Ahí viene el lobo, anunciaba voz en cuello el
pastorcillo a fin de llamar con su bulo la atención sobre un lobo inexistente y
la correspondiente carencia de peligro para su rebaño de ovejas. Hasta que
llegó el día que de verdad el lobo apareció amenazante y ante el repetido
anuncio del pastorcillo mentiroso ya nadie se movilizó y quedaron las ovejas a
merced del lobo. Pero aquello ocurrió en un caso de fabula y las circunstancias
nuevas de éste nuevo pastorcillo, el Duque de Palma, no terminarán -con la
mayor de las probabilidades- en forma similar a la de la literatura.
Según las informaciones que vienen saliendo
desde el mediático juicio por el fraude millonario al estado con malversación
de fondos públicos, lavados de activos incluidos –blanqueo de capitales- y
traslado de jugosas sumas en Euros a paraísos fiscales allende España; se logra deducir sin necesidad de tener mas de
dos dedos de frente que la artimaña negativista del Duque y su intento a que la
dirección de toda atención se dirija
hacia su socio, Diego Torres, quien a espaldas del Iñaki fue capaz de ir
construyendo todo un edificio de trapisondas financieras que condujeron al
enriquecimiento ilícito tanto de DT más el resto de compinches en la trama -incluido
el propio e inocente Duque- realmente y para nada parece corresponderse con la
verdad o no convence a juicios de raciocinio de mentes adultas y rectas.
Que se hayan embolsado miles o millones de
Euros con los manejos de proyectos a través de fundaciones que se benefician
del visto bueno Real y que sacaran provecho de ello en contra de las sufridas y
envilecidas arcas publicas, no nos asombra , ya que casos como éste son el pan
nuestro de cada día tanto aquí como cualquiera otra parte del planeta donde los
capitales estatales -léase sociales- vienen siendo esquilmados por quienes desde sus posiciones de privilegios se
han enriquecido sin que los juicios a que hayan sido sometidos y sus penas
consecuentes hayan contribuido en proporcionalidad al corregir el daño hecho al
estado, a las maltrechas verdad y ética, y a la sociedad. Un grupo de
privilegiados se aferra a los escaños del poder y enquistado en ellos por
decenios usufructúan insaciables y sin muchas consecuencias lo que según
entendemos todos, son capitales de la sociedad dados para administrar a estados llamados democráticos.
A eso hemos llegado y es un elemento contributivo pero invisibilizado de los
elementos que llegaron a formar la responsabilidad de la crisis económica
actual y que sumisamente de nuevo tienen toda la seguridad de tener que pagar
los pueblos.
Ante las evasivas de IU frente al Juez en
Palma, dicen que éste le espetó: “si vino para contar eso, mejor ni hubiera
venido”. Es decir, trasciende que el Juez se cansó de escuchar el escurridizo
canto de un artista que defiende su inocencia a costa de olvidar, negar, rehuir
y señalar a otro. Lo espetó el Juez y ello tampoco querrá decir que la justicia
cabalgará erecta y digna en este caso a juzgar y someterá a dura pena a los
causantes del incordio.
La justicia, el poder, la nobleza, los altos
cargos, tienden a arroparse entre ellos con el manto solidario del silencio,
del enredo o de la inverosimilitud y se orquestan clásicos mediáticos para
mantener alelado al auditorio durante días y meses para a la final concluir que
el noble siga siendo noble y el poderoso,
poderoso; y como en un sainete de renombrada altura escuálidas penas serán
dictadas o altas pero ya sin que ellas hayan sido impregnadas del concurso de
la verdad y queden como hilachillas que juntándolas no convencen a nadie que de
que se haya hecho justicia ni que la
pena haya sido la adecuada. Porque aun siendo adecuada después la cobijarían
las arandelas que la reduzcan a penillas ridículas en donde a la vuelta de dos
años el delincuente vuelve a la calle a sonreír, a respirar el aire puro y a
disfrutar con disimulo de los caudales que con sutil artimaña se apropió y
aducirá que habiendo sido vencido en sano juicio, tiene derecho a resarcir su
pena volviendo al disfrute del alto cargo, de su noble cargo y del poder.
Arriba la democracia: aun desprestigiada como
anda, permite juzgar y castigar aunque penas nimias sean y arreglos por debajo
de la mesa permitan ser inocente al culpable y culpable el inocente.
Así que el pobre pastorcillo mentiroso tuvo
el infortunio de vivir en una era en donde los lobos, de verdad, lobos eran y
sus ovejas, ovejas.
Alfredo Iván Niño Maldonado
O Barco de Valdeorras 28022012
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