Mª José Roldán
Era Africano, de Mali exactamente. Tenía 14 años y era buen estudiante… Quería venir a Europa a seguir estudiando, tenía sueños, aspiraciones y toda una vida por delante. Hablamos en pasado, porque este pobre adolescente murió ahogado, de forma trágica, junto a mil personas más en el mar. Se ahogó cuando viajaba a Europa en una barcaza que naufragó frente a Libia.
Los forenses, cuando intentaron identificar los cadáveres, descubrieron que este pequeño luchador, llevaba cosidas en su ropa las notas escolares para que los europeos viéramos que era buen estudiante. Que no era un analfabeto, ni un “don nadie”. Que tenía nombre, apellidos y que también era una persona que quería un futuro mejor y no tan oscuro como desgraciadamente lo hubiera tenido en su país. Pero no tan horrible como el destino que encontró en el mar.
Era buen estudiante
Era buen estudiante, quería tener un mejor futuro, pero sus padres quizá le acompañaban en esa barcaza o quizá no. Quizá sus padres creen que finalmente llegó a Europa y sueñan con que tuvo un gran futuro, quizá su familia no duerme por las noches porque no sabe dónde está su joven tesoro, su hijo… Son muchos los “quizá”, pero solo hay un trágico final. Desgraciadamente cada día se mira hacia otro lado, pero historias como la de este chico, que ocurrió en 2015 y que conmovió a los forenses que identificaban los cadáveres de éste trágico suceso donde mil personas murieron, deberían conocerse.
Conocerse para que a nivel social se buscasen soluciones, y conocerse para que a nivel personal las personas tuvieran un concepto diferente de la realidad. Que dejasen de preocuparse por saber quién tiene el coche más lujoso o la casa más amplia o el jardín más grande. En una sociedad intoxicada con el materialismo y el individualismo se olvida lo más importante: la humanidad y la humildad.
Es importante que los padres cuenten estas historias reales a esos adolescentes que solo miran el móvil y que no quieren hacer nada en la vida. A esos padres que deben hacer autorreflexión cuando son el ejemplo de consumo e individualismo. A esos maestros que no ven el esfuerzo en los alumnos y solo se fijan en las notas finales. A la sociedad en general que mira a otra parte cuando ocurren estas cosas.
Aunque es un tema controvertido para todos y no menos polémico, sabemos que desde casa no se puede cambiar el mundo, pero sí te puedes cambiar a ti mismo/a y cambiar tu mundo. Puedes conseguir que tus hijos crezcan sabiendo que son afortunados, que el esfuerzo tiene recompensa, que la humildad es un valor que merece la pena trabajar… Y que la vida, es un tesoro preciado que se debe disfrutar y aprovechar.
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