venres, 5 de agosto de 2016

Mute

Teresa Viejo
http://theobjective.com/
Periodista. Escritora. 
"Mientras llueva" mi última novela. 
Directora de "La Observadora" RNE. 
Embajadora de UNICEF.


CARLO ALLEGRI / Reuters

Hace algunos años en una universidad norteamericana encargada de dirigir un estudio sobre afectados de afasia proyectaron a estos enfermos un video sobre un discurso de Nixon sin sonido. Se trataba de un mensaje de gran hondura política sin embargo a los pacientes les dio por reír. ¿Motivo? El lenguaje no verbal del Presidente revelaba a un trilero, alguien cuyos gestos delataban que no pensaba hacer nada de lo que comprometía con palabras y, puesto que los enfermos no pueden discernir el lenguaje hablado, no se sintieron engañados, tan solo disfrutaron del sainete. Dicha prueba hoy no la pasaría ni un solo candidato de los que se exhiben por esta pista de circo que es España.

Si a Nixon le descubrieron sus gestos, qué será de Trump. No recuerdo una unanimidad tan rotunda rechazando a un líder, pues apuntas a derecha e izquierda y todos agrian el rostro ante él. E incluso reconozco que me apura adjudicar la cualidad de liderazgo al candidato ya que durante años ha sido un millonario ostentoso y truhan, mujeriego y demagogo, a quien reíamos sus esnobismos. La sola idea de imaginarlo al frente de EEUU provoca una reacción simular a la de los bebés que estruja en la imagen: buscar ayuda alrededor antes de salir corriendo o romper a llorar. Su histrionismo es tan ridículo como la mata de pelo amarillo que puebla su cabeza.

Cualquier análisis político del personaje demandaría espacio, aparte de que me interesa más contemplarlo desde la psicología social, esforzándome por entender cómo y con qué argucias se puede llegar a seducir a una masa tan numerosa, pero estoy convencida de que si prescindiéramos del sonido al verle nos lo tomaríamos a risa. Aunque quizá nos diera por llorar al temer lo que se nos vendría encima.

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