Juan José Millás
Con los partidos políticos que se hunden se hace lo mismo que con los locales que cambian de negocio: se traspasan. De ese modo, el anterior inquilino no se va de vacío. Ahora nos encontramos en pleno traspaso de Ciudadanos, por el que el PP ha pagado dos duros, pues sus anteriores inquilinos no podían aguantar ya mucho más a la intemperie. En los locales de Ciudadanos se vendía un producto político que guarda poca relación con el que vende Pablo Casado, pero en mi barrio, donde antes había una zapatería, hay ahora un restaurante y no pasa nada. La movilidad es el signo de los tiempos. Si recorres una calle comercial en la que hasta hace poco había librerías, cines, galerías de arte y tiendas de estilográficas, ahora solo verás establecimientos de ropa, bares y peluquerías, por este orden. La movilidad tiende a la concentración. El coronavirus no para, pero da la misma fiebre en todas partes.
Significa que los partidos políticos son mayormente nichos de mercado. Albert Rivera e Inés Arrimadas detectaron hace años un hueco y se hicieron con un pastel del que han vivido holgadamente hasta hace unos días. Pero el comercio es implacable. Un negocio, no importa si lo que vendes en él son ideas o alpargatas, exige una dedicación completa y un talento de 24 quilates. Has de estar permanentemente al tanto de las actividades de la competencia. Observen lo ocurrido en el suelo patrio: llegó un tal Abascal, abrió un chiringuito de tres al cuarto, con una filosofía sacada del trastero, y lo puso todo patas arriba. En el comercio no hay adversario pequeño. Abascal no es un ideólogo, es un empresario con vista que tomó nota de lo que exponían en sus escaparates los partidos y vio que faltaba algo.
Los contribuyentes creemos votar ideas cuando hace tiempo ya que elegimos actividades económicas. Como la mayoría carecemos de recursos para jugar a la Bolsa, apostamos por los mercados financieros con apariencia de servicio público. Si a Casado, por ejemplo, le aseguraran el triunfo a cambio de desdecirse de lo prometido en su programa, se desdeciría sin pestañear porque en este sector, como en el del textil, lo único a considerar es la cuenta de resultados.
Fíjense en las cosas que decía Sánchez y en las que dice ahora para evitar la ruina.
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