JAVIER MARTÍN
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Durante cuatro días de mayo, Portugal funcionó solo con la fuerza del viento, del agua y del sol, según el rastreo en la Red Eléctrica Nacional de Zero, la asociación del sistema terrestre sostenible.
Es la primera vez que ocurre algo así en un país desarrollado, uno de los países europeos con más horas de sol, pero también con un bravío océano Atlántico que le ofrece olas y vientos para aprovechar. En Inglaterra y Alemania se dieron procesos parecidos, pero solo durante unas horas.
Los cuatro días seguidos funcionando con energías no fósiles, ocurrieron entre las 6.45 del sábado 7 de mayo y las 17.45 del miércoles siguiente: 107 horas seguidos durante las cuales se abasteció la red eléctrica del país con fuentes naturales de energía y sin emisiones de carbono.
En este año, el 74,7% de la producción energética nacional proviene de las energías no fósiles, principalmente del agua (44,1%) del total de las renovables, seguida del viento (25,6%) y de la biomasa (4%); por primera vez, la producción solar rebasó el 1% del total, según los datos de la Asociación de Energías Renovables, Apren.
La energía hídrica es hoy la más abundante, pero irá a menos, ya que mucho del potencial ya ha sido explotado por las instalaciones existentes. El inmediato futuro es para el viento, la tecnología más barata cuando se considera un nuevo proyecto de generación eléctrica, más barata incluso que otras convencionales como el gas natural o el carbón, según informa un portavoz de EDP. En el futuro se espera un abaratamiento de los costes de inversión de solar que permitiría que esta situación se haga más común, aunque no antes de 2020.
El 74,7% de la producción energética nacional proviene de las renovables: agua (44,1%), viento (25,6%), biomasa (4%) y sol (1%).
De momento, económicamente, al ciudadano no le beneficia si la electricidad procede de la compra de carbón o petróleo o de la naturaleza. La factura eléctrica del portugués es, después de la del alemán, la más cara de Europa, con una carga fiscal del 42%, solo superior a la que tienen daneses y alemanes, según datos de Eurostat. En proporción a la capacidad de compra del portugués, el precio de la electricidad y gas no tiene parangón en Europa.
Aparte de ventajas ecológicas, las energías renovables asientan la población rural. Por lo general, las instalaciones suelen construirse en zonas rurales donde existen mayores recursos de viento o agua. Este hecho mejora las economías rurales con la creación de puestos de trabajo, mejora de infraestructuras y un aumento de recaudación fiscal.
EDPR, principal generador nacional de energía, desarrolla parques eólicos desde 1996, tiene su sede europea en Madrid, y otra oficina en Houston para administrar sus activos en Estados Unidos y Canadá. Tiene licencias para desarrollar parques eólicos en Brasil, y solares y marítimos en Portugal.
El cambio de la producción energética en Portugal ha sido muy profundo en los últimos 40 años. En 1980 era uno de los países europeos energéticamente más contaminante, exactamente el 27º de 30 países, según el estudio realizado por Europe Diry 30, por culpa de la central termoeléctrica de Sines. Pero ya en el año 2004, Portugal había conseguido que casi el 20% de su consumo fuera energía renovable, mientras que en España apenas era del 8%.
El vigilante europeo KeepOnTrack recuerda que Portugal ha perdido fuelle en los dos últimos años en su programa de sustitución de las energías fósiles y que, de seguir así, no cumplirá con el objetivo de la directiva europea para que en 2020 el 31% de su consumo energético proceda de fuentes no fósiles. España, Francia, Inglaterra e Irlanda, tampoco cumplirán.
LAS OLAS DE PENICHE
Os cavaleiros das ondas, los caballeros de las olas, tienen en Peniche una cita anual con la única prueba ibérica de la liga mundial de surf. Este pueblecito al norte de Lisboa, que hace años sufría el desmantelamiento de las fábricas de pescado, hoy ha renacido gracias a la economía de la ola, como le gusta decir a su avispado alcalde, José Correia. Gracias a los surfistas, los hoteles se llenan en octubre, se abren restaurantes japoneses, se recupera la industria conservera y se prepara un parque de olas artificiales.
La economía de la ola ha atraído a la empresa australiana Bombora, que va a invertir 120 millones de euros para crear energía con las famosas olas de Peniche. Bombora instalará a 700 metros de la costa y a 10 metros de profundidad, unos conversores -tubos de cemento de 60 metros-, instalados a lo largo de 2,5 kilómetros, que tendrán una capacidad de 60 megawatios. El primer conversor se instala el próximo año con una potencia de 1,5 megawatios; durante seis meses será analizado el rendimiento y el impacto ambiental. El coste de la electricidad producida aquí será en 2023 igual al de las otras fuentes de energías naturales.
También la finlandesa AW Energy busca energía en las olas de Peniche. Ha invertido 22 millones de euros, pero en lugar de tubos submarinos instala 16 paneles que oscilan con las corrientes. Su potencia es menor (350 kilowatios cada uno), pero también más barato. La empresa Eneólica ha empezado a comercializar la energía producida por las olas.
AW Energy prevé mejorar los paneles hasta alcanzar una producción de 11,4 megawatios por hora al año, suficiente para abastecer a una comunidad de 5.500 habitaciones y 16.500 personas.
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