venres, 28 de marzo de 2014

387’64 euros

David Torres
Estos días circulan por la red dos noticias antagónicas y tristemente simétricas. Una niña de diez meses se recupera de un transplante multiorgánico; un niño de trece años ha muerto porque su madre no podía pagar sus cuidados cuando el gobierno de Castilla-La Mancha decidió suprimir la ayuda a los dependientes. La vida contra la muerte. Un éxito de la medicina se contrarresta con un fracaso de la política, aunque creo que la palabra “fracaso” se queda muy corta para expresar la catástrofe que ha supuesto la gestión sanitaria de María Dolores de Cospedal. El empeño en inventariar la Sanidad, en rentabilizar los hospitales, ha convertido la salvación de vidas humanas en un negocio inmundo. Capio acaba de empatar con La Paz: un niño vivo-un niño muerto.
Muchas gracias por el ahorro, Cospedal. 387’64 euros es lo que costaba mantener vivo a Jomian Leonel, lo que recibía en concepto de ayuda a la dependencia esta criatura aquejada de escoliosis severa y parálisis cerebral, que no controlaba sus esfínteres, que requería transfusiones constantes, alimentación mediante botón gástrico y vigilancia las 24 horas al día. Suena muy crudo decirlo pero así son las cosas: somos nosotros, al dejar que nos representen estos mercaderes de la sangre, quienes hemos preferido que esos 387’64 euros se gasten en otras cosas, en adoquines para una carretera, en la gasolina del coche público de un concejal, en arreglar los desperfectos del techo de una iglesia, en porras para antidisturbios, en una cena de Cospedal con sus asesores.
Habrá que repetirlo otra vez porque parece que hay gente que todavía no se ha enterado: la salud es un pésimo negocio. Pero cada día arrebatado a la muerte es un triunfo de la vida y Luna, esa niña condenada de antemano, se salió del guión previsto por la naturaleza gracias a la luz de la ciencia, al genio de los cirujanos y a la generosidad de unos padres que decidieron donar los órganos de un bebé anónimo. No sabemos cuánto va a vivir Luna pero, como decía el hermoso final falso de Blade Runner, ¿quién lo sabe? Cada euro de dinero público gastado en mantener un minuto más la vida de Luna me parece infinitamente precioso y necesario. A lo mejor me equivoco pero creo que la existencia de Jomian Leonel era algo más importante que esa gilipollez de cambiar el nombre del aeropuerto de Barajas.
En materia hospitalaria, un éxito médico es un fracaso económico y viceversa. Cuanto más dura un enfermo, más caro sale. Cuanto antes se muere, menos gastos. Lo pinten como lo pinten, éstas son las cuentas de Capio. Y son números rojos, sí, de nuestra propia sangre. Con la salud no se puede jugar al monopoly como pretenden estos insensatos que hemos colocado al frente del gobierno, porque un hospital en marcha va contra todas las leyes de mercado: es un derroche continuo de dinero, una inversión de material, trabajo, talento, pruebas analíticas, energía y aparatos para librar una lucha perdida de antemano. Porque todos vamos a morir, es cierto, pero de momento nuestro sabio gobierno ha decidido ya quién vive y quién muere. Y lo ha decidido al peso, con una moneda. A Jomian le ha tocado cruz, a Luna cara.


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