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Fábrica de Ence.
Hace quizás veinte años, uno recorría el trayecto de la AP-9 entre A Coruña y Santiago y disfrutaba de un paisaje dominado por prado y especies autóctonas de arbolado. Cada otoño, la estampa se transformaba en una paleta de colores variados, amarillo, encarnado, añil, distintos tonos de verde…
El escenario ha ido cambiando a paso rápido. Cada año, la presencia del eucalipto se hacía más intensa, a costa de las tierras de cultivo o pasto y de los ejemplares de roble, castaño, aliso, tejo o haya. Hoy cubrí esos 60 kilómetros de distancia y apenas quedan zonas libres del gris verdoso apagado y uniforme de los eucaliptos.
Efectos del eucalipto
El eucalipto provoca la pérdida de nutrientes del suelo y, por tanto, la merma de su fertilidad. Propicia además la mineralización de la materia orgánica; altos niveles de erosión, sobre todo las plantaciones en pendiente frecuentes en Galicia; reducción de la disponibilidad de agua; dificultades para la supervivencia de especies locales; abrupta limitación de la biodiversidad; generación de flora de escaso valor ecológico; empobrecimiento de la fauna a todos los niveles; elevada vulnerabilidad ante los incendios; radical deterioro del paisaje y, como agravante de los factores anteriores, un carácter invasor que potencia su expansión incontrolada.
El eucalipto se introduce en Galicia por decisión del llamado “Patrimonio Forestal del Estado” coincidiendo con la instalación en Pontevedra en 1957 de una fábrica de celulosa propiedad de ENCE. Recordemos que ENCE –Empresa Nacional de Celulosas– se constituye como empresa pública dentro del grupo INI y fue privatizada a partir de 1990. La sede de ENCE se radica en Madrid aun cuando ninguna de sus fábricas se localiza ni siquiera cerca de la capital de España.
Así pues, la fábrica de celulosa sirvió como pretexto para la plantación masiva de eucaliptos en Galicia. Algunos datos resultan elocuentes: en España hay alrededor de un millón de has. de superficie plantada de eucalipto de las cuales más del 50% se sitúan en Galicia. Se calcula que un tercio de la superficie forestal gallega se corresponde con las plantaciones de eucaliptos, una proporción que aumenta cada año. Hay ayuntamientos en los que ocupa en torno al 80% del suelo forestal. Toda vez que el 22% de eucalyptus globulus (blanco) en el mundo está registrado en España, se puede valorar que en Galicia se concentra en torno al 15% del total mundial de esta especie de árbol australiano, una cifra que podemos calificar de descomunal sin miedo a exagerar. Y lo peor está por venir: cada año se plantan en Galicia diez veces más árboles de especies foráneas que autóctonas.
El eucalipto es, por otra parte, una especie invasiva. Su semilla se difunde y prende con facilidad de modo que aflora en las llamadas zonas mixtas, en otros tiempos con presencia exclusiva de especies propias, ahogando el crecimiento del árbol autóctono, lo cual ocurre incluso en amplios espacios de áreas protegidas. Se puede afirmar que las especies alóctonas, eucalipto y pino, ya superan el 50% del terreno forestal gallego lo que está transformando por completo el paisaje del noroeste peninsular, un fenómeno único en Europa y posiblemente en el mundo.
Falta de una política para el rural
Desde ciertos sectores (el propio Partido Popular en la última interpelación al respecto en el Parlamento de Galicia) se defiende el eucalipto por su supuesta “rentabilidad”, una idea falsa propiciada por el rápido crecimiento de esta especie. Sin embargo, un análisis completo demuestra que no solo las especies autóctonas resultan bastante más rentables a largo plazo sino que el eucalipto ocasiona unos perjuicios múltiples de trascendente repercusión económica. De hecho, países como Alemania, Francia, Suecia, Finlandia o Polonia cuentan con una elevada capacidad de producción forestal y agraria, con un rendimiento muy superior al campo español (no digamos ya al gallego) y en su territorio no se encuentra un eucalipto. En Finlandia, caso paradigmático de éxito de la industria forestal, un 97% de las especies que se cultivan son autóctonas, y el eucalipto que necesitan lo importan de China.
La renovación por 60 años de la concesión a Ence –explota la fábrica ubicada en la ría de Pontevedra– deja clara la intención del PP de seguir apoyando la plantación de eucalipto
Una estrategia de desarrollo forestal implicaría un compromiso claro para la reducción del eucalipto al menos en un 50% respecto a la superficie ocupada hoy en día en Galicia. Pero exigiría también su implicación en una política rural de alcance que aprovechase de un modo sostenible las grandes capacidades de un territorio que está “dejado de la mano de Dios”. La producción agraria lleva estancada en Galicia desde 2010 y ello frente a un mercado agroalimentario que crece de un modo vigoroso en el mundo.
La Xunta del Partido Popular ha anunciado la creación de una Axencia Forestal que no termina de constituirse. El nuevo Plan Forestal prevé controlar la expansión del eucalipto pero lo hace de una manera extremadamente tímida que inspira escasa confianza. Por el contrario, la renovación por 60 años de la concesión a Ence –explota la fábrica ubicada en la ría de Pontevedra, deja clara la intención del PP de seguir apoyando la plantación de eucalipto, lo cual queda confirmado por sus planes de expansión de la biomasa. En este contexto, los alcaldes de 26 concellos de la provincia de Lugo se han unido para detener la invasión del eucalipto y fomentar la plantación de castaños y otras especies autóctonas. Puede marcar un principio de reacción que, en todo caso, parece llegar demasiado tarde.
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