luns, 22 de outubro de 2018

El Sergas deriva cada año 25.000 pacientes de cirugía a los concertados

Anualmente se remiten también a estos hospitales 44.500 pruebas diagnósticas

ELISA ÁLVAREZ
https://www.lavozdegalicia.es/

El concierto singular de Povisa nada tiene que ver con el resto de los conciertos que el Sergas establece con los hospitales privados. El primero atiende a una población de referencia, mientras que los segundos son herramientas de Sanidade para gestionar sus listas de espera. Si estas suben, se ofrece a los pacientes acudir a una clínica acreditada. Básicamente, se trata de operaciones y de pruebas diagnósticas, ya que las consultas con el especialista no se derivan. Pero ¿cuántas personas son remitidas cada año a los hospitales con los que la Xunta tiene concierto? En torno a 25.000. En el 2017, en concreto, fueron 24.960. La media ha sido muy similar durante los últimos años, aunque el Sergas saca pecho asegurando que en el 2008, con el bipartito, se enviaron casi 28.000 enfermos.
¿Y en qué momento se llama a un usuario que está en una lista de espera para que acuda a la privada? Cuando está pendiente de una operación de baja complejidadsegún la clasificación de la Asociación Americana de Anestesia. La mayoría son intervenciones de traumatología, oftalmología, cirugía general o digestiva y de angiología o vascular. Por ejemplo, de las 25.000 operaciones concertadas cada año, unas quince mil son de trauma y de oftalmología. De neurocirugía solo se remiten unas 123 al año a todos los hospitales.
¿Y qué área sanitaria deriva más? En toda esta actividad no puede tenerse en cuenta a Povisa, que funciona como un hospital público. Pese a que Vigo y A Coruña son las zonas que tienen una mayor población de referencia (pasan de medio millón de pacientes cada una) su nivel de concertación es diferente. La primera de las áreas sanitarias deriva a los privados más de siete mil intervenciones cada año y, sin embargo, Vigo apenas pasa de las 2.200. Ferrol, con medio millar de operaciones concertadas, es el área sanitaria que menos utiliza esta herramienta, aunque también es cierto que el CHUF tiene la población de referencia más baja de Galicia, menos de 180.000 usuarios.
La actividad que concierta el Sergas con la red de hospitales acreditados supone el 2,2 % del total de sus operaciones quirúrgicas y pruebas diagnósticas. El director xeral de Asistencia Sanitaria, Jorge Aboal, señaló en una intervención parlamentaria que, si en el quinquenio 2013-2017 se remitieron a la privada 348.415 operaciones y pruebas, durante ese mismo período el Sergas hizo en sus centros más de 16 millones de intervenciones. Eso sí, si se analizan solo las operaciones, el porcentaje sube a más del 12 %, ya que, si en el 2017 se derivaron 24.960 intervenciones quirúrgicas a estos hospitales, el Sergas realizó 205.277 entre operaciones programadas y urgentes.
En cuanto a las pruebas diagnósticas, el complejo hospitalario de Vigo no deriva a ningún paciente a la privada. Sí lo hacen el resto de las áreas sanitarias. Lugo y Ourense son las provincias en las que se echa mano con más frecuencia de los hospitales privados. En Lugo, con una media de 12.192 derivaciones al año y en Ourense, con 11.526. A Vigo le sigue Pontevedra en menor concertación de pruebas: 1.612.
Desde el 2013 hasta el 2017, insisten desde Asistencia Sanitaria, el presupuesto de estas derivaciones cayó en un 0,69 %.

El caso de Povisa, un centro privado con población de referencia, no es común en España

Hay una diferencia muy clara entre el modelo de Povisa y el resto de los conciertos del Sergas. De hecho, mientras la segunda actividad está generalizada en toda España -los servicios de salud tienen conciertos para aligerar sus listas de espera-, escenarios como el de Povisa, que tiene una población asignada, son excepcionales. Desde la Asociación de Hospitales de Galicia señalan que situaciones similares solo se dan en Gijón, en Madrid (con la Fundación Giménez Díaz) y en Andalucía. Otro modelo es el madrileño, con la concesión de la explotación de hospitales públicos a empresas privadas, similar al caso Alzira en Valencia, que revertió el Gobierno valenciano.
Según los datos del Consello de Contas, Povisa se lleva el mayor porcentaje de fondos del capítulo de conciertos, más de 75 millones de euros en el 2016. Otros once se van al oncológico de A Coruña, aunque en este caso se trata de una institución que aparece como concertada, pero que gestiona una fundación cuyo patronato está presidido por el presidente de la Xunta por razón de su cargo. De los 225,5 millones que el Consello de Contas recoge que se destinaron a la actividad concertada, 152 son con centros hospitalarios, mientras que el resto, más de 75, se refieren a otro tipo de actividad.

