Manuel de Santiago Freda
Viajamos al corazón de Valdeorras, la denominación de vinos gallega que es el origen de la variedad godello. Nos adentramos en las peculiaridades de esta región, caracterizada por sus suelos pizarrosos y su clima mediterráneo con influencias atlánticas. Descubrimos por qué los vinos de esta D.O. están de moda.
Es fácil dejarse atrapar por el paisaje gallego, por sus caminos sinuosos, sus verdes montañas y sus despejados cielos de distintos tonos. Es precisamente en ese entorno poético que se puede entender la riqueza de los suelos y la singularidad de las variedades que forman parte del patrimonio vitivinícola de Valdeorras. Es en la provincia de Orense donde se encuentra esta denominación de origen, que abarca 8 municipios y que cuenta en la actualidad con 43 bodegas.
Hace unas semanas tuvimos la posibilidad, junto con otros periodistas de vino, de conocer de primera mano los viñedos de Valdeorras y su entorno natural. Pudimos hablar con enólogos, viticultores, empresarios vinícolas y otros involucrados en el proceso de elaboración de estos vinos, gracias a la invitación del Consejo Regulador de la Denominación de Origen.
Entre las actividades organizadas por el Consejo destacó especialmente una ruta de senderismo, con paradas en las que pudimos catar una amplia gama de vinos y conocer más de la historia detrás de ellos. Ello obliga a hablar de variedades.
Vista de los viñedos de Valdeorras
Comencemos por hablar de la reina de la zona, la godello. Se trata de una variedad blanca que desde hace unos años ha adquirido notoriedad por sus características. Los vinos elaborados con godello son frescos y amplios en boca, con un amargor final típico. En nariz son minerales y con notas que recuerdan a un paseo por el campo por sus aromas a hierba y a flor. Resultan compañeros formidables de cualquier comida, por sus posibilidades armónicas.
Cada vez es más frecuente encontrar estos vinos en las cartas de los restaurantes y bares, en las estanterías de los supermercados y de las tiendas especializadas. Pero no siempre fue así. La godello estuvo a punto de la extinción a mediados del siglo pasado, cuando solo quedaban unas cuantas vides debido, entre otras cosas, a la plantación de variedades foráneas más productivas. Fue en la década de los setenta que un grupo de entusiastas decidió rescatarla, al comprender que si Valdeorras quería distinguirse de los vinos de otras zonas tenía que apostar por lo propio.
Viñedos en bancales
En todos los viajes realizados por el territorio vinícola español una cosa está clara: las denominaciones que consiguen posicionar sus vinos en el gusto del público son las que tienen una identidad definida a partir de aprovechar el potencial de su tierra, las variedades autóctonas, los métodos de elaboración, el clima, entre otras cosas. Y ese producto lleno de identidad es el que los consumidores valoran.
Si bien la godello es la variedad más representativa de Valdeorras, también se utilizan otras variedades blancas para la elaboración de vinos, como la loureira, treixadura, albariño, torrontés, doña Blanca, lado y palomino, a la que también le llaman jerez.
En la actualidad son vinos que ganan premios en concursos internacionales. El esfuerzo de los últimos años ha sido hercúleo y los resultados visibles. Por esa razón algunos elaboradores foráneos han decidido asentarse en la zona, atraídos por el desarrollo vinícola que los lugareños han conseguido en las décadas recientes. Y es que no sólo el clima de la región es importante, también lo son los suelos. Si bien predominan las pizarras, también se pueden encontrar suelos arcillo-calcáreos, arcillo-ferrosos y franco-arenosos.
Suelo de pizarra
No es asunto menor destacar la influencia de los suelos en las características organolépticas de los vinos. Finalmente el buen vino se hace en el viñedo. Y aunque Valdeorras es tierra de blancos, se elaboran grandes vinos tintos, principalmente con la variedad mencía. Sin embargo, están presentes la tempranillo o arauxa, brancellao, merenzao, caiño tinto, sousón, espadeiro, garnacha tintorera y mouratón.
Una cualidad interesante de las mencías de Valdeorras es su complejidad. En nariz percibimos notas de frutos negros y rojos, regaliz, sales, vainilla (en el caso de aquellos que han tenido una crianza en barrica). En boca son vinos muy frescos, glicéricos, intensos, complejos, que armonizan muy bien con carnes o embutidos, pero que también se pueden combinar con mariscos y otros platos no tradicionalmente asociados a vinos tintos. Además de que son vinos que pueden ser bebidos a temperaturas de 13 o 14 grados, dato a tomar en consideración durante el período estival.
Variedad de vinos tinos de Valdeorras
Seguramente los lectores se habrán topado con algún vino de Valdeorras en la estantería de cualquier superficie. Durante la gestión de José Luis García Pando al frente del Consejo Regulador se ha fortalecido la presencia tanto nacional como internacional de estos vinos, debido a intensas acciones de promoción.
Sin embargo, lo más importante es que quienes prueban un vino de Valdeorras se quedan enganchados por su calidad. Desde Vínica os animamos a que la próxima vez que aparezca frente a vuestra vista un vino de Valdeorras lo elijáis porque os sorprenderá.
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