2.100 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable en casa.
• Urge actuar con políticas globales y concretas que garanticen el cumplimiento de los ODS, que incluyen además de agua limpia y saneamiento, el fin de la pobreza o el hambre cero.
• Hay que establecer una gestión eficiente del agua, así como planes de actuación con medidas destinadas a paliar el efecto de la sequía y de los fenómenos climáticos extremos.
• Es necesario un Gran Pacto Social por el Agua que perdure en el tiempo y en el que participen las organizaciones sociales, sindicales y los partidos políticos.
El 22 de marzo se celebra el del Día Mundial del Agua. El lema de este año es “no dejar a nadie atrás”, realizando una adaptación de la promesa central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que indica que todo el mundo debe beneficiarse del progreso del desarrollo sostenible. Dentro del contexto del agua, el objetivo es que todas las personas dispongan agua y saneamiento de aquí a 2030.
En el año 2010, la ONU reconoció como derecho humano el derecho al agua y al saneamiento, reafirmando que son esenciales para la realización de todos los derechos humanos, y en 2015, tras admitir que no se habían hecho suficientes avances, la Asamblea General de Naciones Unidas también reconoció explícitamente el derecho a “un saneamiento que sea salubre, higiénico, seguro, social, culturalmente aceptable y que garantice la intimidad y la dignidad”.
Ese mismo año, 193 Estados miembros de Naciones Unidas firmaron la Agenda 2030 y decidieron incluir entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible uno específico sobre agua limpia y saneamiento (ODS 6), con el que se quiere “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y saneamiento para todos”. En 2018 se inició un decenio internacional para la acción llamado “agua para el desarrollo sostenible”.
Pese a todos los hitos indicados hasta ahora, en la actualidad, en el mundo hay 2.100 millones de personas que no tienen acceso a agua potable en casa, de las cuales 263 millones caminan más de media hora diaria para conseguirla. Además, 2.400 millones de personas carecen de saneamiento adecuado, de las cuales 892 millones se ven obligados a hacer sus necesidades al aire libre.
El agua no potable, acompañado por unas infraestructuras deficientes, es el causante de casi 850.000 muertes al año. Más de 700 niños menores de cinco años mueren todos los días de diarrea causada por agua insalubre o un saneamiento deficiente.
La escasez de agua, debida entre otros factores a los impactos del cambio climático, también es un problema cada vez más acuciante. Actualmente la escasez afecta a más del 40% de la población mundial, y se prevé que para 2050 la demanda crezca un 40%. Según Naciones Unidas la escasez de agua en zonas áridas o semiáridas provocará en 2030 el desplazamiento de hasta 700 millones de personas. En pleno Siglo XXI estos datos no se deben ni se pueden consentir.
Actuar de manera urgente con políticas globales
UGT urge actuar frente a estos datos con políticas globales y concretas que garanticen el cumplimiento de los ODS, que incluyen además de agua limpia y saneamiento, el fin de la pobreza, el hambre cero o salud y bienestar entre otros.
El agua es un elemento esencial para el desarrollo sostenible y una correcta gestión de los recursos hídricos es clave para reducir la pobreza, crear empleo verde y decente y aumentar la sostenibilidad ambiental.
España es uno de los países que más va a sufrir y que ya está sufriendo las consecuencias del cambio climático. De hecho, un informe reciente de AEMET y del Observatorio de la Sostenibilidad, afirma que la temperatura media de España ha subido el doble que en el resto de mundo, en los últimos 50 años un 1, 6º C. Además, las previsiones del CEDEX y del IPCC indican que se van a reducir los recursos hídricos disponibles en España entre un 24% y un 40%.
Es necesario, por tanto, establecer una gestión eficiente del agua, así como planes de actuación con medidas destinadas a paliar el efecto de la sequía y de los fenómenos climáticos extremos como también son las lluvias torrenciales y las inundaciones. Además, tenemos que luchar contra la desertificación que vamos a sufrir en nuestro país en los próximos años. Por ello, se hace necesario crear una comisión que analice las consecuencias que tendrán estos impactos sobre el empleo y sobre la sociedad en su conjunto.
Llevamos años hablando o, mejor dicho, oyendo que es necesario un gran pacto. Un pacto político por el agua. Lo que necesitamos es un Gran Pacto Social por el Agua, donde participemos organizaciones sociales, sindicales y partidos políticos. Un pacto que perdure en el tiempo y que no esté sujeto a vaivenes políticos.
Esperemos que una vez que pase este periodo de elecciones seamos capaces de contar con un gobierno que apueste por ese pacto y en el que no deje a nadie atrás.
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