- Con el preconcurso de acreedores, Abengoa dispone de cuatro meses de negociación, con lo el problema llegará al próximo Gobierno
- El ministro de Industria asegura que el Gobierno no se plantea una participación pública en la empresa, que tiene 6.000 trabajadores en España
Ana R. Cañil
http://www.eldiario.es/
Cerrada la tienda de la legislatura comienzan a acumularse los problemas embalsados para el Gobierno que llegue después del 20 de diciembre. Sea del signo que sea, tenga la fortaleza que tenga. Ahora no se trata tanto de los marronesconocidos (los más urgentes, los términos exactos de la ayuda contra el yihadismo, cómo encauzar Cataluña o el déficit de la Seguridad Social que tanto afectará a los pensionistas) sino de los imprevistos.
Ha llegado uno de tamaño XXL: la crisis de Abengoa, multinacional de origen español (sevillano), que torea en decenas de países, que tiene 28.000 trabajadores rodando por el mundo, y que hace pocos meses le fue presentada a Obama como modelo de elaboración de energías renovables. Pues bien, Abengoa está atorada con una deuda financiera de casi 9.000 millones de euros y un pasivo exigible de casi 25.000 millones de euros. Si esta empresa de vanguardia en energías renovables quebrase, superaría en el ranking de fallidos españoles a la constructora Martinsa.
El Gobierno del PP, además de la retórica habitual (que ha dejado sobre todo, como casi siempre, a Fátima Báñez, la mejor para estos menesteres: permanente lengua de madera para explicar la nada), sólo ha dicho tres cosas: que esperará a conocer la situación real de la empresa, ya que sus números tienen una "estructura muy compleja", que el riesgo público del Estado es de 415 millones de euros (a los que había que añadir la parte correspondiente al sector público de Bankia, cuya exposición en Abengoa supera los 580 millones), y que cualquier modalidad de socorro a Abengoa ha de tener en cuenta la normativa europea de "ayudas de Estado".
El ministro de Industria José Manuel Soria, ha declarado textualmente: "Lo que no está planteando el Gobierno es una participación pública, ni muchísimo menos, ni en esta empresa ni en ninguna otra". Una frase para recordar y que compromete al Ejecutivo de Mariano Rajoy si el conflicto salta a la calle con esos 6.000 empleados que tiene en España.
Al haber presentado preconcurso de acreedores, Abengoa dispone de cuatro meses de negociación, con lo que llegará la próxima legislatura, que comenzará a mitad de enero. Mientras se conocen los movimientos que están en marcha, convendría saber qué hizo que el grupo vasco Gestamp saliese huyendo, cuando se había comprometido públicamente a acudir a una ampliación de capital de 350 millones de euros y quedarse con el 28% del capital de la empresa que creó la familia Benjumea (otro ejemplo de capitalismo familiar que se convierte en capitalismo financiero).
Se conoce que Gestamp condicionó su inversión a lograr el apoyo de la banca acreedora, a la que solicitó entre 1.300 y 1.500 millones de euros para atender a los vencimientos de la deuda a corto plazo (entre otros, una emisión de bonos cercana a los 400 millones, que vence antes de fin de año). Los acreedores dijeron quenones. Pero, además de ello, ¿hay algo que sabe el grupo vasco sobre contabilidad creativa que todavía no ha llegado a la opinión pública?.
Entre los bancos acreedores están, con niveles muy altos de exposición, entidades españolas como el Banco Santander, Caixabank, Bankia, Sabadell, Popular, etcétera. Son estos acreedores los que, además de ayudar a buscar un socio industrial o financiero en el capital de Abengoa, deberán acordar la quita, la refinanciación de la deuda o la quiebra. ¿Qué efecto tendrá cada una de estas opciones en sus cuentas de resultados? Quizá alguna incluso pueda entrar en pérdidas, dependiendo de la opción.
Lo dicho. Qué buena forma de comenzar otra legislatura para los que lleguen, una oportunidad para demostrar la talla del nuevo equipo y practicar toda la transparencia. Para que los ciudadanos conozcan la factura de la salvación de Abengoa.
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