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Eran las 4 de la mañana cuando Nice, su hermana y sus primas despertaron en casa de su abuelo. Tenía 8 años y había perdido recientemente a sus padres. Recuerda el miedo y la negación ante lo que iba a suceder en apenas unas horas: sería sometida a la ablación. Tras una ducha de agua fría, la única forma de anestesia que encontraría aquel día, salió de la casa. Cuando la pequeña vio acercarse a la comitiva encargada de practicarle le mutilación, corrió a esconderse. Sin embargo, su familia la encontró.
Nice prometió someterse al corte pero la segunda vez que intentaron mutilarla, no dejó que la encontraran. Esta vez huyó y pidió refugio en el colegio al que asistía. La siguiente vez que Nice Nailantei Leng'ete volvió a su comunidad lo hizo con 15 años y como líder de un movimiento que educa a jóvenes, chicos y chicas, en la lucha contra la mutilación genital femenina. Hoy, es embajadora para la erradicación de mutilación genital femenina (MGF) de Amref Health Africa. Fatima, Angela y Seleyian, que luchan contra esta lacra, también han compartido su experiencia durante los Días Europeos de Desarrollo.
"Proporcionarles a estas niñas una educación les dará una oportunidad”
Seleyian Partoip, fundadora del programa de educación para niñas ‘Murua’, no huyó llegado el momento. “Soy una superviviente”, dice con orgullo Partoip. Ella sí sufrió la ablación, aunque reconoce que lo hizo orgullosa, convencida de que aquella horrible práctica era un paso indispensable para convertirse en una mujer. Hoy también lucha para la erradicación de la mutilación a través de una red de activistas en toda África, que pone la educación en el centro de la lucha. Porque si en algo coinciden estas jóvenes activistas es que educar y empoderar a mujeres y niñas es la mejor forma de luchar contra la ablación. “Proporcionarles a estas niñas una educación les dará una oportunidad”, insiste Partoip.
Pero Seleyian Partoip reconoce que la mutilación genital femenina no acabará hasta que deje de ser una práctica social anclada en la cultura. De ahí la necesidad de abordar la cuestión desde la comprensión y el respeto a la cultura de las comunidades. La joven explica que la mutilación genital femenina se enmarca dentro de todo un ritual y que atacarlo no ayudará a convencer a la sociedad de poner fin a la ablación. “Si les atacas, no escucharán”, insiste Partoip. Por eso hacer pedagogía de las consecuencias físicas y psicológicas que acarrea la ablación es fundamental.
La mutilación genital femenina, práctica sin fronteras
Fatima Awil y Angela Muruli representan la otra cara de la moneda. Jóvenes educadas en Europa, conscientes de los peligros de esta práctica también en el viejo continente, y que luchan desde la diáspora contra ella.
Angela Muruli supo que quería dedicarse a la lucha contra la mutilación genital femenina en cuanto leyó por primera vez sobre el tema: “Sentí que quería traer algo de justicia al mundo”. La joven activista rinde homenaje a su padre que, desafiando todas las tradiciones, la animó a estudiar y convertirse en una mujer de éxito. Ella decidió utilizar esa oportunidad para luchar en defensa de los derechos de mujeres y niñas.
“El hecho de que no quieran que hablemos es exactamente la razón por la que vamos a hacerlo”
Tras acabar sus estudios en Reino Unido volvió a Kenia, su país de origen, donde lanzó el debate sobre la ablación entre los jóvenes en una conferencia que ahora se organiza anualmente. A Muruli no le faltaron las críticas y quienes intentaron sabotear la conferencia pero ella se negó a cancelarlo: “El hecho de que no quieran que hablemos es exactamente la razón por la que vamos a hacerlo”. La joven continúa con su trabajo de pedagogía y defensa de la igualdad de género en la Fundación para la Salud de la Mujer, la Investigación y el Desarrollo.
