David Torres
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Hace cuatro días el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, advirtió en una rueda de prensa que cualquiera que apareciese en los Papeles de Panamá debería dar una explicación de inmediato. “Pero de inmediato” remachó Soria, con ese retintín justiciero del que mira los toros desde la barrera. “Si no hay explicación es que no la tiene. De inmediato”. El lunes el toro saltaba la barrera desde Panamá y le corneaba exactamente en los apellidos: los suyos y los de su hermano Luis Alberto. En cuanto le preguntaron por el asunto, José Manuel Soria aseguró que estaba muy ocupado y que no tenía tiempo para comentar los hechos. Escurrió el bulto, pero de inmediato. Luego, ya más calmado, dijo que no tenía ni idea de por qué su nombre aparecía en una sociedad radicada en un paraíso fiscal de Bahamas. Una explicación que, como él mismo auguraba, no tiene explicación.
No es la primera vez ni la segunda que el nombre de Soria aparece salpicado de lodo; de hecho, su hermano Luis concluyó su carrera política en 2008, en medio del escándalo del caso Eolo, a resultas de cual el futuro ministro, aunque salió libre de cualquier imputación, también sería condenado por calumnias e injurias. Poco después Soria sobreviviría a más imputaciones en los casos Salmón y Chalet, aunque en la última (donde también lo acompañaba su hermano Luis y su esposa, la procuradora Carmen Benítez) acabaría condenado a pagar las costas del juicio.
El garabato de Soria como administrador de la sociedad offshore UK Lines Limited de Bahamas es uno más en el espeluznante rosario de casos aislados de corrupción en el PP. Era cuestión de tiempo que, al poner los casos aislados unos al lado de los otros -en fila desde Baleares y Valencia hasta Galicia, pasando por Madrid- la ristra de embutidos acabara llegando a Panamá. No sería extraño que, entre la desvergonzada gotera de revelaciones que va cayendo día tras día en los periódicos, cualquier mañana de éstas nos despertemos con nuevos nombres del ejecutivo en funciones del PP. Lo extraño sería más bien lo contrario. Es una putada que la mierda esté saliendo a chorros en Panamá ahora que el ministerio del Interior ha mandado investigar cuestiones de financiación ilegal en Venezuela.
Aparte de por sus actuaciones judiciales (y por formar, junto a su hermano Luis Alberto, un fractal de los Hermanos Dalton con Aznar en el papel de Joe), a Soria se le recordará ante todo por su célebre impuesto al sol, que ha sido el hazmerreír de medio mundo y que él corrigió, con su particular atención al detalle, como “prima al sol”. El sol siempre ha sido un elemento pertinaz en la ideología de la derecha española, desde el célebre “Cara al sol” (que tantos de ellos siguen cantando en sus fiestas señaladas) hasta ese arrimarse “al sol que más calienta” en que consiste su política exterior, ya sea en Arabia Saudí o en Las Azores. Puesto que se creen que es suyo, como el resto del país, era lógico que lo gravaran con un impuesto. Pero a veces el sol escuece mucho y lo mejor es protegerse con la pantalla de una sociedad opaca.
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