domingo, 19 de xuño de 2016

La unidad de España, Piqué y un gol

Aníbal Malvar
http://www.publico.es/
Desde los tiempos de Platón, todo el mundo sabe que el fútbol es lo más importante para la evolución de la especie: hay que meter el balón en la caverna, a ver si los mentecatos salen fuera a sacar de centro y ven la luz. Ha sucedido estos días con el gol de Gerard Piqué, jugador catalanista de la selección española. Ni un solo medio de comunicación ha dejado de poner su petimetre énfasis en si ese gol catalanista guarda una significación inescrutable, un esoterismo torticero o una treta secesionista. Al fin y al cabo, Piqué lo metió en el minuto 87. Si hubiera sido un español de verdad, lo hubiera metido antes. Si algo no le perdona el españolismo a los catalanes, es la falta de puntualidad.
Después del partido, el goleador catalanista Piqué se dirigió con besos a un lugar de la grada, donde andaba su niño con una camiseta de la selección española. Albricias y loas al Piqué pródigo, que habiendo apoyado la consulta al pueblo catalán pone la camiseta de España a su hijo. Nadie habló desde España de contradicción. Nadie habló desde Catalunya de traición. Nadie habló de conversión. Fue la cosa más natural entre un padre, un hijo, un partido de fútbol, unos espectadores y una camiseta. Pero los guardametas mediáticos tuvieron que salir con el balón de la caverna para sacar de centro, y vieron la luz.
Se ha criticado mucho a Piqué, y a muchos jugadores del Barcelona, por su escaso entusiasmo por la unidad de España. El otro día salieron por la selección española seis canteranos del Barça de titulares, y acabaron jugando ocho. No recuerdo si la cantera del Madrid, esencia de las esencias españolistas, aportó algún jugador al equipo nacional (¿el desterrado Morata?). Recuerdo un partido, en esta misma temporada, en el que el Real Madrid no solo no sacó a ningún canterano, sino siquiera a ningún español (Danilo por Carvajal, Ramos lesionado).
La españolidad, o la catalanidad, no significan que no andemos juntos. Sobre todo en el minuto 87.
Que sea noticia el gol catalán de Piqué salvando a la selección española, es síntoma de que, como contubernio o patria, estamos muy enfermos. Que sea albriciosa nueva el hecho de que Piqué le haya colocado a su chaval de tres años una camiseta española ya es indicio de muy grave transtorno mental. Las patrias no son un gol. Las patrias no son una camiseta. Son bastante menos. Si las patrias son unas alambradas que me imponen contra mis vecinos, incluso son escupibles, destruibles y denigrables. Ojala las patrias fueran un gol y una camiseta que se dirimieran con deportividad. La deportividad es solo una metáfora del humanismo, pero sudando. Me quedo con los dos conceptos, pero como soy bastante vago, sin sudar.
No sé qué tragedia nacional hubiera sucedido si el catalanista Piqué hubiera tenido la mala suerte de meter el gol en propia puerta.
Otra guerra civil, como poco.

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