LOS ANÁLISIS

Deben tener un carácter subsidiario  

MANUEL MARTÍN, PORTAVOZ SOS SANIDADE DE GALICIA
Los conciertos con el sector privado tienen como finalidad atender a pacientes en lista de espera o realizar actividades que por circunstancias especiales no puede hacer el sistema público. Las condiciones para fijar estos conciertos implican la utilización plena de los recursos públicos y que tengan un carácter subsidiario y complementario de ellos. En estas condiciones no suponen privatización, aunque en muchos casos los pacientes rechazan ser atendidos en los centros concertados al desconfiar de los recursos o de la calidad de la atención. Por otro lado, el Sergas ha modificado recientemente la legislación sanitaria para concertar paquetes que cubren toda la atención hospitalaria por cuatro años, algo que solo pueden prestar las multinacionales que están adquiriendo los hospitales tradicionales, lo que supone una privatización parcial del sistema.
En los conciertos singulares se cede la atención hospitalaria de un área a un centro privado, como Povisa, que sustituye al sistema público, perdiendo así su carácter complementario. Aunque suelen estar justificados por problemas de dotación de recursos públicos, en el caso de Vigo no fue así. Tras la adquisición de la misma por el Grupo Nosa Terra las renovaciones del concierto se acompañaron de presiones y amenazas de cierre, destinadas a generar alarma en trabajadores y usurarios para que presionaran a la Administración. Esto condiciona desde hace años el desarrollo hospitalario de Vigo, primero con el Meixoeiro y después con el Álvaro Cunqueiro, que sufrió un recorte de 400 camas, las mismas que Povisa. La imposibilidad de crear estas camas a corto plazo y la alarma de los 1.400 trabajadores otorgan a la empresa enorme capacidad de presión para negociar. La salvaguarda de los intereses sanitarios debería obligar a la Xunta a rescatar el centro, como las autopistas o la banca.

Negociar con transparencia  

ENRIQUE CASTELLÓN, MÉDICO Y ECONOMISTA
La colaboración público-privada en sanidad no es algo nuevo. El 43 % de los hospitales privados tienen algún tipo de acuerdo y algo más del 11% del gasto sanitario público se dedica a ello. El concierto es un contrato administrativo que ha dado lugar a dos tipos de situaciones: unas, infrecuentes, en las que el acuerdo alcanza a ofrecer gran parte de la cartera de servicios a una población. Y otras en las que se contrata la resolución de problemas concretos como las listas de espera en determinadas especialidades.
En el pasado hubo enconados debates acerca de la eficiencia relativa de un sector sobre otro. Pero no se alcanzaron resultados concluyentes ya que, en definitiva, esta es una cuestión empírica. Debe garantizarse que los resultados sean equiparables o revertir los acuerdos si no es así. Hoy tenemos dos asuntos sobre la mesa: la contraprestación económica y el propio procedimiento administrativo. El primero se viene resolviendo en una negociación compleja -va de compartir riesgos- basada en referencias externas y en la estimación de costes que soporta el Sergas por su cartera de servicios, incluyendo o no farmacia, para atender un área sanitaria. O bien en sus costes si se trata de reducir lista de espera. El segundo puede condicionar el futuro inmediato, ya que parece que la negociación va a dar paso a un concurso público en aplicación de la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas. Esta no parece una buena solución. Un proceso negociador, a condición de que sea transparente, es preferible por flexibilidad y eficacia.
En la prestación de otros servicios y productos a los servicios de salud se está empezando a utilizar como criterio el valor obtenido (y percibido) por el paciente, más que la cantidad de servicio prestada o producto utilizado. En materia de conciertos, sin embargo, no parece que haya innovaciones a la vista.

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