martes, 12 de xaneiro de 2016

Todo por la patria

“Hemos corregido en la negociación lo que no nos dieron las urnas”. Hay frases que te delatan y esta declaración de Artur Mas después de cerrar el acuerdo entre Junts Pel Sí y la CUP para investir a Puigdemont, es la confesión de un fraude.

Hemos corregido lo que habéis votado porque no sabéis votar

Javier Gallego
http://www.eldiario.es/
Escúchalo en  www.carnecruda.es

“Hemos corregido en la negociación lo que no nos dieron las urnas”. Hay frases que te delatan y esta declaración de Artur Mas después de cerrar el acuerdo entre Junts Pel Sí y la CUP para investir a Carles Puigdemont como nuevo president de la Generalitat, es la confesión de un fraude electoral. Hemos corregido lo que habéis votado porque no sabéis votar. Pedimos urnas, las urnas no nos dieron suficiente para formar gobierno y hemos tenido que mezclar papeletas anticapitalistas y ultracapitalistas. El mal menor por el bien mayor: la independencia. Es éticamente incoherente e ideológicamente incomprensible, pero estratégicamente plausible para un independentista. Aunque ni siquiera todos lo entienden. Pero había que salvar el proceso. Como fuera. Así ha sido. Les está quedando un proceso más kafkiano que El Proceso del mismo Kafka.
Había que hacerlo por 3 razones: uno, tenían que aprovechar la debilidad del Estado central donde no son descartables unas nuevas elecciones; dos, no podían admitir el fracaso después de unas elecciones que se vendieron como plebiscito pero no les dieron mayoría de votos; y tres, no podían enfrentarse a unas nuevas elecciones que daban una debacle a Convergencia y un desgaste a la CUP. Lo ha reconocido el cupaire, Julià de Jòdar, en un tweet que es otra confesión: unas nuevas elecciones habrían dado una victoria a la izquierda asimilable por España, en referencia a En Comú-Podem. Muy demócrata todo. No volváis a votar, no vaya a ser que votéis mal. Con razón ha dicho Ada Colau que los que antes pedían urnas, ahora no se atreven a ponerlas. Un lástima, una oportunidad perdida. Esa izquierda asimilable sería una aliada mucho más fiable, honesta y eficaz frente al Estado español para una verdadera revolución en Cataluña. 
Por salvar a los catalanes de la izquierda asimilable, han salvado a la derecha corrupta y a la Convergencia que se hundía en la cloaca hedionda del pujolismo. A su reanimación se dedicará Mas que ha dicho que sigue en política. No le han mandado a la papelera de la Historia, solo a tomar aire y me temo que robándole el oxígeno a la propia CUP: no han investido a Mas pero sí a un delfín nombrado a dedo por él, han cedido dos diputados que votarán lo mismo que JxS en todo lo relacionado con la independencia, han tenido que cesar a otros dos a los que la ciudadanía catalana votó (Julià de Jòdar es uno de ellos) y les han obligado a asumir disculpas públicas por demorar el proceso. “La cabeza de un israelí (Artur Mas) vale la de diez palestinos (de la CUP)”, les llegaron a decir en las negociaciones. Cómo son, no hacen nada sin cobrarte un 3% estos convergentes. Esa es la mafia con la que negociaban, la derecha que trata a los más desfavorecidos como palestinos.
Es cierto que la CUP ha obtenido un plan de choque de medidas sociales y ha cumplido sus dos promesas: asegurar la continuidad del proceso sin nuevas elecciones ni la investidura de Mas. Ni Mas ni marzo. Yo creo que hubiera sido mejor marzo sin Mas. Ahora no tienen a Mas pero tienen a todo lo que él representa, desde el 3% al pujolismo. Aunque no lo comparto, comprendo el independentismo de la CUP como proceso emancipador y antiglobalizador, pero se me hace incongruente que le hayan dado el gobierno al partido de Felip Puig, consejero de Interior que desalojaba a bolazos y porrazos a los indignados y a muchos de los que votan a la CUP, y que hayan investido a Carles Puigdemont, que se gastó 3,7 millones de euros en una colección de arte como alcalde de Girona y lo cargó al presupuesto público de agua, como denunció Cafeambllet, mientras la PAH clamaba: “No tenemos casas para colgar los cuadros”. 
La patria hace extraños compañeros de viaje. También en España: se alzan las voces para pedir una gran coalición PP y PSOE que frene a los independentistas. Los socialistas dicen que no pactarán con Rajoy pero tampoco permitirán un referéndum. O sea, que están en un callejón sin salida porque para gobernar necesitan no sólo a Podemos sino a los nacionalistas que le exigirán la consulta. Negarse a ella es atrasar una y otra vez el problema mientras los otros avanzan, a trompicones, pero avanzan. No me extrañaría que igual que hemos visto un govern de JxS sin Mas para 18 meses, veamos un gobierno del PP sin Rajoy para una legislatura corta. Por España. Todo por la patria. A uno y otro lado de la frontera. 
Estoy entre los que se siente en medio y harto del intercambio de golpes donde se necesitan palabras. En todo este tiempo sólo hemos visto cómo unos se niegan a los otros: no a tu estatut, no a tu Estado; no a tus urnas, no a tu legalidad; no a tu pueblo, no a tus tribunales, etc. Diálogo de sordos, pelea a garrotazos, tan española como siempre. No se puede romper Cataluña unilateralmente ni tampoco mantenerla unida a la fuerza. ¿Dónde está la mesa para negociar? ¿Dónde una invitación, una mano tendida? ¿Hasta cuándo vais a dejar que se desgaste y fracture la sociedad para beneficio de vuestras banderas y vuestras siglas? Hablad de una puñetera vez. Hablad, malditos.

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