Juan Tortosa
El bipartidismo de tantos años murió este sábado en el Camp Nou. Los dos equipos de fútbol punteros, tantos años partiendo el bacalao sin que nadie osara ni toserles, han mordido el polvo esta temporada de Liga ante un implacable Atlético de Madrid cuya competencia desde ayer nadie discute. Aunque para quitarse el sombrero la mayor parte del personal se haya resistido a hacerlo hasta el último segundo, hasta el mismo momento en que el árbitro pitó el final del último partido de la temporada.
Se plantearon los atléticos cada encuentro como una final. “Hay que ir partido a partido”, les decía su entrenador. “Tacita a tacita”, como aconsejaba Carmen Maura en aquel anuncio que ponderaba las virtudes del ahorro y la constancia. “Voto a voto”, que podría traducirse en tiempos electorales.
Si en fútbol es posible romper el bipartidismo, ¿por qué va a ser imposible hacerlo en política? El Atlético ha dejado claro esta temporada que es factible ganar a quien sobre el papel, y sólo sobre el papel, tiene más posibilidades que tú de llevarse el gato al agua. El bipartidismo, tanto en el fútbol como en la política, ni es bueno ni puede ser eterno.
El hincha del Atlético de Madrid, como reza el himno que Sabina compuso para el centenario, está muy acostumbrado a gastar la vida soñando, sufriendo, venciendo, palmando… exactamente igual que el votante de partidos minoritarios.
Lo que ha ocurrido en el campeonato de liga es lo mismo que ocurre en política cuando llegan unas elecciones. Cómo te gusta sufrir -te dicen-, qué raro eres, no sé qué ganas apostando por perdedores, si son cuatro gatos que nunca van a gobernar, si votar a esos es como tirar el voto a la basura, si no los conocen ni en su casa…
Lo que ha ocurrido en el campeonato de liga es lo mismo que ocurre en política cuando llegan unas elecciones. Cómo te gusta sufrir -te dicen-, qué raro eres, no sé qué ganas apostando por perdedores, si son cuatro gatos que nunca van a gobernar, si votar a esos es como tirar el voto a la basura, si no los conocen ni en su casa…
La misma música y la misma letra que madridistas y culés te sueltan cuando te proclamas hincha del Atlético de Madrid. Te ningunean. Ni siquiera se molestan en insultarte porque para despellejarse ya se bastan y se sobran ellos solitos. Qué manera de ponerse a parir y de declararse odio eterno. Como si fueran el psoe y el pp en campaña electoral.
¿Por qué somos del “Atleti”?, se preguntan a veces los hinchas del equipo del Manzanares. ¿Por qué no son ni del Barça ni del Madrid? Pues por la misma razón por la que la mitad o más de la ciudadanía no votamos ni al psoe ni al pp. Porque la vida es pelea y fe y porque, volviendo al himno del centenario, queremos sentir, crecer, aprender y luchar para que las cosas sean de otra manera. Porque todo no puede ser prepotencia, dinero a espuertas, figurones malcriados y avaricia para repartirse entre dos la tarta entera.
Con su empate este sábado en el Camp Nou, un resultado que le bastó para proclamarse campeón de Liga 2013-14, el Atlético ha demostrado, como piensan las opciones políticas minoritarias que concurren a las urnas el próximo domingo, que doblarle el pulso a “los grandes” es posible. Que cuando uno cree en lo que hace, cuando trabaja convencido de que lo que plantea es de sentido común, más pronto que tarde esas propuestas acaban luciendo.
Eso sí, hay que ir partido a partido, tacita a tacita, voto a voto. Una carrera de fondo cuya primera meta volante está colocada el 25 de mayo en cada colegio electoral, apenas unas cuantas horas después de que Atlético de Madrid y Real Madrid hayan disputado en Lisboa la final de la Champions League. Que ya son ganas de fastidiarnos la jornada de reflexión. O no.
Partido a partido el “Atleti” ha acabado con el bipartidismo en la Liga y ya es, aunque pierda en Lisboa, el segundo equipo más importante de Europa. En las urnas, voto a voto, ¿por qué no podemos acabar también con el bipartidismo en la política?
El fútbol, que es como la vida misma, nos marca el camino. El bipartidismo de tantos años murió este sábado en el Camp Nou. El Atlético se ha convertido en la mejor demostración de que, cuando te marcas un objetivo, conseguirlo es cuestión de trabajo y tiempo.
Partido a partido, voto a voto
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