El patrullero de un Zeta, padre de dos hijas, relata las penurias que sufrieron atrapados tres horas en un voraz incendio y pide perdón por no poder hacer más por las dos víctimas
E.V.PITA
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El sindicato UFP ha dado a conocer la carta abierta de un policía nacional atrapado durante horas en el infierno de Chandebrito, en Nigrán, zona de jurisdicción de la Guardia Civil y donde fallecieron dos mujeres en un coche. Un total de 16 agentes se quedaron acorralados por el fuego, algunos hasta tres horas, y la UFP ha solicitado que se les condecore por sus méritos y valor, una petición a la que los altos mandos de la comisaría se han mostrado receptivos.
El agente, que prefiere guardar el anonimato, relata que estaba de vacaciones disfrutando de sus hijas cuando lo convocan en comisaría porque sus compañeros están sobrepasados por los incendios. Fue destinado a una zona lejana a la ciudad y en demarcación de la Guardia Civil, donde colaboró con los medios disponibles. Pero de repente «nos mandan a otro sitio donde la cosa es crítica».
Durante más de dos horas, los patrulleros desalojaron casas y evacuaron a vecinos a bordo de los coches patrulla o Zetas. «Nos peleábamos con la gente que no quería dejar su domicilio (llegando a encerrarse y a esconderse dentro), la cosa se pone muy muy jodida y estamos a punto de ser rodeados por varios frentes de fuego con llamas de más de 20 metros de altura», afirma el agente.
Solicitaron urgentemente y de forma desesperada que les sacasen de allí pero los bomberos no podían acceder. «Tras más de 3 horas encerrados y aguantando como podemos conseguimos salir. Resultado: muchísima gente desalojada y salvada de aquel infierno, casas salvadas, zetas con partes derretidas y, desgraciadamente, 2 muertos», dice.
El agente, ya a salvo, responde a las críticas de familiares de las víctimas que los culpan de «echarlas al fuego», lo que «nos deja un poco hechos polvo». «Todos los que allí estuvimos tenemos la conciencia muy tranquila. Hicimos lo que pudimos, poniendo en riesgo nuestras vidas por salvar la de ellos. Inclusive hubo compañeros que llamaron a su familia para despedirse o desenfundaron la reglamentaria por si se avecinaba el desastre morir sin sufrir (para que os hagáis una idea de los momentos que allí vivimos)».
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