El chollo de Nueva York
Los primeros europeos en establecerse en la actual Nueva York no fueron colonos ingleses, sino una expedición holandesa. En uno de los tratos más ventajosos de la historia, compraron la isla de Manhattan a los nativos por 60 guineas, unos 21 euros, en torno a 1626. Los holandeses se aprovecharon de que el concepto de "propiedad" de las tribus locales no era precisamente el de los europeos de la época, pero la historia les devolvió la jugada cuatro décadas después.
En 1667, Holanda decidió cambiarle a Inglaterra la isla de Manhattan por la de Run, en Indonesia, entonces un centro productor clave de nuez moscada, una carísima especia por cuyo control se lucharon guerras y se crearon fortunas. Por supuesto, con la perspectiva que dan los años, hoy vemos que la isla de Manhattan es el centro financiero del mundo, mientras que en Run viven 2.000 personas y bastante aisladas. Los holandeses abandonaron la isla en 1949, tras haber hecho un negocio algo mejor que el de los indios algonquinos que engañaron en Manhattan.
Gran negocio, pero no para España
EEUU compró Louisiana a Francia por 15 millones de dólares en 1803, pero no pensemos en el pequeño Estado actual de Louisiana. No, aquella Louisiana incluía parte de 15 Estados actuales y representa más o menos el 25% de la extensión actual del país. Gracias a su compra, EEUU multiplicó por dos su tamaño, algo así como si, de un día para otro, España creciera hasta incluir casi todo el territorio francés. Una España a la que, por cierto, se le debió quedar cara de tonta con todo esto.
Solamente dos años antes de que EEUU soltara la pasta para comprar la Louisiana francesa, ese territorio era en realidad la Louisiana Española. Francia nos había cedido su posesión cuatro décadas antes, tras la Guerra de los Siete Años. Pero con la Revolución Francesa de por medio y Napoleón en el poder, le entraron ganas de volver a América del Norte. El rey Carlos IV le devolvió Louisiana a los franceses en el Tercer Tratado de San Ildefonso, a cambio de crear un reino en Italia para un sobrino de su mujer y bajo la condición de que Francia no le cedería el territorio a un tercer país. Tres años después, ya se lo había vendido a EEUU, para gran enfado de los españoles.
Otros chollos a la española
Siguiendo con el chollo de Louisiana, apenas 16 años después, España siguió contribuyendo generosamente al crecimiento territorial de EEUU. El diplomático Luis de Onís negoció un tratado con el futuro presidente John Quincy Adams en 1819 por el que cedimos Florida y el remoto Oregón, en la costa oeste, a cambio de que los estadounidenses reconocieran la soberanía española sobre Texas. Resultó ser otro intercambio poco beneficioso, porque se ratificó en 1821, y en apenas unos meses, Texas ya era en la práctica parte del nuevo México independiente. Cedimos Florida a cambio de nada, ya que ni siquiera cobramos los cinco millones de dólares pactados como precio. EEUU los dedicó a indemnizar a algunos de sus ciudadanos que habían presentado reclamaciones contra las autoridades españolas.
Nuestra última y beneficiosa venta a Washington fue en 1898, en este caso sí que cobramos 20 millones de dólares a cambio de Filipinas. Aunque, por otro lado, España tenía pocas opciones después de perder la guerra contra EEUU. En el mismo Tratado de París en que se produjo la venta de Filipinas y la renuncia a Cuba, también se entregó a EEUU Puerto Rico y Guam, que siguen formando parte del país.
Comprando México muy barato
EEUU le ha hecho la puñeta a México de muchas maneras, le ha quitado territorios de formas muy diversas y, en alguna ocasión, hasta ha pagado por ello. EEUU ya había intentado comprar el norte de México a golpe de talonario pero, después de dos años de guerra, en 1848 logró un auténtico chollo en el tratado de Guadalupe Hidalgo cuando se hace con los riquísimos estados de California, Texas, Nuevo México, Utah, Nevada y parte de Colorado por la muy razonable cifra de 15 millones de dólares. Con esa experiencia en mente, EEUU impulsó poco después el Tratado de Gadsden firmado en 1853. Gracias a él se hizo con otros 78.000 kilómetros cuadrados de México para que poder construir una ansiada línea de tren que uniera la costa del Atlántico con la del Pacífico.
La amistosa compra de Alaska
Si algo le sobra a Rusia es nieve y territorio, así que en 1867, tras una amarga derrota en la Guerra de Crimea, el zar Alejandro II no tenía dinero ni ganas de mantener su presencia en América, al otro lado del estrecho de Bering. Aunque EEUU tampoco tenía el bolsillo muy fino después de la Guerra de Secesión, el ministro de Exteriores, Seward, estaba convencido de que Alaska sería una inversión fabulosa y compró el territorio, enorme y casi deshabitado, por la ridícula cifra de siete millones de dólares. Durante 30 años, la región permaneció casi inexplorada y el ministro fue objeto de burlas por lo que llamaron "el disparate de Seward". Las risas cambiaron de sentido cuando se descubrieron grandes reservas de oro en el norte de Canadá, accesibles solo a través de Alaska. ;El petróleo, el gas, la pesca y todo lo que ha venido después no han hecho sino darle la razón.
La última compra tiene más de un siglo
La última vez que EEUU pagó por un territorio fue en 1917, cuando compró las Islas Vírgenes por 25 millones de dólares. El nombre se lo puso Cristóbal Colón cuando las conquistó para España en 1492, pero después pasaron por allí colonizadores ingleses, franceses y daneses. Fueron estos últimos los que, tras 60 años de negociaciones, las vendieron a Washington. Han pasado 100 años desde esta última compra y ahora es también el gobierno de Dinamarca a quien EEUU quiere convencer. ¿Será Trump el siguiente en ampliar el país? En Groenlandia dicen que gracias, pero que no.
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