Aníbal Malvar
El asesinato de la presidenta del PP en León ha inspirado a nuestro ministro de Interior a mandar a la policía investigarnos en twitter, por si alguien injuria la memoria de Isabel Carrasco. Yo creo que es un derroche de dinero público. Para esos menesteres, Jorge Fernández Díaz ya tiene en el cuerpo aNuestra Señora María Santísima del Amor, o sea, a la Virgen, a quien no hace mucho concedió la Medalla de Oro al Mérito Policial. Esta medalla se le otorga a policías muertos o heridos en acto de servicio, o a quien dirigiera o participara en “algún servicio de trascendental importancia, que redunde en prestigio de la corporación, poniendo de manifiesto excepcionales cualidades de patriotismo, lealtad o abnegación”. Ya que ahora la Virgen es lo más parecido que tenemos a losAngeles de Charlie en España, sostengo que María es el agente ideal para dirigir la comisaría tuitera que nuestro beato ministro prepara.
De hecho, se me acaba de aparecer la Virgen ahora mismo ante el ordenador para explicarme que, subrepticiamente, estoy llamando al ministro gilipollas, y que eso puede ser constitutivo de delito. “No, doña María”, le he respondido a la visión con gesto y tratamiento agnósticos. “Jamás osaría llamarle gilipollas a un meapilas. El segundo adjetivo engloba al primero, como usted debería saber tras recibir la Medalla al Mérito Policial”. La Virgen, investida de la dureza policial propia de estos tiempos, me ha golpeado con su báculo la cabeza, pero para mi suerte y para la de mis lectores, al ser también el báculo visión, me ha atravesado sin aparente daño craneal o neurológico.
Isabel Carrasco era una política controvertida, como dicen los horteras. Fue condenada por amañar una oposiciones en la Diputación que presidía, acusada de pagarse la peluquería con fondos públicos, de pasar kilometrajes que no había recorrido o de subirse el sueldo hasta 9.000 euros en 2011, cuando la crisis aquella que ya estamos superando. Para colmo, corren en los medios historias sobre si la venganza no podría tener algo que ver con un sombrero vikingo, lo que siempre alienta el cachondeo zafio.
No me parece bien regodearse en el asesinato de nadie. Pero no me extraña que, tratándose de un político, de un cargo del PP, de un presunto corrupto, y de una señora que cobra 150.000 euros más dietas por empobrecer León, la gente se enerve un poco y se ponga estupenda, soez o torpe de verbo. Es tan censurable como natural.
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