martes, 22 de xaneiro de 2019

Sobre la pobreza

<p>Muela del juicio inferior derecha.</p>Muela del juicio inferior derecha.
MINOLTA


GUILLEM MARTÍNEZ
https://ctxt.es/es

Sin duda el material humano más duro y resistente son los dientes. Cuando han desaparecido los otros materiales, quedan los dientes. Los encuentran los arqueólogos, en los lugares donde, en su día, hubo personas y, luego, cenizas. Los dientes son lo más parecido a una máquina de acero. Es, de hecho, lo único que nos queda de cuando, en la noche de los tiempos, no sabíamos aún si seríamos máquinas de acero o personas. En lo que es una metáfora del carácter y del destino, un diente puede con todo. Salvo con lo más blando: el azúcar. Lo dulce, lo suave, siempre nos ha creado secuelas. Quizás eso es otro fósil de cuando éramos máquinas de acero, criminales, animales. Sin duda, algo nos impresionó. Algo dulce. Y cambiamos. Quizás, así, dejamos de ser máquinas de acero por algo parecido al azúcar, pero más dulce e inconcreto. Pasamos a ser, entonces, lo dicho, secuelas, vidas no previstas, únicas. Paradójicamente, los dientes también resultan heridos, desde entonces, por todo lo contrario a lo dulce. Lo amargo. La pobreza, así, hiere fieramente los dientes. Los dientes, acero de precisión, requieren ser cuidados y reparados. La pobreza, lo amargo, la edad del acero, impiden en ocasiones ese cuidado. El resultado es que los dientes, el tejido humano más robusto, se degrada. Se vuelve blando, inconsistente, pierde su nitidez. Eso afecta a la sonrisa. Las personas con los dientes derrotados por el acero, dejan de reír, o ríen diferente. En ocasiones, dejan de decir palabras amplias, para evitar una obertura amplia de la boca. 

Sin duda el material humano más duro y resistente son los dientes. Pero ya desaparecen antes que los otros materiales, debido a la pobreza. Si la pobreza hace eso con los dientes, es turbador imaginar lo que hace con otros materiales absolutamente frágiles. No sé. El corazón.

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