es tan severa la crisis que más de la mitad de los 10 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios, el 41% de la población está desempleada, dos tercios trabajan en empleos informales (situación que empeora entre los jóvenes que forman más del 50% de la población). Carecen de comida y de agua, no hay combustibles, no hay medicinas, a los hospitales no pueden acceder las ambulancias por el bloqueo en las calles y hay muertos y heridos todos los días producto de las protestas y la represión del Gobierno. Esta situación movilizó incluso a las iglesias episcopal, protestante y católica de Haití a clamar de manera conjunta por un alto a la violencia y solicitar un corredor humanitario para atender emergencias. A Jovenel Moïse se le agotó el tiempo y la crisis se agrava cada vez más.
En este sentido es válido preguntar ¿cuántos países han mostrado preocupación por esta crisis? ¿Cuántos han anunciado que enviarán ayuda humanitaria? ¿Cuántos presidentes irán a armar un show mediático a la frontera de Haití para entregar esa ayuda? ¿Qué presidente ha cuestionado a Moïse por su gobierno corrupto y que viola los Derechos Humanos? ¿Qué acciones han tomado la OEA y la comunidad internacional? Respecto a esto último, simplemente llamaron a los actores políticos a dialogar y a buscar una salida a la crisis, como no lo han hecho con Venezuela.
Haití no ha tenido prensa, no ha habido cadenas nacionales con discursos de los opositores, no han cuestionado el proceso ni han surgido editoriales críticas de la situación. Tampoco hay grandes titulares ni coberturas especiales. Los medios callan y la crisis se invisibiliza. ¿Por qué? Porque es un país pobre que no tiene ningún recurso natural que pueda interesar a otro país para “ayudar”, no es atractivo como territorio ni tiene una posición geopolítica estratégica que importe a las grandes potencias. La preocupación está en la “dictadura venezolana” y cómo continuar con el juego de las derechas latinoamericanas y otras afines, manejadas todas por Trump, para acabar con Maduro e instalar a Juan Guaidó a su antojo.
Quizás la culpa de Haití es tener como presidente a Jovenel Moïse, del Partido Haitiano Tèt Kale (cabeza calva), ubicado en la centroderecha y defensor del neoliberalismo. Porque si fuera un líder progresista y de izquierda, no habría dudas que en una situación de crisis, esos defensores de la libertad enviarían inmediatamente ayuda humanitaria e intervendrían en el gobierno para que funcione el “verdadero sistema democrático” que pregonan y les acomoda
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