JUAN OLIVER
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Hace apenas diez años Galicia contaba con un sistema financiero formado por un puñado de entidades de tamaño medio que agrupaban la gran mayoría de los depósitos de los gallegos. Pero la apuesta de sus gestores por el ladrillo y la crisis económica han enterrado definitivamente esa red. La venta del Banco Popular, adquirido por un euro al Banco Santander, significa su desmantelamiento definitivo. La entidad que preside Ana Botín ha anunciado que operará con su marca en toda España y que liquidará la del Popular y de sus filiales. Incluida la del Banco Pastor, entidad centenaria, la segunda por tamaño en Galicia y comprado por el Popular hace apenas cinco años.
El Pastor tuvo sus orígenes en una naviera fundada en 1719, adquirida un siglo después por la familia que dio su nombre al banco. Poco a poco fue derivando su negocio hacia la actividad financiera, hasta la incorporación a su accionariado en 1915 de Pedro Barrié de la Maza, descendiente de sus fundadores y quien se haría con su control al poco de terminar la Guerra Civil.
Barrié fue uno de los empresarios más ricos del franquismo y soporte de muchas de sus políticas y estrategias económicas. Especialmente en Galicia. El dictador le concedió en 1955 el título de conde de Fenosa, por la empresa Fuerzas Eléctricas del Noroeste, que había fundado en 1943. Barrié había sido, junto al gobernador civil de A Coruña, Julio Muñoz, el impulsor de la operación de expolio que permitió a Franco hacerse con la propiedad del emblemático Pazo de Meirás.
El Banco Pastor, presidido tras la muerte de Barrié y hasta el 2001 por su viuda, Carmela Arias y Díaz de Rábago (también heredó el título nobiliario) era el último símbolo del poder financiero gallego. El Popular respetó su marca, y también aceptó que la Fundación Pedro Barrié, poseedora del 40% de las acciones de la entidad, siguiera operando en sus funciones de acción social y promoción de actividades culturales. El Pastor tiene 680.000 clientes -una cantidad nada desdeñable si se tiene en cuenta que la población de Galicia ronda los 2,7 millones de habitantes- y depósitos por valor de más de 20.000 millones de euros.
Graves consecuencias sociales
Además de la caída de un símbolo y de la pérdida del valor de las acciones del Popular, que afecta a miles de pequeños inversores en Galicia, la desaparición del Pastor tendrá graves consecuencias sociales. Está presente en la práctica totalidad de los municipios de la comunidad, y en más de cien también existen oficinas del Santander. En muchos otros, también del Popular, que tiene una veintena de sucursales. Los más de mil trabajadores del primero y los cerca de 300 del segundo se temen una nueva oleada de despidos. A todos les vendieron en su día que las fusiones, con sus derivadas de expedientes de regulación de empleo y de recortes salariales y de condiciones laborales, eran la única salida para las entidades cuyos gestores habían llevado a la ruina por una arriesgadísima exposición a las inversiones inmobiliarias y a los productos financieros derivados.
Rosa Conde, portavoz de la Confederación Intersindical Galega (CIG) en el Pastor, anunció este jueves que su sindicato está estudiando la posibilidad de ejercer acciones legales contra los administradores del Popular y también contra los organismos de supervisión, por permitir las operaciones que han acabado con la liquidación de la entidad.
Hace diez años, Galicia contaba con un puñado de entidades financieras propias, de tamaño medio o pequeño. La operación de fusión de Caixa Galicia y Caixanova, impulsada personalmente por el presidente de la comunidad, Alberto Núñez Feijóo derivó en la intervención de la entidad resultante de aquella fusión, Nova Caixa Galicia, y su posterior adquisición por parte del empresario venezolano Juan Carlos Escotet, quien, a través de Banesco Internacional, también se había hecho en el 2008 con la mayoría del accionariado del Banco Etcheverría, el más antiguo de España y fundado en Betanzos (A Coruña) en 1719. Caixa Galicia tenía un 37% de las participaciones de esa sociedad.
Tampoco han sobrevivido el Banco de Galicia, que fue adquirido y liquidado por el Popular en el año 2008, al poco de comenzar la crisis, ni el Banco Gallego, comprado por el Sabadell en el 2013 al Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).
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