Fatima Awil también comenzó muy joven su activismo en defensa de la igualdad de género y contra el matrimonio infantil, cuando apenas tenía 16, en una pequeña organización en Bristol (Reino Unido) que trabajaba principalmente con mujeres en la diáspora. Awil, de origen somalí, pronto se interesó por la lucha contra la ablación. Su organización, formada exclusivamente por jóvenes aunque con apoyo adulto, lanzó una campaña en la que informaba a jóvenes y niñas a través de un sencillo juego sobre a dónde acudir o cómo pedir ayuda en caso de haber sido o ir a ser mutilada. Su trabajo como activista la ha llevado a conferencias con líderes mundiales y a conseguir financiación para un proyecto de educación y lucha contra la ablación en varios países del mundo. Y como Angela, Fatima decidió enfocar sus estudios a su lucha que continúa como abogada de derechos humanos para la Red Europea para acabar con la Mutilación Genital Femenina, de la que es embajadora.
La ablación, una práctica machista
“Tenemos qué preguntarnos qué perpetúa esta práctica y la respuesta es el patriarcado”, sentencia Angela Muruli. Para Muruli el acoso callejero, online, la violencia machista pero también la ablación son consecuencia del patriarcado “que perpetúa diferentes formas de violencia contra las mujeres”. La activista considera que la mutilación genital femenina es doblemente machista, primero porque atenta directamente contra la libertad de las mujeres de disfrutar de su libertad sexual y segundo, porque es una práctica ligada al matrimonio forzado, a la idea de la mujer como trofeo. Y una mujer que no se ha sometido a la ablación, en estas comunidades, es menos mujer.
Seleyian Partoip destaca que es importante hacer pasar a las mujeres el mensaje de que su cuerpo es suyo y deben ser ellas quienes decidan qué hacer con él y que son ellas las primeras que deben adquirir el compromiso de no someter a sus hijas a la ablación. Además, denuncia el estigma de la lucha contra la mutilación que va en ambos sentidos: si la has sufrido porque quién eres tú para decir a las mujeres que no lo hagan, si no, porque qué sabrás tú al respecto. Un desprestigio al activismo habitual en la lucha feminista.
La percepción, insiste Angela Muruli, es que estas cosas solo pasan en lugares como Kenia o India, “lo que la gente no entiende es que es la misma estructura social que permite el acoso en las calles de Londres la que perpetúa la mutilación genital femenina”.
Los jóvenes, en el centro del debate
Las cuatro activistas insisten en que la educación es la clave de la lucha contra la ablación pero también en que las comunidades deben hacer suyo el cambio y, particularmente, los jóvenes. Primero porque son niñas y adolescentes quienes sufren la mutilación y segundo, porque son la generación que puede cambiar las cosas. “Es importante que los jóvenes estén en primera fila en cualquier debate que les afecte porque, ¿quién mejor que ellos?”, considera Fatima Awil.
“No quiero que nadie cuente mi historia por mi. Soy la que mejor puede contarla”
Seleyian Partoip entiende que deben apropiarse del discurso: “No quiero que nadie se levante por mí para contar mi historia. Creo que soy la persona que mejor puede contar mi historia”. Partoip cree que es necesario que las mujeres que han sufrido la mutilación encuentren un espacio seguro en el que compartir su experiencia, asociarse y colaborar con otras mujeres para poner fin a esta práctica.
Aunque insisten en que deben ser las mujeres quienes marquen el debate, todas creen necesario que también los hombres participen porque tienen un importante rol que jugar en esta lucha y porque la educación también es un arma contra el machismo.
Seleyian encontró en el activismo una forma de reconciliación consigo misma; Fatima, la fuerza para levantarse por aquello en lo que creía; Angela vio crecer su feminismo en su lucha contra la violencia machista y Nice desató un movimiento ante la horrible práctica de la que huyó. Todas son mujeres jóvenes que están liderando el cambio en una sociedad de la que son parte y por eso, piden el apoyo de la comunidad internacional en la lucha contra la mutilación genital femenina y la violencia estructural que permite su perpetuación.
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