Hace unos
pocos años, estando en Santa Marta en la celebración de la boda de mi amiga
Hilda a alguien se le ocurrió decir de mí que escribía poesía y que por favor
dijera alguna de ellas. Me acordé de alguna del Romancero Gitano y
sencillamente la declamé como leyéndola. Eso causó gran revuelo, no mi
declamación sino la poesía como arte en general y a partir de ese momento se
alborotó el cortijo, todos los invitados se apropiaron de la temática y por
algunas horas la poesía viva se olvidó de la boda y se posesionó en el centro
de atención. Todas aquellas personas sencillas querían expresar su sentir poético,
lo que para ellos significaba y uno que otro verso afloró bajo la estrellada
noche del trópico samario.
Yo me
quedé asombrado porque tenia la creencia que la poesía era cosa olvidada del
pasado para la mayoría de la gente y de verdad al escuchar tanta efusividad y
emoción por la temática sentí que ella, la poesía, es un río que fluye
silencioso bajo la fibra de la vida, bajo la piel de cada uno, simplemente no
anda haciendo alharaca sino que como templo permanente del ser se mantiene
silenciosa a la espera que alguna voz se acuerde de su fluir y como las
campanas de ese templo los versos como redobles
aparezcan para gritar su vitalidad, su existencia.
Emigramos
a España y nos asombramos otra vez porque en éste país a diferencia de Colombia
aun un reducto de poesía se resiste a desaparecer ante el avance de la fría
tecnología y empecé a observar que los SMS expresaban entre los españoles
sentimientos poéticos, que tenia su espacio, que aun se premiaba un bonito o buen verso y más aun
se publicaba poesía a una escala muy superior a la de nuestro trópico. Los
españoles saben mantener aun el gusto por ese bello arte que nos lleva de la
mano a descubrir lo que la sombra dice y a ver lo que el espejo oculta. Afortunadamente
la modernidad no destruye al poema, y las nuevas tecnologías a pesar de su
dureza se nutren de ese pan blando y amoroso que aun se ofrece para todos. También
el discurso poético en Colombia muestra últimamente un refrescante resurgir, es
justo reconocerlo.
Y esa
expresión artística llamada poesía acaba de premiar a través del mayor premio
de la letras en Lengua española al poeta
Don Nicanor Parra (1914..), digno exponente de la llamada antipoesía Chilena,
significando dicho termino una expansión aun mayor del territorio poético, ya
que la voz del poeta es capaz de recoger en la “antipoesía” el canto diario de
la gente, la palabra cotidiana del vendedor callejero que la levanta hacia los
cielos, la palabra que aparece en la pantalla, en la valla publicitaria, en un
recodo de algún barrio o en la derruida banca de algún parque. Nicanor Parra
nos muestra a través de su verso que la vida es poesía misma, que la antipoesía
es un artilugio de la poesía, que ella sigue vívida y coleando anque fluye en
su silenciosa majestuosidad bajo los miles de poros de los cuerpos nuestros.
La poesía vive, también ella nos salvará de la
hecatombe de “éste jardín que bosteza y que se llena de aire...”.
twit , Ikaros50@
O Barco de Valdeorras, España.22122011.
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