Por: Luna Miguel
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Cuando te quedas embarazada, tu cuerpo deja de ser tuyo y de pronto pasas de ser una mujer a convertirte en una especie de barriga enorme de la que todos pueden opinar y a la que todo el mundo puede manosear.
A veces, tu hijo ni siquiera ha empezado a dar patadas cuando un montón de manos ya están tocándote el ombligo, preguntándote cómo se va a llamar la criatura o tratando de adivinar por la forma de tu tripa si lo que viene es niño o niña.
Cuando te quedas embarazada dejas de ser una simple mujer y te vuelves un globo con patas y con un ombligo de dominio público
En momentos así te gustaría decir demasiadas cosas, pero normalmente el bochorno y la obsesión por no crear conflicto te hacen guardar silencio,mirar a otro lado y esperar a que te dejen en paz.
Francamente, antes de quedarme embarazada me parecía un poco exagerado quienes, en los 9 meses de gestación, se quejaban de la cantidaD de consejos paternalistas.
Pensé que no sería para tanto. Me decía que dejaría que todos me abrazaran y tocaran, porque eso, en verdad, tenía que ser un gesto de cariño.
Pero entonces llegó el momento de la verdad y comprendí lo que, durante años, me había empeñado en negar:
“Oye, pues para haber engordado tantísimo sigues estando guapa”.
“¿No tienes miedo de que la vagina se te deforme?”.
“Tienes que comer por dos, no seas egoísta”.
“¡Uy! Pues se acabó el sexo durante una temporada, que ahora es peligroso y se te van a quitar las ganas”.
"Para haber engordado tanto estás muy guapa". "A mí me daría miedo que se me desfigurara la vagina". "¿Te vas a poner la epidural, en serio?" ¡Que os den!
¿Pero queréis dejarme tranquila?
Seguro que no lo hacen con mala intención, te dices. Pero el daño está hecho. Te sientes mal por no comer todo lo que se supone que deberías comer, o por estar comiendo demasiado.
Te empieza a obsesionar tu peso —algo que antes era un símbolo de alegría—y comienzas a tener miedo de las estrías, la piel flácida, las horas de sueño que te van a faltar, el poco sexo que vas a tener o las explicaciones que vas a tener que dar cuando digas que estás a favor del colecho.
No estás sola: toda embarazada tiene una anécdota vergonzosa, un odio contenido que en cualquier momento va a estallar
Pero cuando lo mencionas de pasada, te das cuenta de que todas tienen historias como la tuya, o peor.
Aquí va nuestro pequeño top 10 de cosas odiosas a partir de conversaciones con otras madres:
1. “Me fastidiaban ciertos consejos, los que sentencian. Algunas madres se creen que por haber tenido un hijo pueden opinar sobre todos los embarazos del mundo. Y me fastidiaban los hombres opinando sobre qué tipo de parto sería el mejor, y diciendo que eso del dolor es relativo” (Ana)
2. “La gente que TE ECHA EL HUMO EN LA CARA, l a gente que te mira con la sombra del juicio final en los ojos porque te tomas un VASITO DE CERVEZA CON GASEOSA, la gente que te pregunta sin descanso cómo se va a llamar, por qué todavía no sabes cómo se va a llamar, por qué no se llama tal o cual...” (Alicia)
3. “Las personas que decían tener un don especial para adivinar el sexo del bebé, que me aseguraban que sería esto o lo otro, Parece una tontería, pero me daba una rabia loca, lo sentía como una intromisión total, porque al fin y al cabo era una cosa especial e importante para mí” (Isabel)
4. “No soportaba que me hablaran como ignorante, claro, como eres novata, no entiendes nada” (Agustina)
5. “Odiaba que la gente no se que levantara del metro o del autobús y que todos bajaran la vista como si sus zapatos fueran lo más interesante del mundo” (Paula)
6. “A mí no me gustaba que se refirieran a mí con el término ‘preñá’, me parecía tan despectivo y vulgar” (Chelo)
7. “Lo peor, que todo el mundo sabía de todo, dando tantos consejos como si yo fuese idiota. Y sobre todo cuando iba al ginecólogo y el bebé era varón, yo ya no existía, solo se dirigía a mi marido por la suerte que tenía de ser hombre” (Isa)
8. “ La pesadilla de lo de la lactancia llega cuando tienes el niño en brazos y parece que todo el mundo es un experto” (Carolina)
9. “Me fastidiaba que todo el mundo me dijera que se había acabado lo bueno. Y es cierto que aquella parte de ser yo, se acabó, pero nació otra persona distinta, muy capaz, y que también tiene mucho, muchísimo bueno” (María)
10. “ Que de repente las intimidades más íntimas se conviertan en tema de conversación pública, hasta con gente con la que solo tenías una relación profesional, y todo el mundo se crea con derecho a hablar y a opinar de: tu depilación en el parto, las potenciales almorranas, tus tetas, etc. En fin, pasas a ser considerado un mero mamífero” (Susana)
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