martes, 18 de xuño de 2019

Las secuelas de la guerra: una de cada cinco personas que viven en zonas en conflicto tiene un problema de salud mental

La prevalencia de problemas de salud mental en zonas de guerra es tres veces superior a la del resto del mundo, que se sitúa en una de cada 14 personas

"Nuestro estudio muestra que el impacto de los conflictos en la salud mental de las personas es mayor de lo que sugieren las estimaciones anteriores", afirman los autores del estudio

"Las estimaciones actuales justifican una mayor inversión en la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales en las poblaciones afectadas por conflictos", afirma la investigadora Cristiane Duarte

Teguayco Pinto
"Nuestro estudio muestra que el impacto de los conflictos en la salud mental de las personas es mayor de lo que sugieren las estimaciones anteriores". Según una revisión de 129 estudios elaborada por la Organización Mundial de la Salud y que acaba de ser publicada en la revista médica The Lancet, una de cada cinco personas (22%) que viven en un área afectada por un conflicto bélico tiene depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, trastorno bipolar o esquizofrenia. Este hallazgo contrasta con los datos del informe sobre la Carga mundial de morbilidad, que sugieren la prevalencia mundial media para estos trastornos es de una de cada 14 personas (7%).
Según la OMS, estas nuevas estimaciones ponen de relieve la necesidad de aumentar y mantener la inversión en el desarrollo de servicios de salud mental en las zonas afectadas por los conflictos y los autores del estudio afirman que es "urgente" poner en práctica "intervenciones de salud mental a gran escala" para hacer frente a esta situación. "La atención de la salud mental debe ser prioritaria en los países afectados por conflictos, sobre todo por los vínculos bien establecidos entre la salud mental y el funcionamiento y desarrollo del país."
La prevalencia encontrada por los investigadores fue del 11% para la depresión, 15% para el trastorno de estrés postraumático y 22% para cualquier trastorno de ansiedad. Con respecto a su gravedad, el estudio concluyó que alrededor del 9% de las poblaciones afectadas por un conflicto tienen un estado de salud mental de moderado a grave.
Según uno de los autores del estudio, el investigador del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud, Mark van Ommeren, estas nuevas estimaciones, "añaden aún más peso al argumento a favor de una inversión inmediata y sostenida, de modo que el apoyo mental y psicosocial esté disponible para todas las personas necesitadas que viven situaciones de conflicto y sus secuelas".

Unos datos peores de los que se tenían 

Los hallazgos también sugieren que los estudios anteriores han subestimado la prevalencia de estos problemas. En 2005, la OMS calculó la prevalencia de los trastornos mentales entre las personas afectadas por emergencias humanitarias. Sin embargo, aseguran los autores del nuevo estudio, "estas estimaciones no se basaban en revisiones sistemáticas de las pruebas" y el nuevo análisis ha mostrado que tasas de afecciones mentales graves y medias son significativamente más altas.
"Estoy segura de que nuestro estudio proporciona las estimaciones más precisas disponibles hoy en día sobre la prevalencia de las afecciones de salud mental en áreas de conflicto", dijo la responsable principal de la investigación, la investigadora de la Universidad de Queensland y del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de EEUU, Fiona Charlson. "Las estimaciones de estudios anteriores han sido inconsistentes y algunos han encontrado tasas inconcebiblemente bajas o altas".
Sin embargo, a pesar de haber utilizado criterios de inclusión y exclusión más estrictos que estudios anteriores, los investigadores también señalan algunas limitaciones debido a la complejidad de la recopilación de datos en situaciones de conflicto, lo que significa que hay incertidumbre en las estimaciones. Además, también destacan que la variación cultural en el diagnóstico y los cambios en los criterios de diagnóstico pueden haber afectado a los resultados.
A pesar de ello, en otro artículo adjunto publicado en la misma revista, la investigadora de la Universidad de Columbia, Cristiane Duarte, asegura que, "a pesar de sus limitaciones, las estimaciones actuales justifican una mayor inversión en la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales en las poblaciones afectadas por conflictos".

Más de 50 conflictos bélicos en curso

Según un informe elaborado por la ONG Save the Children, en 2016, el número de conflictos armados alcanzó un máximo histórico, con 53 conflictos en curso en 37 países y el 12% de la población mundial vivía en una zona de conflicto activo. En la actualidad existen importantes crisis humanitarias inducidas por conflictos en varios países, como Afganistán, Irak, Nigeria, Somalia, Sudán del Sur, Siria o Yemen.
Aunque el nuevo estudio hace hincapié en mejorar la ayuda a la población que vive en zonas en conflicto, algunos estudios también señalan la necesidad de reforzar la atención psicológica a la población desplazada por la guerra. Las estimaciones de las Naciones Unidas sugieren que cerca de 69 millones de personas en todo el mundo han sido desplazadas por la violencia y los conflictos, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial.
Un estudio realizado en Alemania en 2016 mostró que más de la mitad de los refugiados que han llegado este país en los últimos años muestran signos de algún tipo de trastorno mental y una cuarta parte de ellos sufren estrés postraumático, ansiedad o depresión. También varios estudios realizados principalmente en los países nórdicos han mostrado que los refugiados tienen una incidencia hasta tres veces mayor de esquizofrenia y otros trastornos psicóticos que la población nativa local.

El estudio

Para esta revisión se han revisado 129 estudios y datos de 39 países publicados entre 1980 y agosto de 2017, incluidos 45 estudios nuevos publicados entre 2013 y agosto de 2017. Se incluyeron los escenarios que han experimentado conflictos en los últimos 10 años. El estudio ha sido financiado por la OMS, el Departamento de Salud de Queensland y la Fundación Bill y Melinda Gates.

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