La joven yazidí confía en que el galardón anime a la comunidad internacional a luchar contra la violencia sexual en las guerras y contra el genocidio de minorías como la suya.
Javier Bocanegra
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Nadia Murad, este lunes en Washington.Shawn Thew/efe
La activista iraquí yazidí Nadia Murad, la flamante premio Nobel de la Paz 2018, instó este lunes a la comunidad internacional a que se sumen a su lucha contra la violencia sexual en conflictos bélicos y contra el genocidio contra minorías como la suya, ya que considera que el galardón no es suficiente.
"Un solo premio y una sola persona no pueden lograr este objetivo, necesitamos un esfuerzo internacional con la ayuda de instituciones y la participación de mujeres y jóvenes, con la participación de las víctimas para traer de nuevo la vida a las regiones destruidas por la guerra", urgió Murad en Washington durante su primera aparición pública tras recibir el galardón.
La activista, que mostró un semblante sobrio y ojos vidriosos durante su comparecencia, solicitó a los Gobiernos que apoyen su causa, la de proteger y buscar justicia para las víctimas de violencia sexual en conflictos y para los yazidíes, que fueron víctimas en 2014 de un genocidio por parte del Estado Islámico (EI).
El 3 de agosto de ese año, el EI accedió a la comarca iraquí de Sinyar, en la que nació y creció Murad, quien se convirtió en una de las 3.000 niñas y mujeres que fueron sometidas a ventas y reventas para su explotación sexual, una humillación que tuvo que sufrir durante tres meses, hasta que logró escapar.
El objetivo del EI era acabar con los yazidíes, una minoría de etnia kurda a los que consideran infieles y que han sufrido 74 genocidios a lo largo de la historia.
La yazidí de 25 años, solicitó este lunes a la comunidad internacional "trabajar juntos para hacerles responsables (a los criminales) y conseguir Justicia para las víctimas, especialmente para las de violaciones sistemáticas de ISIS y otros grupos terroristas".
"Justicia no significa matar a todos los miembros que han cometido estos crímenes. Justicia es llevar a los miembros del EI ante un tribunal y juzgarles por los crímenes cometidos contra los yazidíes y que sean castigados por esos crímenes", explicó Murad al ser preguntada por qué implicaría esa "justicia" que reclama.
La activista lamentó que aún no se haya conseguido llevar a los responsables ante los tribunales por los crímenes de violencia sexual, aunque espera poder conseguirlo.
Murad comparte el Nobel de la Paz 2018 con el médico congoleño Denis Mukwege, que trabaja por la recuperación de mujeres violadas durante los conflictos armados, y ambos se repartirán los 9 millones de coronas suecas (870.000 euros) de la dotación económica del galardón.
La premiada indicó que la cuantía que le corresponde irá destinada a su lucha para la reconstrucción de las vidas de cientos de miles de yazidíes y para la protección de las víctimas de abusos sexuales en el conflicto, pero reiteró que se necesita más que eso.
"El premio o una persona no serán capaces de reconstruir todos estos lugares", enfatizó en el National Press Club de Washington, en el que se congregaron decenas de periodistas.
El elemento esencial para poder devolver a estas personas las vidas que tenían es, según Murad, alcanzar el fin del conflicto.
"Sin paz, la vida es imposible. Sin paz, no hay vida", expresó.
Murad también dijo que será el altavoz de quienes han sido silenciados, de quienes no pueden narrar sus relatos, marcados por tragedias como la suya.
"Me comprometo a ser la voz de quienes no tienen voz", aseguró la superviviente.
"Mi supervivencia -prosiguió- se basa en defender a las víctimas de violencia sexual"
La activista fue preguntada por la influencia del movimiento feminista #MeToo y apostó por que todas las víctimas de abusos reciban la atención que merecen.
"Mi esperanza es que todas las mujeres que hablen de su experiencia de violencia sexual sean escuchadas y sean aceptadas, que se sientan seguras para hablar de ello".
Murad aseguró que recibir el premio es "un honor" y que ayudará en su causa, la denuncia del genocidio de la comunidad yazidí y la violencia sexual en conflictos, así como la recuperación de las vidas de los damnificados de estas situaciones.
"Es un honor compartirlo con los yazidíes, los iraquíes, los kurdos y otras minorías perseguidas y todas las víctimas, en especial las de violencia sexual, en todos los rincones del mundo", aseveró Murad.
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