Iñigo Sáenz de Ugarte
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Pedro Sánchez ya ha completado su Gobierno. Ha elegido a once mujeres y seis hombres, lo que ya es un hecho sin precedentes en la historia de este país. Es un ejemplo de que el nuevo presidente cree que la paridad no es un objetivo, sino una necesidad. Y ha elegido a un astronauta. No está mal para un político que ha sido subestimado por casi todos los partidos, la mayoría de los medios de comunicación y buena parte de su propio partido.
Con el Gobierno completo, está claro que la idea del regreso de la izquierda al poder es un concepto que hay que situar en el contexto adecuado. Sánchez ha enviado un mensaje a los votantes de Ciudadanos, que son muchos según las últimas encuestas. Les pide que no descarten al PSOE cuando llegue la hora de votar en las elecciones. Es un Gabinete que en su política económica continuará la línea liberal de anteriores gobiernos socialistas. Las dos ministras de Economía y Hacienda culminan sin cortes una cadena que cuenta con Boyer, Solchaga, Solbes y Salgado en sus eslabones anteriores.
Hace un mes, Albert Rivera volaba montado sobre la cresta de la ola. Otra ola mayor le ha pasado por encima. Los problemas se le multiplican. Es muy posible que ya sólo le oigamos hablar de Cataluña. Es decir, como hasta ahora, pero más.
España no es Italia y ahora menos que nunca
Cuando Bruselas no deja de sudar, a pesar de su tiempo frío y desapacible, con los vientos que llegan de Italia, Sánchez envía otro mensaje nítido a la Comisión Europea. Las cosas deberían ser diferentes en la eurozona, pero no será España quien empiece a dar saltos en la cubierta en un momento en que el barco no tiene riesgo de naufragio. Y para ello nada mejor que poner al frente de la política económica a la mujer que tenía como función vigilar las cuentas de la Comisión y con ellas tener la vista puesta en las de todos los países.
No habrá sorpresas desde Madrid. Si antes Rajoy esperaba a que Merkel diera un paso en la dirección que fuera, ahora Sánchez esperará a que Macron dé señales de vida sobre las reformas deseables en la zona del euro. Los últimos acontecimientos indican que el presidente francés no está teniendo mucho éxito en esa tarea titánica que consiste en convencer a los alemanes de que hagan algo que no quieren hacer. Mientras siga el crecimiento económico, no esperen que Sánchez sea más exigente.
El problema más importante de nuestras vidas
Como sociedad, no hay problema más grave al que debamos enfrentarnos que el del cambio climático a menos que pensemos que sólo deberíamos interesarnos por aquello que se vaya a producir en los próximos cuatro años, o menos si la legislatura acaba antes. No sería muy inteligente, ¿no? En realidad, sería completamente estúpido.
La apuesta por Teresa Ribera en un Ministerio llamado de la Transición Ecológica sólo tiene un inconveniente. Pone el listón tan alto que será difícil cumplir las expectativas.
En este asunto, ser valiente es la opción más realista. Para los que vivan dentro de 10 o 15 años, ese Ministerio es más importante que el de Sanidad. La salud de millones de esos españoles depende de las decisiones que se empiecen a tomar ahora mismo. La vida de centenares de millones de personas en todo del planeta depende de las iniciativas que adopten los gobiernos de todo el mundo.
Ribera ha demostrado que no todo consiste en esperar a ver qué respuesta dan norteamericanos y chinos. Hay que hacer algo. Ya.
El lado oscuro de Sánchez
A esta hora, es difícil saber por qué el presidente ha elegido a Grande-Marlaska como ministro de Interior. Es un juez conservador que llegó al CGPJ con los votos del PP, cuya trayectoria como magistrado en la Audiencia Nacional fue cualquier cosa menos garantista en la protección de los derechos civiles.
Grande-Marlaska ignoró denuncias por torturas que luego fueron aceptadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Decidió que la actuación del Ministerio de Defensa en el caso del accidente del Yak-42 no podía ser constitutiva de delito y desdeñó la negligencia criminal que se cometió en la identificación de los cadáveres por razones políticas (la Sala de lo Penal anuló su decisión). Votó en contra del intento de recusar a dos magistrados por su evidente cercanía al PP.
Si hubiera sido elegido ministro de Interior por un Gobierno del PP, nadie podría haberse sorprendido.
En un Gobierno que tiene como una de las tareas necesarias acabar con la Ley Mordaza, la presencia de Grande-Marlaska hace dudar de que esa reforma legislativa vaya a llevarse a cabo.
Seguro que había otras formas de dejar claro que Sánchez no se siente concernido por el apoyo que recibió en la moción de censura de los partidos que no están en la derecha.
Mensaje a los independentistas catalanes
Borrell.
Mensaje al 8M
Hasta el infinito y más allá
Los presidentes no resisten la tentación de dar un golpe mediático en la composición de su Gabinete. Algo que sorprenda a todos, en especial a los periodistas, esos que se creen tan listos. Bueno, menos Rajoy. Pedro Duque cumple de sobra con ese papel.
La política puede ser muy dura, también para los que han tenido el privilegio de ver tantos amaneceres en el mismo día. Ser un gran profesional en tu campo no es suficiente, porque hay crisis que hacen más daño que una lluvia de meteoritos. Zapatero nombró ministro de Sanidad a un excelente científico como Bernat Soria. Apareció por España una partida de aceite ucraniano contaminado y Soria fracasó de forma estrepitosa con una respuesta inicial alarmista que puso en peligro a un sector agrícola muy importante.
Duque necesitará ayuda y la merece. Es para muchos el primer astronauta español en viajar al espacio, quizá porque Michael López-Alegría hablaba con mucho acento estadounidense. Y además cae bien a todo el mundo, porque a su vuelta de ahí arriba se convirtió en un excelente divulgador científico, de la necesidad de invertir en ciencia y conocimientos, y de rechazar las seudociencias que sólo son una estafa basada en ganar dinero a base de engañar a la gente. De levantar la vista del suelo y mirar a las estrellas.
Todos los gobiernos deberían tener un Pedro Duque. Aunque no sea astronauta.
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