sábado, 9 de abril de 2016

Recuperando al artista maldito

El historiador Luis Enrique Rodríguez investiga la obra de un prolífico creador de O Barco de Valdeorras, Jesús Díaz Ferrer
MARÍA COBAS
http://www.lavozdegalicia.es/

No existen artistas malditos, solo existen coyunturas que los silencian. Así se refiere el artista e historiador valdeorrés Luis Enrique Rodríguez, Coquixo, al barquense Jesús Díaz Ferrer, un pintor nonagenario cuyas obras aparecen en los catálogos de las principales casas de subasta españolas (como Durán o Anticuaria) y, a pesar de ello, apenas es conocido entre sus vecinos. Solo los más mayores recuerdan a Jesús, nacido el 22 de mayo de 1922, el hijo del peluquero de la calle Oscura, donde de adolescente echaba una mano para poder comprarse con las propinas materiales de dibujo y pintura.
Fue en el casco viejo, pues, donde comenzó su pasión por el arte, que le llevó a Madrid al cumplir los 18 años para seguir estudiando. Después París, durante décadas, para regresar a España hace ya más de treinta años y afincarse en Teruel, donde todavía vive.
Hace tres décadas se cruzan las vidas de Rodríguez y Díaz Ferrer. En realidad la vida de Rodríguez se cruza con la obra de Ferrer, cuando el primero acude (entonces como estudiante de Historia del Arte) a una exposición en el Hostal de los Reyes Católicos en Santiago, en la que grandes pintores españoles como Picasso, Miró o Dalí compartían espacio con un desconocido. Colgado en la pared del Hostal había un Ferrer, un pequeño cuadro pintado sobre cartón, que representaba a una joven sentada sobre el bordillo de una acera. «Mi sorpresa fue enorme, un paisano nuestro paseaba el nombre de O Barco por el mundo, conseguía que su obra se codease con la de los más grandes artistas? y en su pueblo parecía no saberlo nadie», recuerda Rodríguez. Comenzó entonces un proyecto personal de recuperación del artista que el verano pasado le dio su mayor satisfacción hasta el momento, puesto que tras descubrir que Díaz Ferrer seguía vivo, consiguió contactar con él y fue a visitarle. Fueron tres días repletos de horas de conversación en su casa, de charlas sobre la vida y de solos a la flauta. También pudo ver su trabajo, una parte de la extensísima obra que Díaz Ferrer ha pintado en más de 70 años (y que continúa medrando, porque sigue activo). «Soy un pintor de miles de cuadros, de los que quemé la mitad porque no me gustaban», le dijo el artista a Coquixo en sus conversaciones. Dice el historiador que en la obra de Díaz hay influencias de multitud de artistas. «Dalí, Gris, Chirico, Leger, Picasso, Cezanne, acuarelistas ingleses y asiáticos del siglo XIX y un largo etcétera. Estas influencias son perfectamente asimiladas por Díaz, no para copiar estilos o modas, sino con el único afán de profundizar en las posibilidades plásticas de la pintura y la escultura», señala.
Un trabajo en marcha
En su tarea, Coquixo cuenta ahora con la colaboración de María Fidalgo, doctora en Historia, que en su labor como investigadora consiguió recuperar la figura de Abelardo Miguel hace unos años. Fidalgo se unió «convencida de que los historiadores tenemos una responsabilidad con el pasado, y debemos sacar a la luz episodios importantes que, si no se escriben, no han sucedido y pasan al olvido».
Ambos tratan de hacer más popular el legado de Díaz Ferrer, de quien Fidalgo destaca que tiene un estilo «muy curioso, entre idas y venidas al cubismo, la abstracción y el realismo». Y resume: «Es el artista valdeorrés más importante de todos los tiempos, y uno de los gallegos más destacados». 



Vendedora de manzanas (1969)


Bodegón


En el puerto




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