Aníbal Malvar
El asesinato de la presidenta del PP en León ha inspirado a nuestro ministro de Interior a mandar a la policía investigarnos en twitter, por si alguien injuria la memoria de Isabel Carrasco. Yo creo que es un derroche de dinero público. Para esos menesteres, Jorge Fernández Díaz ya tiene en el cuerpo aNuestra Señora María Santísima del Amor, o sea, a la Virgen, a quien no hace mucho concedió la Medalla de Oro al Mérito Policial. Esta medalla se le otorga a policías muertos o heridos en acto de servicio, o a quien dirigiera o participara en “algún servicio de trascendental importancia, que redunde en prestigio de la corporación, poniendo de manifiesto excepcionales cualidades de patriotismo, lealtad o abnegación”. Ya que ahora la Virgen es lo más parecido que tenemos a losAngeles de Charlie en España, sostengo que María es el agente ideal para dirigir la comisaría tuitera que nuestro beato ministro prepara.
De hecho, se me acaba de aparecer la Virgen ahora mismo ante el ordenador para explicarme que, subrepticiamente, estoy llamando al ministro gilipollas, y que eso puede ser constitutivo de delito. “No, doña María”, le he respondido a la visión con gesto y tratamiento agnósticos. “Jamás osaría llamarle gilipollas a un meapilas. El segundo adjetivo engloba al primero, como usted debería saber tras recibir la Medalla al Mérito Policial”. La Virgen, investida de la dureza policial propia de estos tiempos, me ha golpeado con su báculo la cabeza, pero para mi suerte y para la de mis lectores, al ser también el báculo visión, me ha atravesado sin aparente daño craneal o neurológico.
La persecución de boutades en twitter que propone nuestro ministro es como si infiltran a policías en los bares para tomar nota de las barrabasadas que se dicen, durante el bocata calamares, y detener a los bocazas. Ser un bocazas no es delito, como bien lo demuestra el hecho de que Andrea Fabra todavía no esté en la cárcel. O Rajoy, quien, no por twitter, sino por SMS, animó al delincuente Bárcenas con este cariñoso mensaje: “Sé fuerte, Luis“. Pero esto la Virgen lo investiga menos.
Twitter no es un medio de comunicación susceptible de censura o persecución. Twitter, en el fondo, es como una reunión de amigos, o un montón de palabrería de bar donde puedes consumir desde pornografía hasta endecasílabos. Se puede decir de todo. Se debe decir de todo. No hace mucho leíamos que Pilar Manjón recibía constantes tuits acusándola de beneficiarse de su hijo muerto el 11-M y de cosas peores. Y no se vio a Fernández-Díaz mandando a su virgen policial a repartir mandobles. Supongo que temería descubrir, bajo los alias de esos tuiteros, a más de un militante o cargo de su Partido Popular.
Isabel Carrasco era una política controvertida, como dicen los horteras. Fue condenada por amañar una oposiciones en la Diputación que presidía, acusada de pagarse la peluquería con fondos públicos, de pasar kilometrajes que no había recorrido o de subirse el sueldo hasta 9.000 euros en 2011, cuando la crisis aquella que ya estamos superando. Para colmo, corren en los medios historias sobre si la venganza no podría tener algo que ver con un sombrero vikingo, lo que siempre alienta el cachondeo zafio.
No me parece bien regodearse en el asesinato de nadie. Pero no me extraña que, tratándose de un político, de un cargo del PP, de un presunto corrupto, y de una señora que cobra 150.000 euros más dietas por empobrecer León, la gente se enerve un poco y se ponga estupenda, soez o torpe de verbo. Es tan censurable como natural.
No sé si este tipo de chistes o gracietas se hace también cuando asesinan a un panadero, a una ingeniera aeronáutica o al dueño de un bar. Me da la impresión de que no. La elegía de chistes malos que efluye de twitter y facebook a raíz de la muerte de esta señora tiene que ver con el asco que el pueblo siente hacia la clase política. Si el beato Fernández Díaz se atreve a meter en la cárcel a un particular por escribir un chiste malo, no sé la horrible condena que se merecería José Ignacio Wert cada vez que abre la boquita. Os dejo, que llama a la puerta la Virgen policial. Y esta vez viene acompañada. Mandadme los bocadillos de lima al módulo cuatro de Soto del Real. Graciñas, amores.
Ningún comentario:
Publicar un comentario