El pasado 25 de mayo, en las elecciones europeas, triunfaron los que no tienen ningún escrúpulo en compadrear con “el régimen de Maduro”, que en las calles hostiga hasta “el asesinato a sus opositores políticos”. Quienes no tienen reparos en sacar beneficio económico de la situación caótica que se vive en las calles de Caracas, porque entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? No, el Partido Popular y el Gobierno al que sustenta, que ha vendido material antidisturbios al Ejecutivo de Venezuela por valor de 1,7 millones de euros.
En las elecciones europeas triunfaron quienes se han aprovechado del compadreo de ciertos medios de comunicación, que no han dudado en ponerles una alfombra roja para que sus rostros se colaran en todos los hogares. Gente que no hubiera conseguido semejante resultado de no ser por la plataforma mediática que han tenido a su servicio. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? No, el Partido Popular y el Gobierno al que sustenta, que han dispuesto de un debate con la candidata del PSOE totalmente pactado y con los periodistas amordazados, que han conseguido descabezar a los directores de periódicos que no les gustaban y que han tenido a los paniaguados de la cavernariéndole las gracias a Arias Cañete, el macho alfa intelectualmente superior.
En estos comicios, se ha impuesto la opción más peligrosa para la Marca España. La candidatura que debería poner los pelos de punta a los inversores extranjeros que tanto necesitamos para que la cacareada recuperación económica llegue a buen puerto. Aquellos cuyas propuestas nos llevan a la inseguridad jurídica. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? No, el Partido Popular, que ha impuesto su mayoría absoluta para eliminar la Justicia Universal, por orden de la dictadura china, provocando la excarcelación en masa de narcotraficantes. Y aquellos cuya política energética nos ha convertido en campeones de inseguridad jurídica, muy por encima del segundo en el ranking, Kazajstán.
Los resultados de las elecciones europeas confirman el ascenso de la demagogia en España. De aquellos que optan por el postureo político y apelan a los sentimientos y a las esperanzas de unos ciudadanos arrasados por el vendaval del paro desbocado. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos?No, el Partido Popular y su líder, Mariano Rajoy, que tuvo la indecencia de fotografiarse en la cola del INEM para prometer que “cuando yo gobierne, bajará el paro”. Y que, tras dos años y medio de mandato, ha disparado el dato hasta los seis millones de desempleados.
El pasado domingo, la victoria fue para el populismo en estado puro. Para aquellos que se han aupado sobre los hombros castigados de los 180 desahuciados al día, realizando promesas inasumibles para hacerse con el poder. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? No, el Partido Popular y a quien colocaron de vicepresidenta del Gobierno. Una Soraya Sáenz de Santamaría que rozó el patetismo teatral con sus pucheros al prometer 6.000 viviendas para paliar los desahucios, de las que en 2013 sólo se adjudicaron 780 casas, por las condiciones leoninas impuestas.
El 25M quienes más tenían que celebrar son aquellos quienes no tienen un programa electoral serio y optan por la opción personalista. Quienes no tienen respeto por sus propias promesas porque saben de antemano que son irrealizables. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? No, el mismo Partido Popular que no ha respetado ni las comas de su programa electoral, que llegaron a Moncloa a lomos de la mentira y de quienes aún esperamos que cumplan su promesa de crear “tres millones y medio de empleos”.
El domingo, las urnas dieron una victoria que, según Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola, merece este análisis: “Hitler ganó las elecciones en Alemania aprovechando el descontento general y convirtiéndolo en ilusión a su favor”. ¿Quién, Pablo Iglesias y Podemos? Pues se supone que sí, que la regidora del PP hablaba de ellos, pero esa reductio ad Hitlerum es un arma de doble filo. ¿O acaso Mariano Rajoy ganó las elecciones en 2011 por su arrebatador carisma?
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