mércores, 18 de maio de 2016

Curvas, vaginas y filosofía: hablan las ilustradoras españolas más virales

Un acercamiento a la obra de Sara Fratini, Ana Belén Rivero y Paula Bonet, tres de los exponentes femeninos de la ilustración en España
NATALY LONDOÑO
http://www.elmundo.es/

Días grises, o rosados, o azules, verde quizá, o con un poco más de anaranjado. Trazos limpios, bruscos, delicados. Trazos que buscan la perfección y la encuentran y transmiten emociones, sensaciones, sentimientos. Trazos con los que te identificas. Libros. Libros ilustrados, libros escritos a mano. A dos o tres manos o escritos en solitario. Libros que quieres hacer tuyos y los repasas, los calcas, los guardas bajo los párpados aunque ellos estén llenos de mar.
Libros que dan cuerda al mundo, libros escritos por jóvenes, libros que muestran una nueva faceta de la historia. Jóvenes que hacen historia, que persiguen sueños, que hablan sin inhibiciones de ningún tipo sobre temas que son tabú; sobre imposiciones sociales; sobre el desamor, el desapego, el adiós.
Jóvenes. Personas. Mujeres. Mujeres que se convierten en referentes. Ves sus libros, los lees, los palpas, quedas suspendida en el tiempo sintiendo las palabras: te ríes a carcajadas aunque en el metro te miren como a una loca; te aferras a una nueva oración que reza que "no hay que encajar en ningún molde (social) para ser feliz"; o simplemente, mientras lees, recuerdas y sientas a tu lado a Oliver Tate, el protagonista de Submarine y casi puedes oírlo susurrar: "Me gustaría que la vida se pareciera más a las series americanas, de ese modo, cuando las cosas se pusieran dramáticas, podrías hacer un fundido en negro y dejar todo para otro momento".
Tienes tres libros frente a ti, cada uno con un aprendizaje distinto, y detrás de cada libro, una historia más grande que las páginas que lo componen: las manos, las voces, las experiencias, los hechos que hacen que esos libros existan así, tal y como son, y no de otro modo.
Te detienes. Piensas en las mujeres que redactaron y dibujaron y entiendes que cada ser es un museo, una exposición, un punto de vista. Sigues. Vuelves al papel y a la tinta, y con la mano derecha pasas las páginas de esos tomos que más tarde quedarán guardado en los anaqueles de tu biblioteca, pero que, antes, dejan para siempre en tu memoria un compendio de imágenes y de prosa. Entonces, eliges escribir sobre ellos:

Ana Belén Rivero: mi amigo Coño

Hacer reír. O decir las cosas sin pelos en la lengua para hacer reír. O simplemente, la risa aparece en el rostro del lector por inercia, porque lo que se cuenta en el ejemplar va más allá de todo lo que ya se había dicho antes y sin embargo tú puedes verte reflejada en las situaciones que su autora plantea. O porque uno de sus personajes casi te hacellorar de la risa cuando descubres que es un coño.
Sí. Un Coño: un amigo, un compañero de viaje, el protagonista del libro.Una vulva personificada: la visibilidad de esa zona de la anatomía femenina a la que, todavía hoy, tantos se refieren con cierto grado de vergüenza, pero a la que Ana Belén Rivero decidió tratar sin tapujos ni timideces, haciendo de ella un ser entrañable, "una nube de pelos con ojos, brazos y patas", y sobre el que varias personas han llegado a comentar: "Ese es un nombre muy raro para un perro".
Pero el camino de la historia comienza desde que la Ana Belén niña estaba tan obsesionada por dibujar que lo hacía incluso en las fichas de matemáticas, convirtiendo a los ceros en caritas. Y aun así, no todo en su vida fueron dibujos, colores, viñetas y más dibujos.
Hubo un tiempo en el que desterró al oficio de crear imágenes para vivir una "vida adulta" llena de facturas y responsabilidades. Una vida que, tras ochos años sin papel y lápiz, la hizo volver sobre lo que realemente le hace feliz: regresó a los trazos con un proyecto inesperado, que más tarde se tituló Somos pobres en euros, pero ricos en pelos de Coño.
Empezó gracias a una viñeta colgada en las redes sociales, una viñeta en blanco y negro que llevaba consigo un mensaje en mayúsculas sostenidas: "¡¡Mi coño y yo nos vamos de vacaciones!!". Y es que las buenas historias llegan así, de sorpresa, en medio de una frase que nadie esperaba. Así lo precisa la ilustradora granadina: "Gustó tanto entre mi círculo de amigos que decidí improvisar viñetas sobre mis aventuras veraniegas con el personaje de Coño, luego comencé a representar literalmente expresiones del lenguaje popular en las que le hacemos mención, y más tarde sobre mi relación con él. La historia se viralizó y creció tanto en viñetas como en seguidores".
Así que, después de esa primera imagen difundida en Facebook oInstagram, vinieron muchas otras. Todas forman parte del libro, que además contiene un mundo de material inédito y una linealidad que no se aprecia en lo que circula por internet: "Comienza desde la niñez, pasando por la adolescencia a la madurez sexual. Y luego tiene dos capítulos temáticos sobre la tiranía de la depilación y sobre la menstruación".
Pero con la acogida de las aventuras genitales, los comentarios fueron luz y oscuridad al mismo tiempo, a lo que Ana Belén supo responder con altura: "Los halagos me dieron a entender la necesidad que tenemos de poder reírnos de algo tan natural, y que por convicciones de rancia moral no hacemos. Y los insultos en lugar de amedrentarme, me dieron energía para que las viñetas no quedaran aparcadas en un cajón".
"No es solo mi historia, creo que cualquier mujer va a sentirse muy identificada, porque sin entrar en lo soez, y desde el humor y el cariño, cuento algunas de las cosas que nos suceden y que jamás nos han permitido hablar de ello por ser indecoroso", dice.
Coño iba a ser el protagonista de un fanzine, pero su destino estaba en un libro: "cómo tenía todo el tiempo del mundo -dice Ana Belén- me lie la manta a la cabeza y monté un crowdfunding, con el que conseguí financiación en sólo 36 horas".
De ahí que los dos últimos años se dedicara a saborear su sueño, se convirtió en su propia editora, webmaster, directora de comunicación, su jefa y su becaria, además de encargarse de la distribución y venta, y de las muchas horas de trabajo a lo que todo lo anterior obliga.
Ella va feliz en su coche viajando por media España con un peluche de metro y medio con ojos y patas que responde al nombre de Coño para que más gente pueda disfrutar de sus personajes y ocurrencias. Perseguir un sueño, alcanzarlo y saborearlo: Somos pobres en euros, pero ricos en pelos de Coño se estrena en una segunda edición.

