El problema es que mañana puede que no haya suficientes cotizantes para abonar mi pensión. Y ese parece ser exactamente el rumbo demográfico que va a seguir España
Fátima Báñez, ministra de Empleo, en una reunión sobre el Pacto de Toledo. (EFE)
JUAN RAMÓN RALLO
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El título de esta columna en realidad no es mío: es del Banco de España. Evidentemente, el organismo público jamás se atrevería a ser tan claro en sus alocuciones, pero no otra conclusión cabe extraer de su reciente comparecencia ante la comisión parlamentaria del Pacto (de silencio) de Toledo: o disparamos las cotizaciones sociales o las pensiones sufrirán un recorte harto considerable.
Recordemos que el sistema público de pensiones se asienta sobre una engañosa promesa piramidalizada: “Tú pagas ahora a los de hoy y mañana tú cobrarás de los que haya”. El problema, cómo no, es que mañana puede que no haya suficientes cotizantes para abonar mi pensión. En tal caso, habré sido desangrado en el presente para recibir muy poco en el futuro. Y ese parece ser exactamente el rumbo demográfico que va a seguir España durante las próximas décadas.
Las proyecciones de nuestra tasa de dependencia (el número de españoles mayores de 65 años dividido entre el número de españoles entre 15 y 64 años) no son nada halagüeñas: si actualmente se ubica por debajo del 30% (es decir, hay más de tres personas en edad de trabajar por cada persona jubilada), en 2060 se ubicará entre el 60% y el 70% (habrá apenas 1,5 personas en edad de trabajar por cada jubilado).
Tasa de dependencia proyectada para España
Por supuesto, hallarse en edad de trabajar no equivale a estar trabajando, y menos en España con nuestras endémicas altas tasas de paro. Pero pongámonos en un escenario abracadabrantemente favorable: imaginemos que el 80% de la población en edad de trabajar está trabajando en el año 2060. Como podemos observar en el siguiente gráfico, se trata de un supuesto enormemente optimista: actualmente trabaja el 56% de los españoles entre 15 y 64 años, y en ningún momento, a lo largo de las últimas cuatro décadas, nos hemos aproximado remotamente al 80%.
Tasa de empleo histórica y proyección de futuro
Pero bien, crucemos los dedos e imaginemos que llegamos una tasa de empleo del 80% en el año 2060. ¿Significa eso que los problemas del sistema público de pensiones desaparecen? No, ni mucho menos. Incluso suponiendo que la tasa de empleo alcanzara el 80% y que la tasa dependencia solo se ubicase en el 64% en el año 2060, la disyuntiva de la Seguridad Social sigue siendo muy clara para el Banco de España: o menores pensiones o mayores cotizaciones sociales.
Lo podemos observar en el siguiente gráfico, donde aparecen representados dos puntos: A (qué tasa de sustitución de las pensiones será sostenible en 2060 con los actuales gravámenes de la Seguridad Social) y B (cuánto tendrían que aumentar las cotizaciones sociales para mantener en el año 2060 la actual tasa de sustitución).
Recordemos que la tasa de sustitución se refiere a la relación entre las pensiones pagadas por la Seguridad Social y los salarios medios abonados por el mercado laboral: una alta tasa de sustitución permite una transición suave hacia la jubilación (mis ingresos al dejar de trabajar no se desmoronan), mientras que una tasa de sustitución baja implica un descalabro previsional (los pensionistas se empobrecen frente a los trabajadores). Pues bien, de acuerdo con el Banco de España, o bajamos la tasa de sustitución alrededor de un 40% o aumentamos las cotizaciones sociales en un 60%. Y eso bajo el feliz escenario de que el 80% de la población en edad de trabajar cuente con un empleo en 2060: si no, si solo trabaja el 60% de quienes puedan trabajar, tendremos que o bien recortar la tasa de sustitución en un 54% o más que duplicar las cotizaciones sociales (todo ello, claro, bajo el supuesto ingenuo de que incrementar tantísimo las cotizaciones sociales no reduciría enormemente la tasa de empleo).
¿Cuál es la apuesta de futuro del Banco de España en función de lo que el Gobierno ha comunicado a la Comisión Europea y en función de las últimas reformas aprobadas? Pues que recortaremos, y muy intensamente, las pensiones públicas. Así, el Banco de España prevé un tijeretazo del 35% en la tasa de sustitución de aquí a 2060. Por ejemplo, si en la actualidad los salarios medios son de 100, un pensionista cobra una pensión de 61; si en 2060 los salarios medios son de 150, un pensionista cobrará 60 (en lugar de los 91,5 que obtendría con la presente tasa de sustitución). En términos absolutos no perderá mucho, pero la brecha generacional habrá aumentado de un modo muy acusado (la transición desde el empleo a la jubilación será muy dura en ausencia de ingresos complementarios a los proporcionados por la Seguridad Social).
Tasa de sustitución histórica y proyección de futuro
En general —no vayamos a creernos excepcionales en el descalabro de los sistemas públicos de pensiones—, la caída de la tasa de sustitución será un fenómeno que se observará en toda Europa (salvo Luxemburgo), pero sí será en España donde se experimentará uno de los recortes más acusados.
Tasas de sustitución en Europa en 2013 y 2060
Además, los políticos españoles no van a necesitar tomar ninguna medida parlamentaria adicional para perpetrar semejante tijeretazo: con las reformas de 2011 y 2013 en vigor, ya ha quedado todo atado y bien atado. Concretamente, y de acuerdo con las proyecciones del Banco de España, el 75% del recorte se implementará a través de la congelación de las pensiones (de modo que la inflación las irá devorando) y el 25% a través de la aplicación del factor de sostenibilidad que entrará en vigor en 2019 (y, en función del cual, las pensiones se reducirán conforme se alargue la esperanza de vida).
Gasto público en pensiones ahorrado por origen del ahorro
En definitiva, todo está preparado para que el poder adquisitivo de las pensiones sufra un machetazo histórico. No por sadismo político, sino por necesidad demográfica. ¿Se está usted preparando para el recorte que viene? Es decir, ¿ha empezado usted a ahorrar para complementar su (menguante) pensión futura? Si sigue haciendo caso a la fraudulenta propaganda de nuestros políticos —“no hay nada de qué preocuparse, el sistema de pensiones está garantizado”— lo lamentará.
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