Varias ONG se han lanzado a denunciar la falta de atención que recibe esta problemática que, según advierten, alcanza grandes dimensiones y afecta a menores de edad
IMANE RACHIDI. ÁMSTERDAM
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Varias personas caminan en un barrio rojo europeo. (EFE)
"En Italia hicieron cosas asquerosas conmigo y cuando vine a Holanda, volvió a suceder lo mismo. Pero no se trata solo de mí, sé que otros hombres tienen peores historias que yo". Este joven, que se oculta bajo el anonimato para evitar ser reconocido, es uno de los refugiados que acabó en manos de varios traficantes de personas desde que partió de su Uganda natal. Su historia de abusos sexuales, al igual que la de cientos de hombres, era hasta ahora desconocida para las autoridades holandesas. En los últimos meses, varias organizaciones se han lanzado a denunciar la falta de atención que recibe esta problemática que, según advierten, alcanza grandes dimensiones y afecta a menores de edad. "Te quitan los papeles y te encierran en un cuarto oscuro. Hay un gran problema con los chicos pequeños. Algunos clientes están dispuestos a pagar extra cuanto más joven sea la víctima. Hay niños de 12 años forzados a prostituirse en Holanda", dice un trabajador social.
Aunque las cifras oficiales que afectan a las mujeres en la explotación sexual son en general más altas, los hombres tampoco escapan a esta lacra en Holanda. Al menos 68 hombres extranjeros han denunciado su caso a CoMensha, el centro de coordinación contra la trata de personas, en el año 2017, lo que supone el doble que el periodo anterior. Sin embargo, otras instituciones que trabajan sobre el terreno reconocen que la cifra real general es "mucho más alta" porque la mayoría, por vergüenza, desconfianza o miedo, no se atreven a contarlo. El Centro de Expertos en Trata de Personas y Prostitución, Leumens, calcula que la cifra de explotación sexual masculina "se sitúa al mismo nivel que la femenina" y podría ascender "a unos 3.000 hombres" solo en los Países Bajos. "Es un problema que se ha subestimado durante todos estos años", dicen este organismo.
Aunque las cifras oficiales que afectan a las mujeres en la explotación sexual son en general más altas, los hombres tampoco escapan a esta lacra en Holanda. Al menos 68 hombres extranjeros han denunciado su caso a CoMensha, el centro de coordinación contra la trata de personas, en el año 2017, lo que supone el doble que el periodo anterior. Sin embargo, otras instituciones que trabajan sobre el terreno reconocen que la cifra real general es "mucho más alta" porque la mayoría, por vergüenza, desconfianza o miedo, no se atreven a contarlo. El Centro de Expertos en Trata de Personas y Prostitución, Leumens, calcula que la cifra de explotación sexual masculina "se sitúa al mismo nivel que la femenina" y podría ascender "a unos 3.000 hombres" solo en los Países Bajos. "Es un problema que se ha subestimado durante todos estos años", dicen este organismo.
"El problema con Comensha es que solo pueden hablar de las víctimas que han denunciado su situación, pero ¿cómo podemos medir el nivel de un problema tan grave como este si no vemos como problema el caso de aquellos miles que no denuncian?”, explica Glenn van den Akker, trabajador social especializado en tráfico humano. Gestionó un proyecto de investigación centrado únicamente en Eindhoven, provincia del sur del país, que cuenta con unos 223.000 habitantes. Hablaron con 70 chicos activos en la prostitución masculina forzada, 34 eran adultos pero el resto no alcanzaba los 18 años.Eran ocho menores de edad forzados por terceros y otros 16 que estaban ejerciendo —dicen— "voluntariamente". Este último grupo, especifica el investigador, están forzados por otras circunstancias. "Hay quienes viven en las calles y se acuestan con hombres adultos a cambio de una cama o comida", lamenta.
Control de las mafias: Violencia, amenazas y extorsión
Las víctimas proceden de diferentes países. Se calcula que hasta un 50% pueden ser holandeses y el resto son extranjeros, que tienen diferentes perfiles pero les une su vulnerabilidad legal. Los hay que, al llegar a los Países Bajos no han encontrado refugio y viven en las calles sobreviviendo en la mendicidad. Esto los ha convertido en blanco fácil para las mafias que operan en el inframundo holandés. Utilizan prácticamente la misma estrategia que con las mujeres para tenerlos controlados: violencia, amenazas y extorsión.
Sin embargo, también han caído en manos de estas redes varios hombres que viven en centros de solicitantes de asilo, es decir, refugiados que —según CoMensha— cuentan con la protección del Estado hasta que se solucione su caso pero que han sido "secuestrados" por traficantes de personas en el propio territorio holandés. No obstante, algunos no solo se han visto obligados a prostituirse una vez han alcanzado Holanda, sino que ya traen un largo historial de abusos sexuales desde que abandonaron su país de origen y han caído en manos de grupos de la trata en Italia, Grecia o Turquía.