Sara Fratini: curvas sin complejos

2012. Era la fiesta del libro de Madrid. Y ella, para festejar, colgó un cartelito de uno de los tantos árboles que visten el madrileño parque del Retiro. En él había grabada una frase que muchos creyeron mito:"Dibujos gratis". Del mismo árbol pendían las postales, los trazos y las palabras que había elegido para esa primera tarde: "Al principio, sólo los niños se acercaban y arrastraban a los padres a coger los dibujos -dice Sara Fratini, mientras recuerda la anécdota-. Los padres no creían que fueran gratis. Muchos no dejaban que sus hijos se acercaran. Otros niños tomaban su dibujo sin problema".
Una situación hermosa y una enseñanza: siempre hay alguien dispuesto a creer en la alegría de los otros, a cambiar el mundo. "Este experimento fue muy bonito gracias a la reacción de los niños. Fueron ellos quienes rompieron el hielo y creyeron en seguida en el cartel, mientras que los adultos, quizá por el hecho de haber vivido más y de tener más decepciones en su saco, no creían que alguien quisiera regalar algo sin recibir nada a cambio".
Blanco, negro y rosa. Esos son los colores de Sara Fratini, la creativa que regala sonrisas, (digo, dibujos) en la Feria del libro, una ilustradora venezolana formada en Madrid y radicada en el sur de Italia. "A los tres años ya intentaba dibujar con los pies pero al ver que no le resultaba decidió cambiar los pies por las manos", puede leerse en su biografía y en contraste, ella se refiere a sus primeros trazos: "No recuerdo mi infancia sin un lápiz y un papel. El dibujo es parte importante de mi vida. Digamos que es una extensión de mí misma. Me ayuda cuando no logro expresarme; y cuando lo logro, también".
Esta es la historia de una mujer que no solo decidió colgar sus dibujitos en árboles y en redes sociales, sino también la historia de un libro que, años más tarde, respondería al título de La buena vida (Lumen), 120 páginas escondidas debajo de una tapa dura: "Difundir mis imágenes en la Red fue lo que me llevó a conseguir el lenguaje y los temas que quería tratar".
"Cuando estés triste... ¡Baila! Cuando estés feliz, ¡también!" dice, o canta,la chica con curvas, de pelo muy largo que protagoniza las ilustraciones, una chica sin nombre: "Empecé a hacerla casi sin darme cuenta, fue el resultado de muchas horas conmigo misma, con mis miedos e inseguridades, a lo mejor por eso el personaje es todo lo contrario. Es segura, decidida, luchadora. No llegué a ponerle un nombre, algunas personas la llamaban Filomena, que era un dibujo con el que viajaba a todas partes y le hacía fotos en las ciudades que visitaba. Así que a lo mejor se llama Filomena. O a lo mejor, no".
Para Sara, el libro es la confirmación de que, "si eres fiel a lo que quieres, el camino se hace solo". Un trabajo lleno de emociones y sentimientos, de figuras que a veces nos echan para atrás y a las que hay que sobreponerse: "Los monstruos son esos miedos, inseguridades, todo lo que nos retiene y nos impide seguir adelante. Dibujar es un juego, un modo divertido de hablar de lo que me asusta o me atormenta".
Así que, el personaje que "a lo mejor se llama Filomena, o a lo mejor no" es la representación de todo lo que la autora deseaba en el momento de su creación, y el deseo de que su mensaje llegara a todas las mujeres que lo vieran: "Crecí en una sociedad muy machista y que juzga a las mujeres por el modo en que se visten, su peso, su físico. Sé lo que es crecer con el ahogo de querer ser o, mejor dicho, creer querer ser alguien que no eres, así que quería que ese personaje transmitiera que no hace falta ser diferentes ni encajar en ningún molde para ser feliz. Lo mejor es ser única y fiel a una misma".
En ese sentido, "vale más sembrar tus sueños", escribe Sara. Tres años más tarde, con La Buena Vida debajo del brazo, estuvo firmando en la Feria del Libro de Madrid. Así que, para agradecer que había se había cumplido uno de sus más grandes deseos, repitió el árbol y regaló dibujos a manera de celebración.

