mércores, 29 de febreiro de 2012

El pastocillo mentiroso



Ahí viene el lobo, anunciaba voz en cuello el pastorcillo a fin de llamar con su bulo la atención sobre un lobo inexistente y la correspondiente carencia de peligro para su rebaño de ovejas. Hasta que llegó el día que de verdad el lobo apareció amenazante y ante el repetido anuncio del pastorcillo mentiroso ya nadie se movilizó y quedaron las ovejas a merced del lobo. Pero aquello ocurrió en un caso de fabula y las circunstancias nuevas de éste nuevo pastorcillo, el Duque de Palma, no terminarán -con la mayor de las probabilidades- en forma similar a la de la literatura.

Según las informaciones que vienen saliendo desde el mediático juicio por el fraude millonario al estado con malversación de fondos públicos, lavados de activos incluidos –blanqueo de capitales- y traslado de jugosas sumas en Euros a paraísos fiscales allende España;  se logra deducir sin necesidad de tener mas de dos dedos de frente que la artimaña negativista del Duque y su intento a que la dirección de toda  atención se dirija hacia su socio, Diego Torres, quien a espaldas del Iñaki fue capaz de ir construyendo todo un edificio de trapisondas financieras que condujeron al enriquecimiento ilícito tanto de DT más el resto de compinches en la trama -incluido el propio e inocente Duque- realmente y para nada parece corresponderse con la verdad o no convence a juicios de raciocinio de mentes adultas y rectas.

Que se hayan embolsado miles o millones de Euros con los manejos de proyectos a través de fundaciones que se benefician del visto bueno Real y que sacaran provecho de ello en contra de las sufridas y envilecidas arcas publicas, no nos asombra , ya que casos como éste son el pan nuestro de cada día tanto aquí como cualquiera otra parte del planeta donde los capitales estatales -léase sociales- vienen siendo esquilmados por  quienes desde sus posiciones de privilegios se han enriquecido sin que los juicios a que hayan sido sometidos y sus penas consecuentes hayan contribuido en proporcionalidad al corregir el daño hecho al estado, a las maltrechas verdad y ética, y a la sociedad. Un grupo de privilegiados se aferra a los escaños del poder y enquistado en ellos por decenios usufructúan insaciables y sin muchas consecuencias lo que según entendemos todos, son capitales de la sociedad dados para  administrar a estados llamados democráticos. A eso hemos llegado y es un elemento contributivo pero invisibilizado de los elementos que llegaron a formar la responsabilidad de la crisis económica actual y que sumisamente de nuevo tienen toda la seguridad de tener que pagar los pueblos.

Ante las evasivas de IU frente al Juez en Palma, dicen que éste le espetó: “si vino para contar eso, mejor ni hubiera venido”. Es decir, trasciende que el Juez se cansó de escuchar el escurridizo canto de un artista que defiende su inocencia a costa de olvidar, negar, rehuir y señalar a otro. Lo espetó el Juez y ello tampoco querrá decir que la justicia cabalgará erecta y digna en este caso a juzgar y someterá a dura pena a los causantes del incordio.

La justicia, el poder, la nobleza, los altos cargos, tienden a arroparse entre ellos con el manto solidario del silencio, del enredo o de la inverosimilitud y se orquestan clásicos mediáticos para mantener alelado al auditorio durante días y meses para a la final concluir que el noble siga siendo  noble y el poderoso, poderoso; y como en un sainete de renombrada altura escuálidas penas serán dictadas o altas pero ya sin que ellas hayan sido impregnadas del concurso de la verdad y queden como hilachillas que juntándolas no convencen a nadie que de que se  haya hecho justicia ni que la pena haya sido la adecuada. Porque aun siendo adecuada después la cobijarían las arandelas que la reduzcan a penillas ridículas en donde a la vuelta de dos años el delincuente vuelve a la calle a sonreír, a respirar el aire puro y a disfrutar con disimulo de los caudales que con sutil artimaña se apropió y aducirá que habiendo sido vencido en sano juicio, tiene derecho a resarcir su pena volviendo al disfrute del alto cargo, de su noble cargo y del poder.

Arriba la democracia: aun desprestigiada como anda, permite juzgar y castigar aunque penas nimias sean y arreglos por debajo de la mesa permitan ser inocente al culpable y culpable el inocente.

Así que el pobre pastorcillo mentiroso tuvo el infortunio de vivir en una era en donde los lobos, de verdad, lobos eran y sus ovejas, ovejas.

Alfredo Iván Niño Maldonado
O Barco de Valdeorras 28022012

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