"La situación es similar. Los hombres también son víctimas, a veces no se ven a sí mismos como víctimas o tienen miedo a hablar sobre lo que les sucede. ¿Si les es difícil denunciar por la falta de confianza en la Policía? Depende. Cuando una persona ha estado viviendo en un país con corrupción gubernamental o policial, es comprensible que no confíe en las autoridadesde otro país", reconoce Bernette Venema, de CoMensha. Este centro recibió el pasado año el doble de reportes de hombres extranjeros que han pedido ayuda porque estaba siendo forzados a vender su cuerpo en las calles holandeses o detrás de los famosos ventanales de los barrios rojos. Sin embargo, también reconocen que las cifras son mucho más altas, a pesar de estar en un país donde esta profesión es completamente legal desde el año 2000 precisamente con el objetivo de tener un mayor control sobre las ilegalidades y el tráfico de personas.
"La gente mala siempre te encuentra"
Bajo el nombre ficticio de Anando, una víctima relató su historia para denunciar la situación. "La gente mala siempre te encuentra. La prostitución masculina forzada sucede todos los días, cada segundo, pero estas son las personas de las que no queremos hablar, ni conocer", lamenta con una voz rota en Reporter Radio. Después de recorrerse medio África, Asia y Europa de este a oeste, este hombre terminó malviviendo en las calles, donde fue capturado por un traficante de personas, que le obligó a tener relaciones sexuales con otros hombres a cambio de nada. El dinero se lo llevaba su verdugo. Su situación de vulnerabilidad sigue, como en la mayoría de los casos, el mismo patrón: su estatus legal no le permite acercarse a la Policía porque le podrían deportary no contaba con una tarjeta de residencia en Holanda que le permita encontrar un trabajo y una protección social.
"Por un lado, cuando el refugiado no cuenta con un número de la seguridad social, no puede trabajar y se encuentra en una situación vulnerable. Por otro, las mafias saben perfectamente dónde encontrar a sus víctimas. Al principio les prometen que les van a ayudar y todas esas cosas, pero en muy poco tiempo, los convierten en sus víctimas porque estos no saben a dónde ir ni a quién pedir ayuda en Europa", añade Van den Akker. Según este experto en tráfico humano, está siendo mucho más complicado ayudar a los hombres en manos de la trata porque las instituciones "no están preparadas para ellos". Al haber más conciencia sobre la situación de las mujeres explotadas, las organizaciones cuentan con casas seguras, grupos de ayuda, etc., pero en el caso de los chicos "no hay nada preparado, ni sitios para ellos", lamenta. "Ahora es cuando nos estamos empezando a dar cuenta de la gravedad de la situación y el Gobierno está empezando a incluir la prostitución masculina entre sus preocupaciones", informa.
La explotación sexual en los Países Bajos alcanza las 3.000 víctimas por año, con las jóvenes menores de edad y de nacionalidad holandesa como mayor grupo. Entre 2012 y 2016, una media de 1.320 niñas fueron víctimas de la trata. Según un informe de noviembre de 2017 del Relator Nacional sobre la trata de seres humanos muestra que el 95% de los municipios no tienen una política sobre la explotación de personas. Y solo 16 de los 35 municipios centrales aún no han nombrado un coordinador de atención, la persona que debería ser el primer punto de contacto para las víctimas de la prostitución forzada. CoMensha reconoce que la vigilancia de la prostitución forzada en mujeres es mayor que con hombres y eso hace que los datos obtenidos sean "muchísimo más inferiores" de los reales.
"Las cifras de explotación no son diferentes de un sexo a otro. Están al mismo nivel. Hay chicos que enviaron sus fotos desnudos a otros y ahora están prostituyéndose bajo el chantaje y las amenazas. Otros que obtienen hogar a cambio de sexo. Otros que son homosexuales y se han enamorado de hombres mucho más mayores que ahora les fuerzan a prostituirse para ellos. Hay todo tipo de casos", agrega Van den Akker. Las instituciones holandesas que se ocupan de este asunto están empezando a trabajar sobre el terreno para ocuparse de este asunto. Han empezado a abrir casas de acogida donde pueden trasladar a los hombres víctimas de la trata para recibir tratamiento médico y psicológico, hablar de lo que les ha pasado y saber qué es lo que necesitan. "Es ahora cuando nos estamos dando cuenta de que en realidad hay un gran problema con la prostitución masculina y que necesita urgentemente nuestra atención", concluye.
"Las cifras de explotación no son diferentes de un sexo a otro. Están al mismo nivel. Hay chicos que enviaron sus fotos desnudos a otros y ahora están prostituyéndose bajo el chantaje y las amenazas. Otros que obtienen hogar a cambio de sexo. Otros que son homosexuales y se han enamorado de hombres mucho más mayores que ahora les fuerzan a prostituirse para ellos. Hay todo tipo de casos", agrega Van den Akker. Las instituciones holandesas que se ocupan de este asunto están empezando a trabajar sobre el terreno para ocuparse de este asunto. Han empezado a abrir casas de acogida donde pueden trasladar a los hombres víctimas de la trata para recibir tratamiento médico y psicológico, hablar de lo que les ha pasado y saber qué es lo que necesitan. "Es ahora cuando nos estamos dando cuenta de que en realidad hay un gran problema con la prostitución masculina y que necesita urgentemente nuestra atención", concluye.
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