HENAR ÁLVAREZ
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"Y esta, ¿a quién se habrá tirado?" es probablemente la frase que se ha pronunciado más veces apuntando a una mujer de éxito. Mientras que, para el imaginario colectivo, “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer”, parece ser que detrás de una gran mujer siempre hay un tío encantado con sus felaciones. El mito de la 'femme fatale' —que obtiene algún tipo de beneficio después de camelar a hombres que se rinden irremediablemente a sus encantos— sale una vez más de las películas y se cuela en nuestra vida cotidiana y los medios de comunicación. Los comentarios que venimos escuchando y leyendo desde el martes sobre la vida sentimental de Irene Montero son un reflejo de lo que cualquier profesional sufre por el hecho de ser mujer.
No importa la experiencia, ni los estudios ni las capacidades que una tenga. Si alcanza el éxito y su pareja sentimental es mayor y, además, trabajan juntos, la sombra de la duda planeará sobre sus logros. La meritocracia, parece ser, también es cosa de hombres. Independientemente de que uno comulgue o no con la cuerda política de una mujer, en este caso Montero, aludir a su vida sentimental para desacreditarla o restar importancia a sus palabras es un acto machista sin parangón que no se debería permitir en ningún caso y mucho menos en el hemiciclo del Congreso.
Las palabras de Hernando que han indignado a Podemos
“Hay quien dice que estuvo mejor la señora Montero que usted, pero no diré yo esto porque si no, no sé qué voy a provocar en esa relación”. Este comentario de Rafael Hernando dirigido a Pablo Iglesias rezuma machismo en dos direcciones: por un lado, la falta de argumentos para desacreditar a Montero le hacen mentar su relación de pareja, y, por otro, deja caer que sería motivo de vergüenza para Iglesias que la intervención de su novia fuera mejor que la de él. Nuestro lugar, insinúa Hernando, es un par de pasitos por detrás. Las mujeres somos el complemento perfecto, pero nunca deberíamos traspasar la barrera de la excelencia, no vaya a ser que se resienta el ego de nuestro compañero sentimental y provoquemos una crisis de pareja. Este tipo de comentarios revelan los miedos de quienes los realizan. Debe ser que el señor Hernando no soportaría que su mujer fuera mejor que él en algo relacionado con su profesión y da por hecho que a Iglesias le pasaría lo mismo.
Por si esto fuera poco, los insultos, chistes y gracias no han parado de poblar la red desde el día de ayer, tanto desde la derecha como desde la izquierda:
Me preocupa que muchos de estos vienen de parte de otras mujeres, como si a ellas nunca las hubieran cuestionado y no las fueran a cuestionar en los mismos términos. Espero con ansia el día en que ante una de estas gracietas, absolutamente todas nuestras representantes —independientemente del grupo parlamentario al que pertenezcan— se cierren en banda e impidan continuar con la sesión hasta que la persona que la ha emitido se disculpe. Ese día será el último en que sea noticia algo semejante.
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