Paula Bonet: la vida tras el 'The End'

Cuando Paula Bonet llegó a la pintura era todavía una niña. Y lo hizo en el taller de Pepe Biot, que entiende a la pintura y al dibujo como oficio y como vehículo de expresión. De aquel tiempo conserva bajo la piel dos aprendizajes. El primero es un precepto: "El respeto por mi oficio"; el segundo, una premonición: "No podría desvincularme nunca de la pintura". A la ilustración llegó por azar, por una cuestión personal e íntima: "necesitaba crear una serie de imágenes a mayor velocidad de lo que me permitía el óleo". Y así lo ha hecho desde entonces.
Una capa de niebla que suaviza los bordes puntiagudos y convierte una nube en una montaña nevada te emborrona. Abres el libro, lees, reflexionas. Ves la primera ilustración. Una ilustración que promete ser magia y guía al mismo tiempo. Descubres los trazos y los colores de un momento que tiene de banda sonora, la pista #3 de un disco de Tom Waits. Así empieza Qué hacer cuando en la pantalla aparece 'The End'(Lunwerg), un libro que para Paula significa "encerrar" su adolescencia y postadolescencia "entre dos cartones". "Me explica quién soy y como me he formado: con qué lecturas y con qué discos, dónde me he equivocado y dónde no lo he hecho", cuenta.
Éste fue su primer trabajo en solitario: "Me atreví a hacerlo porque sabía que los textos estaban respaldados por mis dibujos, que son el medio en el que me siento segura, y que iban a entenderse y a tener un valor debido a la unión palabra-imagen". Con sus publicaciones, intenta explicarse y encontrar respuestas y el tratamiento que le da al "adiós" se viste a veces de tonos fríos que regresan del mar con un tinte de rojo.
. Una serie de imágenes y de palabras escritas a mano que vienen y van, bañadas de un sentimiento muy parecido a la nostalgia: "Los que me conocen saben que soy muy irónica y bastante irreverente y optimista, pero cuando escribo o pinto, la melancolía y la tristeza acaban invadiéndolo todo. Es algo que no decido, que simplemente sucede", reconoce la autora.
El libro ya se estrena en una quinta edición, pero crearlo no fue tan sencillo como el hecho de tenerlo entre las manos y ojearlo una y mil veces: "En Qué hacer cuando en la pantalla aparece 'The End' trabajé durante un año", cuenta Paula. La estructura del libro es muy sencilla: 40 historias contadas con texto e imagen, ordenadas de un modo concreto y que, según el orden en el que se leen, te explican una historia u otra. "Así que pude entrar de lleno en la configuración de cada una de las historias sin preocuparme por nada más", asegura. "Fue un proceso muy intenso y estimulante: primero cerré la parte literaria y, más tarde, me puse a dibujar".
"Este libro es, simplemente, un lugar en el que volqué inquietudes y recuerdos, angustias y temores, victorias y errores. Cuando lo di por finalizado llegó la ardua tarea de elegir el título. Intenté alejarme de él, mirarlo con la máxima objetividad posible, y fue entonces cuando me di cuenta de que casi todas las historias bien hablaban de finales, bien buscaban un final que parecía que se había estado arrastrando durante años y que no iba a aparecer nunca".
Una cita lo recoge todo, la esencia del libro. La esencia de las relaciones apasionadas y la decadencia de los fragmentos amorosos. Una cita calcada con cautela de Le mari de la coiffeuse (película de Patrice Leconte): El fracaso sólo demuestra que el deseo no fue lo suficientemente intenso. Una última consigna, para cerrar: Y de repente, un día nos despertamos y sentimos el vacío: en la pantalla aparece 'The End', y decidimos empezar otra historia. Una en la que nunca tengamos que fingir que no nos conocemos.

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